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Han pasado tres días desde que sentí que mi corazón iba a salir de mi pecho y que mi cara se quemaría por tanto color concentrado en esa zona. Mi vida luego transcurrió normal, supongo, porque de ser la don nadie legendaria del instituto pase a ser el centro de atención medio negativo de todos. Me sentía muy incómoda con todas las miradas raras que habían sobre mí así que me limité a no salir del laboratorio y a llegar súper temprano para no toparme con los estudiantes, se podría decir que la única comunicación –si se le puede llamar así– que tuve con el mundo escolar es cuando voy a clases curriculares.





Me había concentrado en investigar y mejorar mi fórmula que hizo que todo mi mundo se fuera de cabeza, quería tener amigos ahora tengo un pretendiente no deseado. Pensé que sería genial dejar la fórmula como estaba, aunque yo no quisiera tener un amorío egoísta, otras personas sí y yo no era nadie para criticarlos. Lo importante para mí era hacerme famosa con el producto y ganar dinero que ahorraría para toda mi vida porque soy una tacaña.


En fin, hasta había pensado en ponerle un nombre maravilloso para la posion, pero mi mente no servía para nada.



Estaba rayando una hoja buscando nombres que fueran acorde con el producto y fueran pegadizos cuando un grito ahogado se escuchó en el laboratorio.

Con curiosidad miré hacia la puerta y me encontré con el famosísimo, talentoso, increíble, super guapo: Yuno.






Estaba recostado de la puerta de cristal del laboratorio, su uniforme estaba bien puesto y su cabello parecía de recién levantado, su rostro que parecía tallado por los mismos dioses estaba indiferente ante todo lo que pasaba a su alrededor. Cuando sus ojos avellanas miraron a mí dirección sentí la necesidad de decir una palabrota, pero me contuve.





No sé cómo le ordené a mi cerebro que saliera del estupor, pero regresé al planeta y con mi cuerpo rígido y nervioso llegué hasta la puerta para desbloquearla.



— Eres Lilent ¿cierto?— su voz fría me recibió inmediatamente, yo no sabía que decir, o sea, sabía que era yo obvio, lo que no sabía era para que me buscaba o como decirle que era yo sin sonar pateticcamente nerviosa. Solo asentí un vez.— Bueno, Asta me envió a buscarte.






Regresé del todo al mundo cuando Yuno mencionó a Asta. Yuno y Asta eran un dúo perfecto, eran amigos de la infancia, ambos eran huérfanos y ambos tenían un talento excepcional en lo que hacían. Mientras Asta se destacaba en los deportes, Yuno se destacaba en todo los ámbitos de la ciencia, enfocándose en la biología. Aparte de todo eso los dos eran los dos chicos con lo clubes de fans más grande de el instituto.

No me sorprendía que Yuno estuviera aquí si Asta lo mandó a buscarme. La cosa está en que yo tenía días evitando a Asta, por miedo o por protección, no tenía idea pero después de decirme a mí misma que podía darle una oportunidad para ser mi amigo de repente al otro día me entró mucho miedo al pensar en enfrentarlo.

— ¿A mí? ¿Por qué?— pregunté aturdida, no bastaba con que Yuno apareciera de repente frente a mí luciendo perfecto, también tenía que mencionar a Asta, ni némesis ahora mismo.



— Su partido está por empezar.— dijo y me miró nuevamente, yo me quedé ahí parada aturdida. "¿Y qué?" Quise preguntarle en ese momento pero pensé que sería muy irrespetuoso hablarle así al chico más guapo del instituto.— Quiere que vayas. En el gimnasio.





Y se fue, me dejó a parada en medio la puerta desconcertada y ahora asustada. ¿Asta quería verme? ¿Otra vez? ¿En un partido? Eso no me entusiasmaba para nada.





Love potion «Asta»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora