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-¿Qué pasa?
-No es nada. -Desvió la mirada.
A pesar que sabía que algo pasaba, decidió no preguntar más. Probablemente era algo de lo que su novio no estaba listo para hablar, o solo era algún pensamiento sin importancia alguna.
Pero para el contrario no era irrelevante. Cada vez que veía a su pareja utilizar sus camisetas o suéteres, se daba cuenta de lo pequeño que era en comparación a él.
Eran al menos 15 centímetros de diferencia entre sus alturas, y eso bastaba para que le diera ternura cada vez que lo veía en las anchas prendas.
-Sigues mirándome. ¿De verdad no pasa nada? -Se acercó a él.
Se debatió entre si decírselo o no. Sabía que Tanjiro no tenía estaba en buenos términos con su estatura. Pero igual decidió arriesgarse.
-Eres pequeño.
-Ya lo sé. -Rodó sus ojos. -Cada vez que no puedo alcanzar algo me doy cuenta y me quejo con el universo por no dejarme crecer.
-Pero te ves lindo.
Un leve sonrojo cubrió su rostro.
-¿Y en qué compensa eso mi estatura? -Tomó asiento en las piernas del otro.
Giyuu se tomó su tiempo recopilando todas las razones que reespaldaban su argumento y pensó la manera más acertada de expresar cada una de ellas.
-Cuando te abrazo, tu cabeza apenas y llega a mi pecho. Puedo fácilmente cubrir tu cuerpo con el mío, como una especie de manta protectora.
En su interior, Tanjiro le daba la razón en el hecho de que se sentía seguro entre sus brazos.
-Puedo cargarte con facilidad cuando te quedas dormido en el sofá o en la mesa. Eres compacto y puedo llevarte a todos lados.
-¿Cómo un producto que puedes llevar en una maleta o bolso?
-¡No! -Sintió como el otro saltó en señal de haberse asustado con el repentino cambio en su tono de voz. -No es para nada como un producto. Digo, solo hice uso de la palabra para que comprendieras mejor mi idea.
-Está bien, tranquilo. Solo estoy jugando contigo, es todo. Puedes volver a tu lista.
Se aclaró la voz para pasar al siguiente punto.
-Te ves muy tierno cuando usas mi ropa, porque claramente, te queda unas tallas más grande. Como ahora, por ejemplo. -Estiró un poco la tela del suéter.
-Las uso porque huelen a ti. Es como una especie de arrullo que me hace sentir tranquilo.
Le recordaban a él cuando estaba ausente en casa debido al trabajo. Podía dormir tranquilo y sentir como si estuviera ahí con él.
-Juntándolo todo, es algo así: Me gusta sentir que puedo protegerte y que puedes refugiarte en mí cuando las cosas vayan mal. Mi prioridad es tu felicidad y tu seguridad, y estoy feliz de poder garantizar eso para ti.
La cabeza de Tanjiro dio un golpecito en su pecho, ocultándose. Creyó que era por la vergüenza, pero una sensación de humedad en esa zona le hizo preocuparse.
-¿Por qué lloras? Tanjiro, háblame. -Comenzaba a desesperarse un poco.
-Estoy feliz, es todo. Y además -Alejó su rostro y lo limpió con el dorso de su mano. -Estoy agradecido de tenerte a mi lado.
-Siempre seré tu refugio, no lo olvides.
Imposible olvidarlo.
Dejaría de quejarse de su estatura de ahora en adelante.
O al menos, lo intentaría.
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