Bakugou Katsuki tiene una vida difícil. Su esposo no está nunca en casa, él tiene trabajo cómo héroe y sus deseos de formar una familia solo han incrementado con el paso del tiempo sin tener oportunidad de ser posibles. Lo único que desea, es sentir...
Honestamente, Bakugou siempre pensó que sería un chico soltero incluso cuando su club de fans fuese uno de los más grandes. No sucedió así. Cuando se graduó de la academia UA con honores luego de muchos sacrificios, decidió trabajar en la agencia de héroes de Endeavour en vez de la de Jeanist.
Pensó que sí algún día se casaba, sería con algún extra con quirk increíble, tal vez incluso con otro héroe de su nivel –aunque la idea de casarse con Deku era desagradable–. Pero no fue así. Contrajo matrimonio con una persona normal. Lo conoció en una de sus batallas, era un paramédico que se encargaba de curar a los civiles. Su único quirk era el de vista microscópica.
Hubo atracción apenas se vieron. Salieron por unos meses y finalmente, luego de un año y medio de relación, Katsuki se enteró que su novio había pedido a sus padres su bendición para pedirle matrimonio. No se suponía que lo supiera, pero se enteró y no estaba seguro de aceptar.
Es decir, le gustaba ese chico; era atractivo, con buen empleo, sabía manejarlo cuando gritaba y durante sus ataques de ira, además de que siempre fue atento con su persona. Pero no sentía esa chispa de emoción al pensar que pasaría toda su vida con él.
– ¿Qué carajos quieres decir con qué no sabes si aceptar? ¡Por supuesto que le dirás que sí, mierdecilla! ¡Es el único que querría pasar su vida con una molestia como tú y piensas decirle que no! ¡No tendrás otra oportunidad así nunca!
– ¡Maldición! ¡Cállate, vieja bruja! ¡Yo soy quién decide qué es lo que jodidos quiero para mí!
Aun con sus palabras, la presión sobre él le hizo aceptar el matrimonio y pronto el anillo de compromiso fue colocado en su dedo. Tal vez no pensaba que serían una gran pareja ahora, pero eso podría cambiarse con el tiempo, ¿Verdad?
Aunque lo que empieza mal, siempre terminará mal.
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Con 25 años de edad y 2 años de casado, Bakugou sabía que su vida era difícil. Su matrimonio era un asco, si bien no discutía con su esposo, casi nunca podían verse; a veces su marido tenía que salir de viaje hacia otras prefecturas y él se quedaba solo; o al revés, él tenía que hacer patrullaje y papeleo y su cónyuge tenía la casa sola.
No salían a citas, apenas comían juntos, tampoco había besos porque nunca se veían y mucho menos hacían el amor, apenas y hablaban; al llegar a casa, utilizaban la cama para dormir, a veces uno llegaba tarde y el otro se iba temprano, y no podían verse la cara ni ahí.
Pero era parte de su vida debido a sus trabajos exigentes. Pero, ¿Su maldito esposo no podía siquiera llamarle o enviarle un mensaje que le dijera te amo o alguna estúpida cursilería? No había comunicación, ya sea cara a cara o por teléfono. Lo único que delataba que estaban casados eran los anillos en el dedo.
