Capítulo 43

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DESCONOCIDO

Odio mancharme las manos. Odio que me desobedezcan. Odio ensuciar mis pantalones de vestir o camisa. Odio que las chicas me hagan perder la paciencia, en especial esta hija de mierda que no ha parado de darme problemas desde que conocí a su preciosa hermanita. Mi hermoso pajarito enjaulado que me ayudó a concentrarme (por completo) en mis objetivos.

Ahora tenía en claro que algunos de estos habían cambiado; algunas variables que jamás tomé en cuenta y las creí una remota posibilidad: estaban tomando forma. No consideré el amor un obstáculo para mis planes. Subestimé su poder sobre mí, jamás pensé que podría ser posible que alguien como yo pudiera entregarse a otra persona, al menos espiritualmente.

Esa niña está llena de sorpresas.

También maté a esa perra entrometida por mí, no lo voy a negar; pero, en especial, lo hice por ella, para que no siguiera molestando a mi preciado pajarito enjaulado, mi LiLith. Ella tenía que ser mía, tenía que hacerla mía, tenía que hacerla recordar lo que fuimos, lo que somos, lo que aún nos quedaba por cumplir. Ahora sabía que ella vivía, que ha vuelto y que jamás desapareció del todo cuando esos malditos la sedaron y apartaron de mi lado... como hicieron hace varios años.

Ellos me la quitaron, me la arrebataron como si mi opinión no les hubiera importado.

Pero eso dejó de ser mi punto de quiebre hace años, los mismos asfixiantes años que me sirvieron para planificar mi venganza, afinar mis torturas, porque esa fue la respuesta a mi locura, lo único que me mantuvo cuerdo mientras yacía sentado en medio de mi blanca habitación acolchada (para no hacerme daño), cruzado de piernas y con la vista en un punto insignificante en una esquina de mi habitación. Mientras ellos creían que el loquito estaba sentado ahí, casi muerto en vida, aparentando estabilidad..., mi mente indescifrable armaba un perfecto plan, para rescatar lo que por derecho me pertenecía y me pertenecerá para siempre.

Falta muy poco.

Ya casi es hora.

Estoy cerca de ella.

Si lo deseara podría irrumpir en su cárcel, matar a cada mentiroso que me ha negado conocerla, tomarla en mis brazos y alejarla de toda la masacre que planeo soltar sobre las falsas cabezas de su familia.

Ellos tienen que pagar. Todos tienen que pagar.

Porque ellos tenían la culpa de haberme alejado de ella, de su preciosa carita que jamás pude ver cuando nació, de su primer día de escuela, de sus dibujos ocultos bajo su almohada, que siempre revelaron su verdadera naturaleza, o de ese diente de leche que perdió en su primera caída de bicicleta. Aún conservo esa belleza en mi billetera. Fue su primer obsequio para mí.

Cuando me doy cuenta de lo que he hecho, es demasiado tarde, —Mierda. —Matar a Marilú no estaba en mis planes, al menos no todavía. Quería divertirme con ella mientras conseguía a LiLith.

No controlé mis impulsos esta vez, por enésima vez esta semana; ha sido un infierno descontrolado estos últimos días. No he podido dormir adecuadamente por los imprevistos durante su estadía en esa finca. Se me dificulta cada vez más y más seguir mis propios pasos, no cometer errores. La paciencia no es mi mejor cualidad.

Pero está bien. Todo va mejor que nunca. Ella, sin saberlo, estaba ayudándome a reunirnos, a volver a vernos como cuando tenía siete años, y creyó que había intentado abusar de ellas, cuando en realidad sólo quería hablarle sobre nosotros.

—¡No! —gritó; sus mejillas ardieron en lágrimas. Su cara era puro terror—. ¡No nos haga daño, por favor! ¡Por favor, no nos lastime!

Sus manitas se pusieron delante de su cuerpo, tratando de impedir el acercamiento del mío.

En esa época, Lilith se autodenominaba en plural; habría sido más fácil recuperarla durante ese año que pasó de hospital en hospital psiquiátrico.

—LiLith, por favor... —intenté hacerla entrar en razón.

—¡No! ¡No se nos acerque! ¡No nos lastime!

—Pajarito, por favor...

Y, entonces, se arrodilló y puso sus manos en penitencia, cerrando sus ojos y meciéndose de un lado a otro sin control sobre su cuerpo.

—Dios es mi salvador, nada me faltará. Dios es mi salvador, nada me faltará. Dios es mi salvador, nada me faltará. Dios es mi salvador, nada me faltará... —lo repitió unas mil veces hasta que se calmó—. Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga en nosotros tu reino. Hágase tu voluntad ya sea en la tierra como en el...

No quise seguir escuchándola. No podía seguir viéndola en ese estado de locura. Pero, ¿qué le habían hecho? Siempre creí que mi psicopatía era lo más horrible que había visto en esta vida; qué equivocado estaba si antes no presencié las consecuencias de su reprimido estilo de vida.

Ese día juré arrancarle de la cabeza esos malditos pensamientos religiosos, junto con esas emociones despertadas hacia ese par de hermanastros. Malditos. Yo prácticamente los crié, les enseñé todo lo que saben, fórmanos esta maldita sociedad y, ¿así es como me lo agradecen? ¿Enamorando a mi preciado ángel? ¿Qué carajo's estaban haciendo de todos modos con ella? Creí haberles dado instrucciones claras acerca de cómo manejaríamos las cosas. Ahora, ninguno de esos bastardos contesta mis mensajes o responde mis llamadas.

No sé qué carajo's está pasando.

Tomo el maldito celular de mis pantalones de vestir y marco el número de mi socio. Él me ayudará a deshacerme de este cuerpo. Escucho los tonos de llamada, pero nadie contesta.

Maldición.

Lo intento una y otra vez, pero nada.

¿En dónde se habrá metido?

No tengo mensajes o correos de voz nuevos de su parte. ¿Por qué no se reportó hoy en primer lugar? ¿Qué estuvo haciendo todo el día que lo mantuvo tan ocupado? Sé que tiene una coartada que cumplir dentro de esa finca, pero mantenerme informado es una de sus principales tareas.

Ahora resulta que tampoco mi subordinado atiende mis llamadas.

Furioso, me quito el celular de la oreja y gruño contra el maldito aparato, apenas gesticulando:

—¿Qué puta's madre's pasa, Juan?

— • — • — • — • — • —

Capítulo corto hoy. Sorry... 🥺🥺🥺

Disculpen y recontra disculpen que no haya actualizado por tantos días; estuve en casa de mi abuela y ahí no hay nada de internet. Además, es difícil escribir cuando tienes que cuidar o atender a otro ser humano. No hablo de un bebé, eh; no estoy embarazada. Hablo de mi abuela y de mis pequeños primos.
Bueno, muchísimas gracias por ser tan pacientes.
Espero que hayan disfrutado el capítulo.
Trataré de actualizar pronto.
Promesa ✌🏻

¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora