-Elizabeth, bastante bien que se te da ignorarme las llamadas luego de siete años. Además, ¿no es loco que tenga que exponerme ante el FBI por ti?
Tras la finalización del instituto ella escapó lejos de él con una sola finalidad; alejarse de su burb...
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"No eres la única que tiene problemas.
Ambos los tenemos.
¿Y ellos? Tendrán que sobrevivir a los nuestros"
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📍 Philadelphia , PA
—¿Y sabes qué? Le voy a decir a papá noel que tire tu regalo por el océano atlántico—le gritó Max a Reggie.
—¡Mal por ti, pendejo! Mi regalo me lo compro yo—contestó el adulto.
—¡Entonces no es un regalo!—Amelie mantuvo la misma postura que su hermano. Pesar de eso, los padres no estaban centrados en la situación. Era la primera vez que los niños iban al bar. Era veinticuatro de diciembre y estaban celebrando noche nueva, como hacían en los viejos tiempos. El estómago de la rubia parecía que iba a explotar pero estaba bien, el bebé también.
Cada vez fatlaba menos y eso colocaba nervioso a Jughead, pero estaba ilusionado. Había estado yendo a esas clases de parto con los otros padres ordinarios; Betty le había obligado a no llevar nada que llamara la atención, quería ser esas "madre normales". Y luego de largas charlas de lo que era normal, solamente reían ahora ante el recuerdo.
—Navidad junto a ti. Lo mejor que puedo pedir—ninguno soltó el hecho que iba a ser su primera navidad luego de todo. Era la primera navidad con los niños. Sin embargo todos actuaban como si ya fuera un rito común en ellos.—Bueno, junto a ustedes—este miró a los niños pelear con Reggie y ahora, Fangs— Y los niños—desde que se habían quedado en un rincón mirando todo, este tenía las manos en el vientre de ella.
—¿Por qué Reggie le esta dando un fajo de dinero a nuestros hijos?—Jughead aún seguía sonriendo a como sonaba.
—No lo sé y no me importa. Déjalos juntar dienro.
—Que se lo ganen y no se lo den por malcriados o por compromiso.
—Betts, son niños. Seguramente los chicos le pagen para que no digan un secreto. La inteligencia de ellos les hace ganar dinero.
—Muy divertido—soltó esta alejandose un poco para sentarse en una de las sillas ante el dolor de sus pies. Jughead siguió a su lado con un vaso de whisky. Primero y último, según él. Sin contar el brindis—aclaro—.
Para sorpresa de ambos, una chica se acercó ahí. Jughead tenía idea de haberla visto dar vueltas pero no sabía su nombre. Se acercó demasiado a ellos, como si fuera a hablarles, específicamente a Jughead.—No se si es un buen lugar ni momento, pero entre conocidos se corrió hace un tiempo que eres demasiado bueno en lo que no muchos logran en una mujer. Dicen que es un diez de diez.
