ocho.

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Termino de retocar mi maquillaje y darme una última mirada al espejo. Guillermina ya estaba lista y Camila me había avisado que ya estaban abajo. Eran las 23:30 y la joda empezaba a las doce de la noche. Sinceramente no tenía ganas de ir, pero acá estoy, yendo en contra de mi voluntad, arrastrada por Camila y Guille prácticamente. La castaña de mi amiga me apuraba para que termine, alegando de lo hermosa que estaba, que deje de dudar tanto. En parte sé que lo dice para que no tardemos más y nos vayamos de una vez. Le levanto el dedo del medio y me tomo mi tiempo. Finalmente, luego de cinco minutos que según mis amigos fueron quince, bajamos. 

El viaje fue tranquilo. Guillermina, Julián y Camila hablaron todo el camino. Por el contrario, yo iba callada hablando por WhatsApp con Antonella, quien me preguntaba que onda con Mateo, ya que supuestamente nos íbamos a juntar a hablar hoy a la tarde, pero me canceló a último momento porque no podía. Qué ilusa igual yo, si me dejaba plantada cuando nos veíamos mira si no lo volvería a hacer. Lo mandé a la mierda, aunque muy en el fondo sentí alivio no tener que verle la cara de pelotudo que tiene. Me pidió que lo dejáramos para el domingo. Directamente no le contesté, le clavé el visto. Cansada que me siga tomando de pelotuda. 

Trato de prestar atención y de entender la conversación que mis amigas estaban teniendo pero no acotaba nada, sólo escuchaba.  Estaba ensimismada en mis pensamientos y en eso noto como Julián pone la mano sobre la pierna de Camila, quien ocupaba el asiento del copiloto, mi amiga rápidamente saca la mano de él de su muslo y no le da mucha atención a la acción del morocho ya que estaba concentrada hablando con mi otra amiga. Guillermina seguramente ni lo notó porque conociéndola, ya me hubiese hecho una seña o algo. Míralo al araña, ayer me tiraba los galgos y ahora esto. Dios, hombres. 

Cuando estábamos entrando al barrio privado donde vivía el cumpleañero, Camila se da vuelta y me mira. 

-¿Se puede saber que te pasa? -me interroga, preocupada o tajante, no pude diferenciar su tono de voz. -No hablaste en todo el viaje. 

-Nada. No me pasa nada. -me excuso. 

-¿Segura? 

-Sí boluda. Sólo que estudié todo el día y estoy un toque cansada, nada más. -le aclaro, así no me pregunta más, y no lo hace. En eso veo como Julián me mira fijo por medio del espejo retrovisor, sostenemos miradas por un segundo y él vuelve la vista a la carretera. Qué se hace el misterioso este. 

Llegamos a la casa del amigo de los chicos cuando la joda ya estaba empezada. Me sentí media incómoda apenas llegué porque no conocía a nadie y  eso significaba estar pegada a mis amigas, por lo menos hasta tener alcohol en mi sistema para no sentirme inhibida y así poder empezar a hacer sociales. Julián se fue directo con un grupo de pibes que le festejaban y coreaban alrededor, era su grupo de amigos de la infancia nos dijo Cami. Estábamos en una esquina de la barra improvisada en el patio observándolos. Camila nos pregunta si nos molestaba quedarnos un ratito solas ya que iba a saludar a la familia del cumpleañero, nosotras le dijimos que vaya y disfrute, que no se preocupe por nosotras. 

Guillermina escanea todo el lugar, buscando a alguien. Seguro que a Beltrán, ya que el rubio le había dicho que quizás vendría. Recién habíamos llegado y ya me estaba pegando un embole. Uy dios, para que vine si estoy vibrando bajísimo. 

-Necesito un trago. -le digo a Guille y, sin esperar su respuesta, me encamino a la barra. Me empiezo a preparar un vino con pritty cuando siento a Guille atrás mío. 

-¿Se puede saber que te pasa? -me pregunta la castaña apoyándose en la barra y mirándome fijamente. 

-Nada, ¿por qué? 

-Algo te pasa, estás con una cara de orto impresionante. Y cuando salís no sos así. ¿Pasó  algo? 

Odio ser tan transparente y que mis amigas me conozcan tan bien. Le doy un largo sorbo al prittiado, para hacer tiempo para responderle. 

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⏰ Última actualización: Oct 25, 2021 ⏰

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Red - Julian Alvarez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora