Y ahí estaba la castaña buscando algo para cubrirse el gran golpe que tenia en su mejilla. Hasta que la puerta hizo un crujido avisando que alguien la había abierto.
—Mamá... -la menor se acerco-
—¿Que tal un poco de maquillaje?
—Sabes que no me gusta el maquillaje mamá. -la castaña solto un suspiro- ¿Puedo no ir hoy?
Su madre apretó los labios con lastima y asintió mientas acariciaba con suavidad la mejilla de su hija.
—Está bien...
Se quedaron unos minutos en silencio, mientras su madre abrazaba a su hija y acariciaba su cabello. Preguntándose cuando era que ese hombre las dejaría en paz, había estado pensando en acciones legales últimamente.
—El desayuno está listo. -se separó de la menor- Baja a comer, ¿Si?
La castaña asintió y soltó un suspiro poco después que su madre se fuera. Tenía que ser fuerte, por las dos.
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—¿Y papá? -preguntó la menor entrando al comedor-
La mayor de exalto levemente por la aparición de su hija, Eun-Young tenia una buena habilidad para entrar a un lugar sin hacer ruido.
—El se fue. -la mayor suspiro- Dijo que ha trabajar, pero no le creo...
Eun-Young guardó silencio y se sentó en la mesa con su madre en la otra punta, aún así no era una mesa muy grande, solo eran ellos tres. O bueno, dos.
—Como sea, no te pegare mi mala energía. -su madre puso el desayuno enfrente de ella- Come, necesitas fuerzas. ¿Irás a la Academia hoy?
—No lo sé. -respondió cabizbaja-
La mayor sentía su corazón romperse, no siempre encontraba a Eun-Young triste. Ella solía ser alguien muy hiperactiva, pero hoy estaba... Apagada.
—¡Ve! Se que bailar te hará bien. -le- sonrió- Expresa todo lo que quieras, desahogate, bailando...
Ella levantó la mirada y sonrió levemente. Le gustaba escuchar que su madre quería que vaya y haga lo que ella quería. El único problema era su padre, el odiaba que ella saliera, y menos si era para algo que "no servía".
—Iré a descansar un poco más, luego iré a la Academia. -dejo su plato sin rastros de comida a un lado y se levantó de la mesa-
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