Huir

2K 191 19
                                    

POV JULIANA

Sentirme protegida era algo inusual para mí. Por lo cual, siempre encontraba la manera de esconderme, encontrar otro lugar diferente para vivir y sentirme a salvo por un momento. Disfrutando de ese pequeño momento iluso de paz, ya que nunca he podido huir realmente de todo lo que me pasó. Vive siempre dentro de mí, en el fondo de mi mente, aunque pareciera que estaba a salvo. Nunca pude dejar atrás nada. Cuando le daba masajes a la gente, pensaba en mi abuela, en todo lo que ella sacrificó para que yo pudiera seguir con vida y tener algún oficio para mantenerme. Ella siempre fue mi roca y después de que se fue, nunca tuve un momento duradero de refugio emocional. Hasta esa mañana. Esa mañana, después de pasar la noche en medio de escenas inolvidables con Valentina, me sentí llena. No solo de placer carnal, no, era mucho más que eso. Ella me quería como nadie me había querido nunca. Y lo demostró con toda el alma ese amanecer. 

- Juliana ... más fuerte. Ahhh ... eso! - Este discurso salió de su boca, justo después de que metiera dos dedos en su empapado centro, ya con el resto de los orgasmos anteriores. La escena era ella en cuatro, completamente expuesta a mí. Esto solo podría ser un sueño, pero lo disfrutaría hasta que despertara. - Ahh, joder... más... - Sus gemidos harían que me viniera por cuarta vez esa noche y estaba segura de que no sería la última. Esa sucesión de orgasmos, fue la más intensa que jamás había experimentado y me volví adicta, porque en cuanto terminó quise más.

- ¡Ay ... Val! Rue ... date entre mis dedos ... - y lo hizo. Sudorosa, desinhibida, entregada, niña, traviesa, pero con un toque de hada. Ella era única. Su columna se movió para darle vida a ese trasero de porcelana, mientras se tragaba mi mano y yo me deleitaba con su aroma femenino. Quién hubiera pensado que esa persona que se escapaba de un simple toque estaría en esta situación ahora, gritando, apretando mis dedos dentro de ella, haciéndome agua solo sabiendo que sentiría ese calor fluyendo por mi cuerpo nuevamente. 

Terminamos la sesión de placer en una hermosa posición, sentadas una frente a la otra, nuestros cuerpos entrelazados, nuestras manos acariciando cada rincón de nuestra piel. La estimulé mientras chupaba sus dedos que contenían mi líquido caliente justo fuera de mi centro. Nos miramos cómplices de un sentimiento inevitable y era imposible no emocionarme, porque estaba segura de que yo no era la única allí.

- Te quiero, Juls. - Sus ojos azules, aligerados por las lágrimas no derramadas, estaban fijos en los míos y sentí que había tanta sensación que podíamos explotar.

- Me tienes. Y yo también te quiero mucho, Val.- Sonreímos, dejamos fluir el grito reprimido y nos besamos. Esta fue nuestra última acción antes de que nos rindiéramos al cansancio.

Abriendo mis ojos, un poco confundida sin saber exactamente dónde estaba, sonreí. Si hubiera sido un sueño, hubiera sido el más hermoso que había tenido en toda mi vida. Pero no estaba soñando, estaba en su cama, entre las sábanas desordenadas. Yo, completamente desnuda, sentí una brisa que entraba por la puerta del balcón, lo que me hizo temblar. Sentí mi cuerpo, pasando mi mano por mis brazos y piernas, demostrando que estaba vivo y que esto realmente no era un sueño. Volteando hacia un lado, también estaba el cuerpo desnudo de esa Diosa tallada por el diablo. Su largo cabello escondía parte de su almohada, mientras que la sábana solo la dejaba afuera. Podría haber visto esa escena, ella durmiendo pacíficamente y yo siendo su manta, pero los destellos de la noche anterior hicieron que mi centro se moviera involuntariamente y, en un momento atrevido, acerqué mi cuerpo al de ella. Sacudí levemente la cama pero traté de no despertarla todavía. Tan pronto como sentí esa temperatura corporal que emanaba, levanté mi mano y le di a su suave espalda una caricia incontrolable. Estaba fascinada por ese ser. Nunca había visto algo tan hermoso en mi vida, así que necesitaba tocarla para saber si era real. Mis dedos corrieron desde su cuello hasta su espalda baja, sin entrar al lugar cubierto por esa costosa tela. Valentina se movió, lo que me hizo pensar que ahora podría estar despertando. ¿Y cómo hacer que alguien se despierte aún más feliz? Solo pude pensar en una forma. Reemplaza mis dedos con mi boca, dejando besos que comenzaron en su cuello y viajaron a lo largo de su columna vertebral. Con cada toque de mis labios ella se movía un poco más y sonidos suaves salían como suspiros de su garganta. Cuando me acerqué a la parte inferior de su cuerpo, hizo un movimiento más fuerte, lo que me motivó a mirar hacia arriba y ver sus ojos abiertos, somnolientos. Ya su boca estaba despierta, siendo mordida por sus dientes que intentaban contener sus pequeños ruidos para que no se convirtieran en gemidos. Sonreí pidiendo permiso para continuar y recibí una sonrisa compatible en respuesta. Retiré la sábana que todavía la cubría y mis labios fueron directamente a esas suaves porcelanas inmaculadamente. Dejé besos húmedos y ligeros mordiscos en su piel y escuché un pequeño gemido a cambio. Allí sabía que perdería la poca compostura que aún tenía y que ya no tomaría ese ritmo lento al que nos manteníamos.

Tu Toque I Juliantina I TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora