70- La Fiesta de Slughorn

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Una vez más la nieve formaba remolinos tras las heladas ventanas puesto que se acercaba la Navidad.

Como todos los años y sin ayuda alguna, Hagrid ya había llevado los doce árboles navideños al Gran Comedor; había guirnaldas de acebo y espumillones enroscados en los pasamanos de las escaleras; dentro de los cascos de las armaduras ardían velas perennes, y del techo de los pasillos colgaban a intervalos regulares grandes ramos de muérdago.

El profesor Snape como tal habia estado enviadonos recados a Malfoy y a mí con diversos alumnos de Slytherin para avisarnos que debíamos ir a su despacho pero no teniamos el plan de ir.

La ansiedad o los nervios (no sabía con exactitud cual era) me visitaban diariamente cada noche y para tranquilizarme preparaba la poción del Filtro de la Paz. El único problema es que tenia escazos ingredientes para seguir preparándola.

No habian pasado muchos días después del partido de Quidditch y estar sentada en el sillón de la mazmorra no me era tan bueno debido al montón de bulla que generaban los estudiantes.

No habia estado durmiendo tan bien tanto como los demás días. Me habia estado desvelando desde la vez en la que le prometí a McGonagall asistir a sus clases y entregar tareas a los demás profesores.

Estar pendiente de los demás alumnos, asistir a clases, hacer tareas hasta media noche, buscar otro plan para asesinar a Albus y tratar de reparar el armario evanescente resultaba agotador.

Mi codo se hallaba recargado en el descansa brazo del sillón mientras que la palma de mi mano posaba en mi frente y trataba de ignorar con los ojos cerrados los diversos murmullos de mi al rededor para poder dormir, pero no fue hasta que sentí que a mi lado el sillón se hundió que dejé de pensar en dormir.

-Vaya, Riddle -exclamó la voz de Parkinson- Te ves terrible... bueno, mucho más de lo que te ves siempre.

Alzé las cejas fingiendo sorpresa aún teniendo los ojos cerrados.

-¿Por qué esa cara? -preguntó subiendo los pies al sillón esperando mi respuesta pero no le respondí-... Uh, ya recordé porque -dicho esto soltó una risita- Es por que te has salido del equipo de Quidditch, ¿cierto?

Respiré profundo.

-Bueno, Riddle, no te pongas sentimental -dijo- De todas formas, no te servía de nada ganarle a Hufflepuff o a Ravenclaw si no le ganabas nunca a Gryffindor.

Empecé a mover rápidamente la pierna.

-Yo merecía ser la Prefecta de Slytherin y Draco el capitán de Quidditch, no tú. -Susurró secamente- ¿Qué te ven de especial?... "la mejor alumna de Hogwarts", "de las mejores en ajedrez"... "la mejor del equipo de quidditch" -se burló haciendo más chillona su voz- Yo solo creo que todo es falso.

Suspiré.

-Dicen que eres una genio, pero veo que eres más estúpida que cualquier otra persona -abrí los ojos- Ni siquiera sé porque somos amigas.

Me aguanté la risa poniendo la mano entre mi boca.

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La noche anterior a la fiesta de Slughorn habia estado con Draco vagando por el castillo un rato sin acompañia porque Crabbe y Goyle estaban castigados.

En la clase de Transformación el tema de ese día era cambiar el color de nuestra ceja a uno que fuese llamativo y al terminar la clase, una de mis cejas terminó de un azul marino porque ya no alcancé a devolverla a su color natural.

Brown cuando me vió, no pudo evitar carcajearse al notar de que color estaba mi ceja. No me molestaba, incluso a mi me daba gracia también.

Ese mismo día sería la fiesta de Slughorn, por lo que después de asistir, tendríamos todo derecho de marcharnos de Hogwarts hacia nuestro hogares, no obstante, yo debía quedarme en el colegio a pasar las navidades ahí.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora