Carlo y Toni quieren dar el mejor regalo navideño que sus padres alguna vez hayan recibido, por lo que deciden hacer una documentación de la historia de amor de estos. Indagan sus vidas de niños a adultos, de delincuentes a agentes, de buenas y de m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
★ → ← ☆★ → ← ☆★ → ← ☆
Para Carlo, las fiestas decembrinas no eran la gran cosa. El espíritu navideño no lo ataviaba o emocionaba particularmente; de hecho, odiaba tener que ser siempre el que desanudaba las guías de luces para ponérselas al árbol, en verdad era fastidioso pasarse una hora completa rodeado de cables. Aunque claro, también traía cosas buenas, como los postres que su "má" horneaba en compensación a un arduo trabajo, el chocolate caliente y, ya en el día de la verdad, comer pavo hasta reventar.
A sus plenos 13 años, estaba en su etapa de Grinch odioso. Pero, en la familia Pérez-García, cuando "la mamma" estaba feliz por algo, nadie tenía corazón para llevarle la contraria.
—Oh baby, all I want for Christmas is you —tarareaba Gustabo, moviendo las caderas al son de la música.
A diferencia de Carlo, Toni (su hermano menor) lucía emocionado, coreando la melodía al adulto. Terminaba de colocar la última de las bolas de cristal escarchadas entre las ramas del árbol. Él también parecía disfrutar de la época.
Era 1 de diciembre. Si se lo preguntaran a Carlo, él diría que era muy pronto como para andar tan inyectado con el exceso de la navidad. Pero tampoco iba a quejarse, pues entendía la razón: sus padres iban a viajar por motivos de trabajo a Washington D.C. y regresarían a penas el 20 de diciembre. A pesar de ser cinco días antes de la festividad, el clima de ese mes era un caos, con tormentas de nieve, calles cerradas, vuelos con escalas, y otras cosas que le daba pereza mencionar. Entonces, sí, ese día era el único que tendrían como familia para organizarlo todo y dejarlo listo.
Pero, joder, si su mamma repetía "All I Want For Christmas Is You" una vez más, iba a gritar.
Disimuladamente, caminó al sofá, con intenciones de adueñarse del mando y deshacer el bucle en la canción. Ya le daba igual cuál fuera la siguiente, mientras fuese otra. Devolvió el control a su lugar previo y se hizo el desentendido cuando "Jingle Bells" sonó por los altavoces. A su "má" poco pareció importarle, pues se acopló al cambio de ritmo, reanudando el canto.
Menos mal.
—Má, ¿podemos ir al aeropuerto a despedirlos? —preguntó Toni, acomodándose en el sofá con una manta roja encima para aplacar el frío gélido de la temporada, luego de culminar la decoración.
—No creo, cariño. Partimos de madrugada —fue la respuesta—, preferiría que se quedaran durmiendo.
Carlo arrugó el ceño, con una interrogante en mente.
