𝟷. 𝙳𝚎𝚜𝚙ú𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙲𝚘𝚛𝚘𝚗𝚊𝚌𝚒ó𝚗.

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—¡Esto es inaudito! —alzo su copa con gracia, y la dejo caer violentamente sobre la mesa de mármol con un tosco movimiento de manos.

El padre de Taehyung gritaba una y otra vez desde que se desplazo con animosidad el alba, después que llegaran noticias de las siguientes cinco chicas que iban a parar en su casa por una estadía larga, exactamente: tres largos y tortuosos, meses. Las malas buenas eran, que ningúna de esas mujercitas era del reyno del norte. El Principe y Laird Kim Lee, estaba furioso.
—¡Con lo que sobran en estos maravillosos terrenos, mujeres de alta alcurnia y buenos linajes! —miro descabelladamente —¿¡Y nos traen a extranjeras de otros reynos!?.

Vociferando enfadado, el Laird Kim Lee HaNuel, estaba completamente en desacuerdo con que su hijo, se despoce con una mujer que no pertenece al reyno donde había nacido, crecido y ahora era suyo después del fallecimiento de su suegro, el Rey Kim Seo Yong.

—¿Mujeres que sobran? —se burlo con gracia y ironía, sin dejar pasar su copa de wiski en el regazo y su tercer tanda de aperitivos, el primo Han Sean-gu.

Un buen y coqueto mozo que lleva huérfano de padre mas de diez años, y de madre apenas solo uno antaño a ese. Su primo, Sean, era conocido en la familia y en el reyno, como: La oveja negra de la familia. Hijo de la hermana del padre de Taehyung. Una mujer que ocupó toda su vida a atender a su esposo e hijo, mas que a ella misma.

Sean y Taehyung tenían una relación, para los demas: Apenas entablada. En las reuniones familiares y de aristocracia se saludaban cortésmente. Sin embargo jamas pasaban mas de dos segundos juntos si la compañia de ellos se marchaba. Para los demás, Taehyung y Sean eran completamente opuestos que no poseían nada en común además del apellido.

Pero entre una habitación de cuatro paredes y no mas que ambas precencias en esa. Eran los hermanos y mejores amigos que ninguno jamas logro obtener. Sean y Taehyung eran mas que confidentes, eran hermanos para ellos.

Aunque eso, el padre del segundo jamas podría enterarse.

—¡Tío! —se carcajeo alzando torpemente su copa —todas las mujeres de alto linaje en estas tierras tienen en su mayoría, la reputación manchada. Y si no, no pasan de tener diez años.—Alzo la ceja varonilmente de forma que a muchas jovenes damas, enloqueceria —¿Eso quiere? ¿Que su hijo y el Rey de Corea del Norte sea conocido como el Rey amante de las crías apenas desarrolladas?

Sus palabras no atrajeron la sensatez en su tío como se esperaba. Que mirando con repudio como Sean servia otra copa de Wiski y metía una hojita de menta desinfectada en él. Decidió que estaba listo para tener una guerrilla de palabras con su sobrino "perdido". Como el gustaba de llamar.

—¿Cuando dejaras estar ebrio en mi casa, Sean? Si te dejo seguir viviendo aquí, ¡al menos pido que no opines mientras te acabas todo el vino y alcohol del castillo!. —Le habló mordiendose el cachete, gestó que todos conocían como el climax y punto maximo de cólera del Laird. Por lo que Sean, decidió guardar silencio en lo que restaba de la plática.

—Por favor, HaNuel —su esposa, que al ver aquel gesto de morderse le puso alerta, se levanto buscando encontrar la paz en el saloncito. —esas niñas no son extranjeras. Si, —admito con penumbra —son de otros reynos, pero todas son Coreanas. Aquí ninguna es apta como ellas para ser Reyna. Sean tiene razón.

Esa última frase, hizo que el enojó de del Laird Kim HaNeul, llegará a manifestarse de la única manera que los barbaros y salvajes gustaban de hacerse.

Termino lanzando su copa de vuelta, para terminar estrellandola con su mano bien alzada contra la mesita de cristal del centró del saloncito de té y galletas. Esa mesita... Que había pertenecido por generaciones y generaciones, a cada mujer y esposa del Rey y señor.

Three Kingdoms Of Korea 2- Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora