Tú mereces ser feliz, Lapis

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- Vine para buscarte. Necesito hablar contigo.

Lapis apenas podía creer lo que oía. ¿Ella necesitaba hablarle? A fin de cuentas, quizá sí que era una alucinación.

- ¿Cómo me encontraste? No recuerdo haberme despedido siquiera.

- Me ayudaron en Homeworld, por supuesto. Zafiro fue capaz de seguirte la pista por el cosmos.

- Mmm –susurró Lapis con una sonrisa burlona-. Debí haberlo imaginado. De todos modos, creo que tu viaje fue inútil. No te ves nada bien, aunque hayas recuperado el uso de tus piernas.

Connie omitió cualquier intento de explicación. Comenzaba a sentirse mal, y la actitud de Lapis no le permitía albergar demasiadas esperanzas.

- Necesito hablar contigo –repitió.

- No tenemos nada de qué hablar. Tú tienes a Steven, y supongo que estás muy feliz con él.

El rostro de Lapis se crispó en una mueca de dolor; pero no. No podía llorar ante ella. ¡No lo iba a permitir!

- No te culpo, Connie –continuó-. Te me adelantaste, y lo ganaste justamente... No deberías estar aquí, ¿sabes? Deberías estar con él, a su lado.

- No, Lapis -replicó Connie-. Si vengo a verte, es precisamente porque muy pronto ya no estaré a su lado.

Muy a su pesar, Lapis se interesó. ¡Era tan extraño! ¿Por qué ella querría irse del lado de Steven? No pudo evitar preguntarle.

- ¿A qué te refieres?

- Mi tiempo se acaba. ¿Alguna vez supiste que lo seres humanos envejecemos y morimos?

Lapis comenzó a recordar. Si... eso le estaba pasando a Connie. Envejecía, y muy pronto iba a morir.

- Si ella muere... Steven se quedará solo, y tal vez... -Pensó Lapis. Pero inmediatamente rechazó la idea-. ¡No! ¡Él no va a dejar de amarla solo por eso! Se fuerte, Lapis... Sé muy fuerte.

Tuvo que hacer un esfuerzo enorme por no traslucir su debate interior. Connie continuó hablando.

- Voy a morir... y Steven se quedará solo. Tú lo conoces, Lapis: él va a necesitar a alguien que lo ame. Alguien que quiera vivir su vida con él.

Lapis sonrió con ironía.

- Entonces, debo entender que me lo cedes. Eres tan amable que me lo vas a dar ahora que ya no podrás tenerlo contigo, ¿cierto?

Connie se quedó cortada por un instante. Sabía que no sería fácil dialogar con Lapis, pero nunca pensó que la encontraría tan resentida. Se puso tan furiosa como casi nunca lo había estado.

- ¡No seas tonta! - gritó-. ¿De verdad crees que pienso que Steven es una cosa de mi propiedad? ¿Un objeto que puedo solamente usar y regalar?

Se acercó hasta quedar muy cerca de Lapis. La gema azul la vio tan decidida que se intimidó por un instante.

- ¡A Steven le debo todo, Lapis! ¡Todo! Un vida juntos, mis hijos, mi felicidad... ¡Mi propia vida! ¿Sabes que yo debí morir cuando tenía once años? ¡Demonios, Lapislázuli! ¡Tuve vida y felicidad gracias a él! ¿Crees que quiero irme sabiendo que sufrirá una eternidad en solitario?

Lapis se quedó paralizada. Las palabras de Connie impactaron en su mente. ¿De verdad Steven iba a sufrir tanto como Connie decía? ¿Y cómo podía querer eso para él? Si alguien sabía lo que era sufrir en soledad, era ella.

- Tú conoces a Steven -continuó Connie-. Es sentimental; su pasión es desbordante y puede cubrir y desbordar a todos los que ama. ¿Qué crees que ocurra cuando yo no esté? ¿Cómo crees que... se va a sentir?

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora