Pablo
22 de diciembre
Lo primero que piensa Pablo nada más entrar por la puerta es que la casa está muerta. Salón espacioso con chimenea, cocina abierta, escalera de madera, decoración anodina. Bonita pero sin alma.
-¿Te puedes quitar de en medio?
Mayra le empuja e invade todo a su paso. Lanza su bolsa de deporte al sofá, coloca los brazos en jarra y le da una mirada analítica a la que va a ser su casa durante diez días.
-Bueno, no está mal.
-¿Mal? -reclama Pablo-. ¿Tú sabes lo que me costó encontrar una casa que no funcionara con internet? Mira esto -se acerca a un antiguo interruptor y lo enciende y apaga varias veces. Las luces bailan-. Tecnología de hace cinco o seis siglos.
Mayra no parece escucharle, está cotilleando toda la planta baja. Le resulta extraño ver a la alienígena paseándose por aquella casa tan antigua y terrestre. Su piel rosada, las rastas castañas llenas de cuentas y flores secas por debajo de las orejas. El tintineo de sus tobilleras le acompaña con cada paso y vaya donde vaya, es una explosión. De color, de sonido, de vida.
A Pablo no podría resultarle más molesta.
-¿Has cerrado la nave?
-Que sí, no seas angustias. -May se lanza al sofá. Sus ojos son tan oscuros que si no los conociera, Pablo diría que son todo pupila-. Lo que yo no entiendo es por qué has traído cuatro maletas, si solo vamos a estar diez días y no creo que salgamos.
Pablo le lanza una mirada despectiva y comienza a abrir una de las maletas. Tampoco espera que vaya a entenderlo.
-No me jodas, espera. Pablo, en serio... ¡¿te has atrevido a meter un cadáver en la casa?!
De la maleta salen partes del árbol de Navidad desmontable que compró cuando estuvo de visita en la Tierra. Pablo intercala la mirada entre Mayra y la base de plástico que sostiene entre las manos.
-¿De qué cadáver hablas, loca? Es un árbol.
-¡Un árbol que has talado y lo has metido en una maleta! -Mayra se levanta como un vendaval, lista para arrasar todo a su paso-. ¡Pues nada, a la próxima me voy a cargar a un humano, lo meto en una maleta y luego le cuelgo bolas de colores de las orejas!
-Es de plástico -Pablo le muestra los trozos desmontables. Una sonrisa prepotente escurre de sus labios cuando ve a Mayra torcer el gesto. «Punto para mí»-. Si me voy a pasar estos días contigo en un planeta a años luz de mi casa, pues me traigo la Navidad conmigo.
May se cruza de brazos y aleja la mirada. Cuando se enfada, sus mejillas rosadas se tornan carmesí y Pablo mentiría si dijera que no le encanta.
-Humanos y sus festividades estúpidas -la escucha cuchichear-. Anda, deja de hacer el idiota y ponte a escribir Proyecto Azul. -Camina hasta su maleta, la abre y saca un portátil de lo más obsoleto. Lo planta encima de la mesita que hay entre el sofá y la chimenea-. Que te recuerdo que hemos venido a terminar el borrador de la novela, no a pasar la Navidad.
Pablo empieza a encajar las piezas del árbol. Es un modelo demasiado cutre para él pero se tendrá que conformar. Unas cuantas luces y espumillones colocados en las ramas exactas convertirán ese árbol de gama baja en el Árbol de Navidad, con mayúsculas.
-Coloco esto y me pongo a ello.
Las tobilleras repiquetean entre ellas. Pablo no necesita mirarla para saber que Mayra ha agarrado su bolsa y está subiendo las escaleras.
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Antología Ecos de Tinta
Random✨ ANTOLOGÍA ECOS DE TINTA • VARIOS AUTORES ✨ Érase una vez un cuento que recogía los ecos de distintas voces que dejaron su historia escrita entre sus páginas con tinta..., o con sangre. Éranse dieciséis veces. Érase un cuento de Navidad. ...