Capítulo único.

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Ella no tenía idea de cómo ni cuándo comenzó todo, siquiera se llegó a imaginar que su situación sería así después de un tiempo. Tal parecía que estaba en alguna especie de pesadilla terrible de la cual quería escapar y a la vez intentar más que nunca solucionar la penumbra.

Recuerda los momentos preciosos en los que su boca siempre mostraba una sonrisa; imágenes en su mente que se reproducían como una bonita historia para leer. Ella simplemente, intentaba atesorar lo que se le había regalado antes de que desapareciera por completo lo hermoso de ello.

Su vestido de bodas en manos, lágrimas dibujando un riachuelo en sus mejillas, y una expresión nostálgica y desolada. Todo eso forma parte de su situación actual, de la cual no sabía cómo seguir a flote por mucho tiempo.

"¡Qué maravilla! Ser la esposa del héroe nº1... Ha de ser lo mejor"

"¡¿Qué se siente ser la esposa de uno de los mejores héroes?!"

"¡Ha de ser tan romántico!"

No pudo dejar de pensar en esas preguntas y comentarios que le hicieron alguna vez el día de su boda, que para ese entonces estando tan dichosa y feliz sus palabras solo desbordaron amor y afecto.

Pero ahora, de seguro su mente y corazón explotarían intentando conciliar alguna respuesta que no fuera difícil de modular o de respaldar con su rostro.

Sinceramente, su vida de unos años para acá se había trastornado de una manera que antes ni podría imaginar. La ansiedad comenzaba a visitarla con más frecuencia a consecuencia de eso y ella no estaba haciendo nada para evitarlo.

Apretó en sus manos la tela suave y tersa, odiando cuando más lágrimas se marcaron en ésta sin reparo alguno. Se sentía cansada. Decepcionada de cómo estaban transcurriendo las cosas. Se hallaba fuera de sí misma.

Pero siempre había algo que la despertaba de aquél punto en blanco; que le hacía retornar al entonces y no mitigar en el pasado por más tiempo del que se debería.

-¡Mamá, mamá!

Oyó sus voces, cada una parecía una campanita dulce viniendo hacia ella para hacerla despertar. Eran su ancla en todo momento, quiénes la impulsaban a no caer en las profundidades y avanzar sin importar nada.

-¿Sí? ¿Qué sucede, tesoros? -su voz tembló un poco, sin embargo pudo mantenerla.

Resolvió rápido en guardar el vestido y limpiar las lágrimas en su rostro, mirándose en el espejo para despejar su aspecto de cualquier cosa que les indicara a los niños que no estaba bien, aún sí la puerta permanecía con el pestillo.

-¡Hoy es el día en que papá regresará! -Anunciaron ambos y ella sintió un escalofrío al oírlo.

Tardó unos segundos más en arreglarse y salió tan pronto como su rostro retomó su dulce expresión. Digna para sus retoños, quiénes merecían el mejor semblante.

Admiró aquellos luceros que le miraban con emoción, y sonrió cálidamente mientras se agachaba a su altura, abrazándolos para poder recobrar energías.

-¡Eso es asombroso! Prepararé la mejor cena para papá entonces. -Alborotó el cabello de Midori y cargó a Ruri quién se carcajeó abrazando su cuello.

-¡Y también haremos postre! -exclamó la pequeña con ojos idénticos a los de la muchacha-. A papá le gustan mucho, mucho.

La madre asintió, sonriendo a su criatura y dejando un beso en su pecosa mejilla. Amándola tanto cómo podía en tranquilidad y llenándose de esa armonía que transmitían ambos niños.

Trasfondo. (Izuku Midoriya) BNHA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora