-Agh, estoy harta-Yashiro se tiró en la cama, literalmente, y se tapó la cara con la almohada.
-No te quejes. Al menos, tú sales.
-Ya, para liderar ejecuciones. ¡¡Wujuu, qué divertido!!-dijo en tono sarcástico. Desde que habían juntado su habitación con la de al lado y Misaki vivía en la contigua, su vida iba cobrando algo más de sentido. La pared intermedia entre las dos era una reja de hierro, pero dado que podían comunicarse bien daba igual. A Misa no le permitían salir de su alcoba para nada, así que prácticamente las únicas personas con las que hablaba eran Yashiro y Gêida, la estilista. Ahora, ellas dos eran sus mejores amigas. Todos los días, todos, pensaba en Diana, en sus padres...y en la responsable de que ahora estuviese encerrada. Hablaba de ello con Yashiro, y ella le contaba sus problemas. Lo cierto era que se lo contaban todo mutuamente, y se compadecían entre ellas. Además, eran iguales, quitando las orejas de elfa y las alas de ángel, así que era como hablarle al espejo. Solo que la conversación tenía más sentido y al final era más reconfortante.
-Ah, vale, no es precisamente divertido...pero al menos sales, ¿no?
-Oye...¿recuerdas a aquel chico del que me hablaste? Sí, mujer, aquel que hablaba con la mente.
-¡Ah! ¿Kreiss?
-Sí-dudó un poco-. Oye, en la ejecución de hoy...-vio cómo abría los ojos su amiga, y le costó más decírselo.
-¿Lo has visto?
-No exactamente. Mejor te lo digo deprisa...
-¿El qué?
-Lo han ahorcado-soltó a bocajarro. Misa se quedó de una pieza, mientras asimilaba lo que acababa de decir.
-Es...es mentira, ¿no?-pero, a pesar de todo, sabía que Yashiro decía la verdad. Nunca le mentía, y menos en ese tipo de ocasiones. Después de entenderlo, los ojos se le tornaron vidriosos, y se mordió el labio. Entonces, tanto ella como Yashiro odiaban la reja que las separaba, porque les impedía casi cualquier cosa, menos hablar-¿Qué va a pasar ahora?¿Qué nos harán...?
-No lo sé, Misa. Oye...¿tú sabes por qué estamos aquí?-su amiga elfa lo negó con la cabeza, y Yashiro se dispuso a contarlo-Verás; nosotras somos...
-Ssssh...Yashiro, no debes...-una bruma violácea envolvió la habitación, y Misaki vio como el ángel abría desmesuradamente los ojos. Casi al momento, la serpiente apareció de entre la niebla y la envolvió con sus anillos, hincándole los dientes en el cuello.
-A-aagh...
Tras ella, una sombra se abrió paso poco a poco, riendo cuando la chica cayó al suelo-No, no, no, querida...Misaki no debe saberlo...-levantó la cabeza y miró a Misa con sus ojostornasolados...que se habían vuelto rosas. <<Espera, ¿no eran verdes?>>se preguntó. Notó que algo le mojaba la mano. Se la miró y la vio epapada por el veneno del reptil. La Bruja sonrió:-No sabes lo que pasaría si llegases a enterarte, querida...-se volvió hacia Yashiro, tornando sombría su mirada-No tienes remedio, ¿eh?...-Salió, seguida por el asqueroso reptil. La bruma se fue disipando poco a poco, dejando ver a Misa lo que había pasado. Ahora ni siquiera podrían hablar entre ellas: la Bruja había amordazado al ángel con una especie de cadenas de plata. Permaneció dormida dos días más; mientras, Misa pensaba en el tiempo que ella habría estado sedada. Aunque, bien mirado, a ella no la había mordido la serpiente.
* * * * * *
-Hm...
-¿Yashiro?-se estaba despertando. Gêida estaba con ella, sujetándola, cuando despertó. Lo que el ángel no tenía claro era por qué Misa también estaba en la habitación. Cuando sus ojos se aclararon, pudo ver que la reja estaba abierta.
-¿Pero cómo...?-empezó. Misa le tapó la boca.
-Sssh, calla. Nos van a descubrir.
-¿Pero...?¿Qué pasa?
-No hay tiempo-intervino Gêida-. Corre, levántate-la chica obedeció como pudo, pero al poco tiempo ya estaba de pie.
-Luego te lo contamos, ¿vale? Ahora salta-le ordenó Misaki.
-¿Que salte?¿Pero sabes que estamos en un quinto piso?
-Sí, pero tú tienes alas.
-Chamuscadas, heridas, rotas...
-Deja de quejarte y salta-repitió la elfa, enrollándole en la cintura una especie de liana. Yashiro se encaramó al alféizar, las miró de nuevo y saltó al vacío, intentando descubrir a qué venía aquella locura. Lassha las decubriría, seguro. Cayó al suelo maldiciendo, seguramente se habría roto el brazo al no poder volar.
* * * * * *
-¿Estás segura?-preguntó Misaki, indecisa.
-Totalmente. Ahora ve-la animó Gêida.
* * * * * *
Mientras veía venir a Misaki, la ventana de la que había saltado explotó. Yashiro abrió mucho los ojos. <<Así que de eso se trataba>> Misaki también debió de romperse algo, porque se acercó a ella cojeando.
-¡Vamos!-le cogió del brazo y la levantó, haciéndole gritar. Se alejaron como pudieron por el angosto jardín, ahora iluminado por las llamas. Cuando casi habían llegado hasta la verja, una mano agarró a Yashiro por detrás, y una voz conocida le animó:-Venga, venga. ¿Tú qué idea tienes de una huída?-Gêida cogió entonces en brazos a Misaki. Su pelo verde aparecía ahora chamuscado, y su piel presentaba un par de quemaduras por el incendio, pero no eran gran cosa. Saltaron la valla y se alejaron corriendo hacia el bosque que rodeaba la fortaleza, y no pararon hasta la mañana siguiente, cuando el alba rozaba las copas. Hacía ya horas que Misa andaba por su propio pie, pero necesitaban tratamiento las dos.
-Estamos...estamos fuera-murmuró Yashiro, sin apenas creérselo. Lo miraba todo, lo estudiaba todo, le gustaba todo. Todo, cualquier cosa...porque no era la torre. Ni la torre, ni una plaza de ajusticiamiento. Los únicos lugares en los que había estado eran, a parte del roble, lugares de tortura. Olían a muere y desesperación, y todo su pasado horrible y doloroso se encontraba en ellos. Ahora, se cumplían para ella las historias fantásticas de aquellos libros que tanto amaba de bosques encantados, cuentos de hadas y felicidad. Y, por primera vez, lloró de felicidad. Lloró alto y claro, para que todo el bosque se enterase de que lo había conseguido. Había logrado salir de la torre.
ESTÁS LEYENDO
Los Misterios de Aile
AvontuurMisaki siente curiosidad por Aile, una chica de su instituto, solitaria y atrayente, rodeada por una extraña aura...mágica. Un día, decide seguirla, y los poderes ocultos que Misa guarda en su interior le permiten abrirse paso en el extravagante mun...