Capítulo 38: Reunión Familiar

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Me encontraba en una enorme pradera totalmente desconocida para mí, el sol alumbraba en el bello día y la naturaleza era fértil con una fina hierba en la que se respiraba la tranquilidad y la calma junto a un aire fresco con poca velocidad del viento, simplemente demasiado único como para alejarse de aquel lugar. Sin embargo era extraño encontrarme aquí cuando se suponía que me encontraba durmiendo, incluso vestía mi habitual traje de cazadora y extrañamente no poseía mis lentes de contacto pero sí mi habitual cabello rojo, sólo espero que no sea algún dios como Ryuujin o la famosa Nozomi, estando sola sin el debido entrenamiento suficiente podría ser perjudicial para mí. 

--¿Dónde se supone que estoy? No hay nadie en la lejanía, solo se observa el horizonte y ni mis hermanas o mi grupo se encuentran aquí, ¿qué hago aquí?--Me preguntaba a mí misma paseando por la naturaleza en sí sin rumbo fijo y yendo hacia el norte, era la única opción que se me ocurría con tal de explorar y no quedarme sola. 

Así pasaron horas y horas en los que me había encontrado caminando, pero extrañamente mis pies no se notaban cansados en lo absoluto. Mientras seguía mi paseo dos personas se divisaron en la lejanía, más bien de un hombre y una mujer en el que pude localizarlos con mi impresionante sentidos desarrollados, pero el aroma que se sentía era demasiado familiar. Los ojos del señor eran rosados y algo rasgados como los de Kanae, más poseía cierta característica facial que me impresionaba en medida, su cabello era un negro azabache como mi anterior pelo y bastante alto con cierta musculatura, además llevaba un yukata gris que me recordaron a mi padre; por otro lado la señora tenía unos ojos rosados, no obstante su peinado era rizado y totalmente negro pero que estaba recogido como una especie de moño, también era bastante alta, quizás incluso a la altura del joven y poseyendo rasgos faciales casi idénticos a los de Shinobu y un cuerpo muy atractivo, ¿quizás como el mío? No podía asegurarlo, pero debía decir que ambos eran casi iguales a lo que perdí hace mucho tiempo. 

--Ven con nosotros, ¿o te has olvidado de nosotros querida Kaede?--Salía la voz de la mujer con tranquilidad, no obstante transmitía ternura y a la vez confortabilidad, además su tono no había sido como una orden, más bien se trataba de incitar a que fuera con ellos. Por alguna razón las lágrimas salieron de mis mejillas y como una niña corrí hacia ellos con el propósito de abrazarlos, efectivamente eran Shiro y Kaguya Kocho, los padres que me criaron en el pasado y que murieron por un demonio hasta que me salvó Himejima de ser devorada. 

--¡Papá, mamá! ¿Pero cómo estáis vivos? Se suponía que estaba durmiendo, debo estar soñando…--No me lo podía creer, en verdad eran mi familia en carne y hueso, no obstante era producto de un sueño. Quizás podía ser así, sin embargo no dejaba de estar feliz, de verdad los había echado demasiado de menos y no quería separarme de sus cuerpos, estar con la familia es realmente muy cálido y sensacional. 

--Puede ser que sea un sueño, pero estás aquí con nosotros, es lo que importa en realidad. Has crecido mucho, eras tan niña cuando aquel demonio nos mató… sentimos no haber estado para vosotras, incluso a pesar de mi infidelidad con esa diosa…--Se lamentaba mi padre bajando la cabeza con un poco de tristeza y acariciando mi cabeza, por un momento había sentido culpa y dolor al notar como le carcomía la garganta por lo que hizo, más mi madre le había besado su mejilla en señal de tranquilidad y amor entre los dos. 

--No tienes que disculparte querido, yo ya era consciente de lo que pasaba. Aún si no es mi hija es de mi familia, es una Kocho y también mi hija, lo mismo que Kanae y Shinobu. Me hubiera gustado ser la madre materna, pero no te juzgo por ello, siempre has intentado mantenerme contenta y tener unida a la familia, no desearía nada más.--Aclaraba la pelinegra acariciando también mi cabeza y profundizando el abrazo entre ambos, ciertamente ella ya lo sabía todo, sabía que no éramos sus hijas y a pesar de todo nos quiso, ahora sé que de verdad no podría elegir a otra madre, ella será la única que haya querido más que a nadie en toda mi vida. 

La Mariposa Cósmica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora