Memories <Levi y Mikasa>

Capítulo 01.

Soy Mikasa Ackerman, tengo 19 años y estoy en la academia de danza y teatro, vivo con mis padres y soy hija única... o eso creía.
Mi mamá había anunciado hace poco que se encontraba en la dulce espera, nos sorprendimos realmente y aún más mi padre.

- ¿Cómo es posible, amor mío? - cuestionó el señor.

- Sucedió y ya ¿no estás feliz?

- Siempre nos cuidamos.

- De seguro falló y ya - sonrió de manera nerviosa la mujer.

- Felicidades madre - dije en un tono serio.

Pasaron tres meses, y en una noche mi padre descubrió algo terrible. Mi madre se había estado mandando mensajes con Jean, mi compañero de teatro, aquel que siempre me insistía para ser más que amigos.
Mi padre la confrontó, pero no pasó a mayores, hasta que unos días más tarde mi propio padre descubrió que el hijo que mi madre llevaba en su vientre no era de él.
Encontró una carta hecha por mi madre que mandaría el día de mañana.

Querido Kenny:
Estoy embarazada, llevo tres meses de cargar en mi vientre a nuestro hijo.
Mi esposo cree que es de él, o eso le hice creer. No sé que le haremos, si seguir con esta mentira o deshacerme del bebé, lo nuestro solo fue de una noche, yo amo a mi esposo. Pero sé perfectamente que este bebé es tuyo, coincide con las fechas y además mi esposo y yo nos cuidamos, sin embargo nosotros no... estaré esperando tu respuesta.

Mi padre me había mostrado la carta y me dijo: Mikasa sal a distraerte, y si quieres no regreses. Yo lo miré extrañada.

- ¡VETE! - gritó.

- No me iré, estás mal padre.

- Vete - la lanzó fuera de la casa.

Intenté abrir la puerta de mi casa pero mi padre la había llaveado.
Solamente pude escuchar gritos dentro de la casa, eran mis padres discutiendo, mi madre pidiendo perdón y ¿misericordia?.... me aterré al escuchar el grito de mi madre, agarré una piedra y rompí la ventana para poder ingresar a mi hogar, así lo hice pero al momento de ingresar me corté el muslo con el resto del vidrio.
Subí a la habitación, me topé con una escena horrible.

Mi madre muerta, mi padre le había clavado varias veces con un puñal en el pecho.
Y allí estaba él también lleno de sangre, se clavó asi mismo en el corazón.
Me mareé, no podía seguir viendo esa escena tan terrible.
Mi padre había matado a mi madre y seguidamente se suicidió clavándose así mismo.

Tenía una herida en el muslo, pero eso no me impidió correr. No sabía a donde ir, estaba totalmente aturdida, simplemente corrí hasta que lo último que pude ver fueron las luces de un vehículo y sintiendo como me mandaba a volar ¿supongo que es mi fin, no? La familia Ackerman y las muertes trágicas.

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Abrí los ojos, todo estaba de color blanco, si, era una habitación de ese color.
Observé mejor y habían dos doctores.

- Ya despertó - dijo uno de ellos.

- Oh, tiene unos ojos bellísimos - mencionó la doctora.

- Tranquila - dijo el primero.

- ¿En dónde estoy? ¿Y quiénes son ustedes?

- Ay querida, estás en el hospital y somos los doctores - informó la médica.

- Necesito hacerte una pregunta - dijo el doctor.

- ¿Qué quiere?

- ¿Recuerdas tu nombre?

Al oír esa pregunta me quedé en blanco ¿quién mierda soy?

- No... - comencé a angustiarme.

- Lo supuse, en el choque te lastimaste fuertemente la cabeza. Entonces, has perdido la memoria.

- Creo que debemos traer a su encargado - dijo la médica castaña.

- Sí, así es.

- ¿Encargado? - pregunté.

- Es un secreto - dijo la castaña.

Desde que ambos me dejaron sola en la habitación del hospital me puse a pensar ¿en quién demonios era? ¿Tengo una familia? ¿Amigos? ¿Profesión? Ni siquiera sé mi edad.
Estaba perdida en mis pensamientos, hasta que ingresa un doctor a la habitación, traía tapabocas, y algo blanco que le cubría el pelo.

- ¿Hola? - lo saludé extrañada.

- Me han informado que perdiste la memoria - pronunció con la voz ronca.

- No recuerdo ni mi nombre.

- Bien - prendió un aparto - revisaré tus signos vitales - se acercó.

- Me molesta mucho esa luz.

- Estás bien, pero sin memoria.

Comencé a observarlo, tenía una voz que me gustaba demasiado y miré fijamente sus ojos. Unos ojos azules obscuros, navales.

- ¿Qué sucede? - preguntó.

- No, nada.

- ¿Te duele la pierna?

- Ahora que lo mencionas sí, seguro por el accidente que tuve.

- ¿Y qué accidente tuviste?

- Dicen que me chocó un auto, pero yo no lo recuerdo.

- Pero - levantó la sábana - tienes una cortadura en el muslo - observó.

- No sé que pudo suceder antes.

- Bien, puedes descansar, trataremos de localizar a tu familia.

- Está bien, pero antes de que te vayas ¿me dices como te llamas?

- No estoy acostumbrado a que mis pacientes me llamen por mi nombre.

- Entonces tu apellido.

- Ackerman.

- ¿A.. ackerm... an? - comenzó a dolerme la cabeza.