~CAPITULO 34~

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No pude dormir en toda la noche, su cercanía me molestaba. Por eso hoy día estoy con un muy mal humor sumando unas horrorosas ojeras.

Mi humor me trajo varias consecuencias como por ejemplo una bofetada nuevamente, que jalara mi cabello e hiciera hematomas en mis brazos. Además de ser un maniático es un reverendo bipolar.

Cuando se despertó y notó que no había dormido se enojó, a los dos segundos cuando bajamos a desayunar parecía como si le hubieran regalado el mejor juguete del mundo y cuando no quise seguir sus órdenes volvió su enojo nuevamente.

En todo el día me he salvado de unas grandes pero no se si me llegaré a salvar de otra por hoy.

He tratado de encontrar una salida pero el muy hijo de... su mamá, lo tenía todo calculado.

Es una gran casa se nota a lenguas que es de dinero, no hay nadie más que nosotros. Estoy jodida. Y lo peor de todo que estamos en medio de la nada. Cuando salí unos minutos a fuera pude observar que estamos en un estilo de finca.

Debo salir cuanto antes de aquí. Ya no lo soporto más.

Pienso en mamá y mi tía y soy un mar de lágrimas.

— Kayla, levántate de ahí, vamos a cenar—ordena del umbral con sus brazos en jarra. Sí esta cabreado porque supuestamente él no he sido obediente.

¡Que te den estupido!

Te he dicho que no tengo hambre.

Como estaba boca arriba en la cama y no quiero ver su mugroso rostro le doy la espalda. Siento sus pasos venir hacia mí, cuando menos me lo espero me lleva sobre sus hombros escaleras abajo.

—¡BAJAME IMBÉCIL!—chillo tratando de bajarme.

—¡Quédate quieta estupida! Y que sea la última vez que me llamas así— amenaza azotando mis nalgas.

Me baja y me sienta en la silla, me quedo quieta en el momento que me agarra del cuello ejerciendo presión y me zarandea.

—¿Te quedarás quieta?— Asiento y me suelta, limpia una lágrima que salió de mí por el susto—. Así me gusta, cariño. No me saques de mis casillas, Kayla, no sabes lo que puedo llegar hacer cuando me cabrean.

Lo miro de reojo, se sienta, sirve la cena y sólo nos dedicamos a comer el pollo con verduras.

___☆☆☆___

Oliver está en su despacho, después de cenar sólo se levantó, me ordenó que lavara los platos, hasta su sirvienta debo ser y se metió a su cueva.

Ya encontré una forma donde puedo escapar. La puerta principal tiene un código, si colocas el correcto no suena la alarma y hoy en la tarde vi la contraseña cuando saco la basura, obvio pensaba que estaba durmiendo.

Verifico de que no haya salido del despacho y camino rápido a la puerta pero sin meter ruido. Pongo la contraseña y esta hace que la puerta se abra.

¡Sí, lo logré! ¡Bien, Kayla!

Corro y sólo me dedico a eso, veo campo pero no me detengo. Mis pulmones arden, mis pies piden a grito que me detenga, el aire me comienza a faltar pero debo seguir no puedo parar ahora. Al estar oscureciendo no me beneficia mucho.

No se cuanto llevo corriendo pero sólo he visto campo, me trajo al medio de la nada. Maldito infeliz. Veo árboles y alcanzo a distinguir una carretera. Llego a ella y noto un coche.

¡Gracias Dios!

Le hago señas que pare y cuando se estaciona alguien baja pero no lo veo bien por las luces que dan en mi rostro.

Contrato de la Felicidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora