EL HONOR DE UNA DAMA

CAPITULO 10

EL HONOR DE UNA DAMA
CAPITULO 10.
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—..Candy ¡Candy! —Grita el conde dentro del carruaje furioso, su instinto de padre le hizo en todo el camino no dejar de mirar por la ventanilla, su adorada hija galopaba detrás de él, y vio como se había caído del caballo.
Intenta batallar dentro del carruaje, pero lograron contenerlo de modo que no podía mover más que las piernas.
—¡Deténganse malnacidos!

—A estas alturas no podemos detenernos —Menciona el hombre con una sonrisa debajo de la máscara —Ahora la pequeña Candy tendrá que acceder a mis condiciones.

—Usted... ¿Qué es lo que quiere? Quítese la máscara y muestres como los hombres. Tenga honor al menos.

—¡Los caballeros y su honor! A estas alturas me dan risas. El honor por aquí, el honor por allá. Con eso no se pagan las humillaciones, milord —Dice con burla el hombre que no deja de burlarse del conde. Pero por dentro está a hirviendo de la rabia.

No quería al viejo ¡Quería a la chica!

—Escucheme bien, bastardo...—El conde se intenta poner de pie para enfrentarse a ese individuo que había osado irrumpir en su morada, amenazar a su hija y sacarlos a mitad de la noche, pero nñal estar sujeto solo pudo hacer una promesa —Escúcheme muy bien porque no se lo voy a repetir... si de algo estoy más que seguro, es que mi Candy no se va a dejar engatusar por alguien como usted.

—Oh, milord, siempre hay maneras para que hasta alguien con un corazón de piedra como su pajarito dorado ceda.

Posterior a ello, Lord White recibe un golpe en la nuca y cae recostado del asiento. Los eventos de esa noche serían el inicio de los problemas para el conde y su hija.

.......
El cuerpo le duele, al igual que la cabeza, las ropas están pegajosas y apenas si puede abrir los ojos. Descubre el sol atravesando las ramas de un enorme árbol, sus manos acarician el césped cálido, todo huele a tierra mojada, era su aroma favorito. No sabe en dónde está, pero el aroma a manzanas y el sonido de agua corriendo es un indicativo de que sigue en el campo.

Se incorpora lentamente, esta mareada y trata de no volver a acostarse hasta que la sangre fluya correctamente por su cuerpo, descubre a Cleopatra pastando con otro caballo negro, se da cuenta de que sigue en bata de dormir y que está descalza, con sus pies lastimados, las mejillas las tiene hinchadas, gime al recordar los eventos de la noche anterior, como se metieron a su casa para secuestrarla, a Sean defendiendola y como su padre era empujado a ese carruaje. La imagen de ese escudo sigue fresca en su memoria, y solo quiere ir y recuperar a su padre.

—Ese... ¿En dónde está? —Se gira sobre el suelo, nota que está en una colina por el alto terreno y la buena visibilidad, se fija en el río que está descendiendola, se levanta para caminar lentamente hasta allá, pero tropieza y cae en sus intentos, está muy débil, pero aún así se logra poner en pie y camina con lentitud.

A medida que se está acercando, el sol parece que brilla más y se refleja en el agua del río, ahí descubre una figura que va tomando forma, y se detiene en seco al descubrir que era un hombre que se estaba bañando ¡Desnudo! Y al instante el rostro de Candy se sonroja.

El corazón le empieza a latir con fuerza, nunca antes había visto a un hombre desnudo, y en su máxima expresión, ese era uno viril, cuya pálida piel resplandecía con el sol, el cabello largo y oscuro que descendía por debajo de los hombros aunado con los delgados pero fortalecidos brazos. Quizás eso fue lo que más le llamo la atención a Candy, el extremo grado de delgadez de ese hombre que apenas dió la vuelta hizo que la boca se le abriera, la rubia lo detalla hasta que en su examen visual descubre lo que los hombres tienen en la entrepierna y entonces, él alza la mirada y la descubre.