El peor miedo de Maki.

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El camino a casa después de la escuela fue callado. Su padre ni siquiera volteaba a verla por el retrovisor. Su madre tenia la cara metida en el teléfono. 

Habia mucha tensión en el aire. Casi tanta que se podía cortar. No se animo a hablar, ni a decir ninguna palabra. Pero ella sabia lo que le esperaba. 

Al llegar a su casa ella entro primero. Luego sus padres. Su padre azoto la puerta con fuerza al entrar, mientras su madre se dirigía a la cocina, en silencio. Sin mediar palabra, su padre le propino una bofetada con fuerza, tanta que la mano se le quedo marcada.

-¿Crees que es un puto juego Maki?¿Crees que es un puto juego?- Le dio una mas, con mas fuerza.- Soy el maldito mejor cirujano de todo Japón. ¿Que crees que van a decir de mi los demas medicos y cirujanos del país? Que mi hija es una maldita rebelde.- Una mas. La sangre comenzo a salir de una de sus comisuras.- Pues eso no lo voy a permitir. ¿Me oíste? NO-LO-VOY-A-PER-MI-TIR.- Se dio media vuelta y salio hacia el patio, dirigiéndose a su cobertizo. Maki sabia lo que iba a pasar, así que corrió hacia el estudio donde estaba su piano y se puso en la puerta. No iba a dejar que su padre destruyera lo único que la hacia feliz. 

Sin embargo, era tarde. El entro a la casa, hacha en mano, decidido a acabar con lo que consideraba la raiz de la "rebeldía" de Maki. Su madre salio de la cocina con una copa de vino, y con frialdad le dijo que se quitara de la puerta. Maki no accedió. Se quedo firme donde estaba, mientras las lagrimas bajaban por sus mejillas. 
- Muévete.- Le dijo su padre con una voz llena de odio.
- No.- Respondió ella, con firmeza.- No voy a permitir que me arrebates lo único que me hace feliz.
- Que te muevas. Hablo en serio Maki.-
- ¡No!-
En respuesta a su negativa, su padre le dio una bofetada con el dorso de la mano. Maki cayó al suelo con la boca sangrando, mientras comenzaba a sollozar.
- ¡No llores maldita sea! Es un puto piano. Esto no te va a llevar a ningún lado. Cuando seas grande me lo agradeceras.-
Levantó el hacha, y de un golpe rompió la tapa del piano.
Maki gritó, como si le hubiera dado a ella, y se lanzó sobre el. Su padre respondió con un empujón que la llevo de vuelta al piso. Su madre la levantó y la sostuvo. Con frialdad, la abrazó por la espalda, inmovilizandola, mientras le decía:
- Es por tu bien Maki. Vas a ser la mejor cirujana de todo Japón.-

Ella miraba con odio a su padre mientras este destrozaba su preciado instrumento. Las lagrimas bajaban por sus mejillas mientras apretaba los puños con ira.
-¡¿Como pueden hacerme esto?! ¡Soy su hija!- Gritó ella, con dolor.
- Precisamente por eso lo hago. Porque eres mi hija, y me preocupo por tu futuro. Esta cosa. Esta cosa no te va a llevar a nada. Vas a terminar tocando piano en algún bar de los yakuza o en un aeropuerto. ¿Es eso lo que quieres?¿Eh? Dime Maki, ¿¡ES ESO LO QUE QUIERES?!-
Maki se quedó en silencio, con los ojos inyectados de sangre, las mejillas humedas, y la sangre resbalando por sus comisuras. Ella no quería eso, por supuesto que no. Pero el hecho que su padre destruyera lo unico que le traia felicidad, le partía el alma en miles de pedazos.
- No.- Contestó finalmente, mientras miraba hacía el suelo, destrozada.
- Eso es lo que creí. Ahora vete a tu habitación. Me lo agradeceras en el futuro.-

Maki subió las escaleras, desconsolada. Entro a su habitación y se tiro en la cama, llorando. No paro de llorar en horas. Lloro tanto que se quedo sin voz. Intentó llamar a alguna de sus "amigas" pero para su "sorpresa" ninguna de ellas respondió.

Se quedó viendo hacia el techo, con los audífonos puestos, llorando todavía. Sus padres eran sin duda alguna las peores personas que había tenido el desagrado de conocer.

Mi Primera Amiga. ~RinPanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora