Contra toda lógica, el murmullo del campo fue opacado por el golpe sordo de un cuerpo cayendo contra el piso. Sucedió en un instante y antes de dase cuenta su vista estaba vuelta hacia arriba.
El cielo era azul como todos los días, sin embargo, le pareció diferente cuando lo miró en ese momento. Se sintió, de alguna manera, mucho más hermoso que nunca, más deslumbrante, más entrañable. Las nubes también habían adquirido cierto encanto que antes no había notado. De pronto parecían tan esponjosas y mullidas que se imaginó recostada sobre estas, y se preguntó cómo sería la vista desde donde estas se encontraban.
Pero esos deliciosos pensamientos no duraron lo suficiente.
Era curioso ¿estaba muriendo? Se sentía como si agonizara. Era la sensación más extraña que jamás había sentido.
Poco a poco dejaba de sentir sus extremidades o escuchar nada y ahora su visión se volvía borrosa, desbaratando poco a poco el tono azul del cielo hasta convertirse en un todo negro opresivo.
No sabía si estaba llorando, no podía percibir sensación alguna que no fuera su estado mental de miedo o angustia. Era como estar en la nada. ¿Seguía existiendo? se preguntó, pero todo seguía igual. ¿Seguía respirando? El movimiento de sus pulmones era imperceptible. Lo mismo sucedía con el latido de su corazón.
Un segundo.
Un minuto.
Una hora...
El tiempo también pareció perder sentido, pero su conciencia persistía, abriéndose camino a través de su mente, ¿cierto? porque si no ¿entonces a quién le pertenecían esos pensamientos? No encontró respuesta y la infinita permanencia de la nada solo acrecentaba la angustia.
Otro segundo.
Otro minuto.
Otra hora...
Aún nada, y luego una pizca de esperanza.
Las puntas de sus dedos parecían hormiguear y pudo percatarse de la posición de su cuerpo en el espacio.
Recordaba a la perfección haber caído sin sentir dolor, pero ahora un estallido comenzaba a hacerse presente en la parte posterior de su cabeza extendiéndose radialmente, seguido por un zumbido muy tenue en sus oídos que poco a poco comenzó a convertirte en murmullos lejanos.
Cada vez era más consciente de la corporeidad de su existencia y solo así fue como sintió en su pecho algo apretujándose, esta vez en un sentimiento positivo. Los latidos de su corazón se hicieron más perceptibles, al igual que su respiración.
Seguía viva.
— ¡______!¡______! —Gritos que parecían lejanos pronunciaron su nombre con urgencia.
Aún no podía moverse, pero el hormigueo esparciéndose en sus extremidades le hizo saber que pronto podría hacerlo.
—¡Maldición Alek! ¿qué pasó? —Era una voz de mujer adulta. La reconocería donde fuera. Era quien se encargaba de criarla. La persona más parecida a una madre que tenía.
—N-no sé, y-yo no q-quería-
El sonoro estallido de un golpe resonó en el lugar. No hacía falta mirar para saber que Alek había recibido una bofetada.
Para ese punto podía sentir que lágrimas se desbordaban por su rostro.
—______, mírame. ¿Puedes oírme?
Sintió unos brazos que la envolvían, resguardándola en un calor que perturbó sus pensamientos negativos.
Jin Sakurai... una mujer que siempre había transmitido esa energía cálida y sosegada con su mera presencia. Desde que se habían encontrado siempre había sido de esa manera y no recordaba una sola vez que no fuera así... excepto en ese momento, en esa situación contradictoria donde los brazos que siempre se habían sentido maternales se volvieron asfixiantes.
Intentó apartarse a duras penas, pero sus músculos aún se sentían entumecidos. Los gimoteos de Alek no ayudaban tampoco y la persistencia de la oscuridad solo acrecentó el miedo, haciendo que la desesperación comenzara a borbotear en su interior.
Parpadeó repetidas veces, percatándose del origen de su angustia.
—Te escucho, pero... —su voz salió por fin, más como un murmullo ronco. Sus cuerdas vocales también se sentían debilitadas—. Se ve todo oscuro.
Con movimientos torpes, llevó sus pequeñas manos de infante hacia su rostro, tanteando alrededor de sus ojos en busca del inexplicable objeto que les impedía a sus ojos el paso de la luz.
Claro estaba no halló nada y el llanto de Alek se volvía cada vez más irritante. En cualquier momento podría explotar.
—¿Qué fue lo que pasó? —Preguntó Jin con voz autoritaria, pero podía notar que contenía el nerviosismo.
La voz temblorosa de Alek se escuchó a pocos metros de distancia.
—Y-yo usé mi técnica en ella. Fue un accidente.
El agarre de Jin sobre el cuerpo de ______ se tensó. Sintió como era levantada y se vio obligada a mantenerse en pie a pesar de las protestas de sus músculos.
Era como si le hubieran drenado toda la energía; podía sentir cada célula de su cuerpo entumecida, en shock por el evento desconocido que había azotado su cuerpo.
— ¿Usaste tu técnica maldita en tu propia hermana?
Podía adivinarlo, no hacía falta verla para saber que apretaba la mandíbula. El nerviosismo se había convertido en enfado.
Alek... todo comenzaba a cobrar sentido.
Pero no pasó ni siquiera un minuto cuando sintió todo irse abajo. De nuevo era ella. Sintió como una niebla densa cubría su mente, dejando sus pensamientos en un estado brumoso con su conciencia tanteando entre el fino velo que la separaba del letargo.