02; Happy birthday

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En donde Vanitas nunca festejó su cumpleaños, ni el de nadie, pero sí el de Noé ❜

⚠ Con la temática del anime, pero sin ser basado en los hechos de este.

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Vanitas ha pasado media hora estático frente la puerta de su habitación en el hotel, considerando seriamente tirar esa estúpida tarta de manzanas acarameladas por la ventana más cercana y no tomarle más importancias al día que había agendado en su memoria. Pero se quedó ahí, con las mejillas arreboladas por el desastre de emociones, temblando descontroladamente por sostener la bandeja plateada.

Para nadie es un secreto que Vanitas se muestra reacio a la idea de celebrar su propio cumpleaños, lo considera innecesario, principalmente porque siempre ha sido una fecha lúgubre.

En el tiempo que estuvo con su padre fue una fecha lúgubre, empañado por el aniversario de la muerte de su madre. Y en el tiempo que estuvo en el laboratorio del doctor, no tuvo la fuerzas suficientes para preocuparse por el pasar de los días. Las circunstancias lo hicieron una persona no gregaria y casquivana. Celebrar el cumpleaños de los demás estaba fuera de los límites impuestos por sí mismo y su perfecto margen para marcar distancia.

Nunca esperó que el niño del arca pudiera traspasar fácilmente las líneas de lo que consideraba su libertad; su soledad, como sí fueran contornos de un dibujo infantil y no le importara salirse de la raya.

Con nula cautela logró acortar la distancia que mantenía con todos los demás. De forma paulatina se había infiltrado por las hendiduras de su murallas, metiéndose entre sus grietas, demostrando que su seguridad se desmenuzaba o era obsoleta solamente por él.

Vanitas no lo comprende. ¿Dónde están todos sus límites? Es algo absurdo o increíblemente irónico el hecho de preocuparse por darle un regalo de cumpleaños a alguien.

Y aun temblando por querer huir, se encontraba ahí, de cuclillas frente al vampiro. Noé dormía profundamente a los pies de la cama.

Un amago de sonrisa apareció en el rostro del azabache, con una mano sostenía la bandeja y con la otra hundía su dedo en la mejilla morena, punteando repetidas veces hasta lograr despertarle.

Noé se removió incómodo por el helado suelo, acurrucado entre los edredones. Descorrió lentamente los ojos, moviendo sus tupidas pestañas de escarcha.

—¿Vanitas? —la voz ronca pronunciando su nombre, hizo que el humano se estremeciera.

—Despierta, tengo algo para ti.

La mirada púrpura se dedicó a admirar el rostro del azabache, parecía levemente cansado, abrumado y enojado por algo. Quería preguntarle que ocurría, más algo llamó su fácil atención.

—¡Tarte Tatin! —exclamó el moreno, y antes de que parpadeará ya lo tenía revoloteando a su alrededor, encantado por la deliciosa apariencia del manjar de manzanas caramelizadas que tanto le fascinaba —. ¿Por qué? —inquirió, confundido por el amigable e inusual gesto de su compañero.

“¿Por qué?” ha inquirido la vocecilla en su mente, como constantes ecos acusadores durante toda la noche, martirizando. Se encoge de hombros, y saca un cubierto de sus bolsillos para estirarlo en dirección al vampiro de cabellos albinos.

—Ya prueba esta cosa de una vez, antes de que llenes el piso con tus asquerosas babas —dejó la pequeña bandeja en las manos contrarias, evitando olímpicamente responder la pregunta.

—¿Lo preparaste tú?

—¿Creés que gastaría mi tiempo preparando algo para ti? Que creído resultaste, Archiviste —mentiroso. Era un mentiroso.

Se había levantado en la madrugada para preparar la tarta de manzanas caramelizadas, y morir de asco cada que tocaba probarla. No se arrepiente. Valía la pena.

Noé abrió la boca para llevarse la cucharilla llena de ese aperitivo, degustando y exclamando en adorables ruidos por su melado sabor. Balbuceando algunos '¡Maravilloso!’ que eran casi ininteligibles por tener esas mejillas llenas de tarta, gracias a la avaricia de no conformarse con una pequeña porción.

Sus exageradas expresiones le parecían hilarantes. Para Vanitas fue imposible disimular sus sonrisas, y ocultar la vergüenza que coloreaba sus mejillas.

—Más te vale regalarme algo de mi agrado el siete de febrero.

Gracias a su densidad Noé no comprendió a la primera sus palabras, intuía que era uno de los tantos enigmas que soltaba ese egocéntrico mortal. Sin embargo, cuando su atontada mente comenzó a sumar y a restar con manzanas, entendió lo que quería decir.

Noé quedó maravillado por la revelación, conocía tan poco del humano portador del grimorio, que cada pequeño detalle le resultaba un gran descubrimiento. Vanitas se acercó al marco de la puerta, con las intenciones de marcharse sin decir palabra alguna, pero dejó escapar las que quería decir desde que el vampiro despertó.

Feliz cumpleaños, Noé.

Las palabras resonaron en la habitación, seguido del sonido de la puerta siendo cerrada, reverberando en los bordes, haciendo que el peliblanco se enrojeciera, encantado, y no precisamente por lo delicioso del manjar.

❛𝙎𝙤 𝙩𝙚𝙣𝙙𝙚𝙧𝙡𝙮 𝙖𝙣𝙙 𝙚𝙣𝙙𝙡𝙚𝙨𝙨𝙡𝙮❜ ─「ⱽᵃⁿⁱᵗᵃˢ ⁿᵒ ᶜᵃʳᵗᵉ | ⱽᵃⁿᵒᵉ 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora