El cielo en Lakewood

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Ese día llegó con su irresistible y hermosa sonrisa, para invitarme hacer un descanso en Lakewood. Él es mi adorado príncipe de la colina, y no he logrado dormir ni calmar un poco, el agobio que me causa, de no tener el valor de sujetar su dulce y varonil rostro, para probar sus sensuales labios y con ese gesto, demostrarle todo mi amor y lo que alborota aquí dentro de mi pecho, siempre que lo tengo frente a mí. Por fin llegó el momento, entre el azul de su mirada y el cielo de Lakewood, mi amor, Albert, quiero más.

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