Conociendo a la Bestia

259 35 15
                                    

Merlín se levantó en un sitio completamente desconocido. No había sido una buena idea gastar casi toda su magia en reforzar la barrera. Quizás hubiera sido una mejor idea esconderse en el bosque hasta que su magia se hubiera recuperado. Pero los últimos días había dormido bastante y no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado. Y si tardaba más de una semana en acudir al castillo la bestia iría a buscarle y las personas con las que se cruzara sufrirían las consecuencias acabando heridos o muertos. Cuando reforzó la barrera y estuvo seguro de que Gaius no iba a seguirle notó que estaba a punto de desmayarse. y entró en pánico. Al menos ahora la gente de Camelot estaba a salvo y él seguía vivo. La bestia no lo había matado. Gaius ya le había dicho que no quería matarle. Solo encerrarle como una especie de castigo a cambio de la rosa que le habían quitado. Pero él no tenía ninguna intención de quedarse. Y solo había una manera de salir de allí. Matando a la bestia. Quizás ese era su destino. El propósito de sus poderes mágicos. Acabar con la amenaza que se cernía sobre Camelot. Y no dudaría en hacerlo.

Se levantó de la incómoda cama y miró a su alrededor. Se percató de que se encontraba en una celda. Había una pequeña ventana en uno de los muros y miró al exterior a través de ella. Ya se había hecho de noche. Había un establo en el que vio al caballo que había robado. Cuando se volvió se percató de que había un carro con comida en la puerta que segundos antes no había estado allí. Fue hacía la puerta pero no vio a nadie. Aunque le pareció oír a alguien. Estaba hambriento así que no dudo ni un segundo en empezar a comer. No le preocupó que la comida pudiera estar envenenada. Si la bestia hubiera querido matarle ya estaría muerto en esos momentos. No podía imaginarse que era lo que la bestia quería de él. Pero no tenía demasiada importancia en ese momento y esa comida estaba deliciosa.


       - Gracias por la comida.


Esperó pero no obtuvo respuesta. Bien, alguien parecía querer alimentarle pero no hablar con él. ¿Quizás la bestia o había alguien más en ese castillo? Parecía completamente abandonado pero desde que había llegado Merlín podía notar que una especie de magia lo invadía. Estaba por todos los rincones. Era el momento de salir de allí. No se había recuperado del todo después de usar toda esa cantidad de magia así que prefirió reservarla para cuando se encontrara con la bestia. Por suerte había aprendido algunos trucos para las ocasiones donde usar su magia no era una opción. Y siempre llevaba encima algunas cosas que pudieran serle útiles. Como unas ganzúas improvisadas. Tardó unos minutos en abrir la puerta y salir de allí. De lejos le pareció oír a alguien decir.


       - Se ha escapado. Al amo no le va a gustar.


Cogió una antorcha de la pared y fue en esa dirección pero al llegar no vio a nadie. No se fijó en el reloj que estaba inmóvil en el suelo y oculto en la semipenumbra. Parecía que se iban a seguir escondiendo de él así que decidió explorar con libertad. Paseó por los pasillos y cada vez le parecía más abandonado. Excepto por los susurros que no sabían de donde provenían. Parecía un castillo encantado. Llegó a un pasillo donde se encontraban 5 armaduras colocadas a cada lado. En la solapa tenían una especie de broche de diferentes colores. Algo que no encajaba en absoluto. Iba a acercarse a una de ellas para inspeccionar el broche cuando alguien habló.


       - ¿Por qué no estás en tu celda? -gruñó una voz grave e intensa.


Merlín miró hacia el fondo del pasillo de donde provenía la voz. Parecía haber algo allí. Alguien. Alguien grande. La bestia supuso. Por la manera en la que había hablado parecía querer intimidarle. Se puso alerta preparado por si atacaba.

The sourcerer and the beastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora