Solo recuerda que en el invierno, bajo la nieve más dura y cruel...

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Lapis observó la capsula de Connie hasta que se perdió en el espacio. El resplandor del propulsor vertical se oscureció y, un par de minutos después, un resplandor mucho más intenso apareció y se eclipsó de inmediato.

La nave de Connie había partido. Lapis estaba sola de nuevo en aquel terrible planeta helado. Un cúmulo de emociones casi olvidadas la asaltaban: asombro, preocupación, pesar, y gratitud.

Recogió la hoja del suelo y la contempló. La mica era de muy alta calidad, y tan transparente, que dejaba ver cada pequeño detalle del frágil objeto que protegía.

Lapis estaba fascinada. Steven recogió esa hoja para ella, y había tocado aquella mica protectora. Sus dedos la habían manipulado.

Cerró los ojos y frotó suavemente la mica contra su mejilla. Si se esforzaba un poco, podía imaginar que era la mano de Steven la que la tocaba.

¿Sería verdad lo que le dijo Connie? ¿En verdad Steven sentía algo por ella, a pesar del tiempo transcurrido y de su matrimonio?

Connie no tenía por qué mentirle, ¿o sí? No haría un viaje espacial tan duro y difícil para ir a contarle una despiadada mentira.

Las ilusiones que iba construyendo se alternaban con la desconfianza de tanto tiempo y decepciones. Se sintió de pronto muy cansada. Los ojos se le cerraban y necesitaba dormir. Por primera vez en mucho tiempo, tuvo deseos de descansar a cubierto.

Ya se encaminaba a una caverna cercana, cuando se percató de que dejaba el paquete de Connie. Regresó por él, y muy pronto se acomodó para descansar en el piso de la caverna; con su hoja y su paquete bien al alcance de la mano.

Durmió profundamente y por muchísimo tiempo. Y por primera vez en años, las pesadillas no la atormentaron.

***

Al despertar, su primera mirada cayó sobre la hoja y el paquete. Sonrió. Era el primer contacto que tenía con Steven en muchos años.

Tomó la hoja y se acostó nuevamente mientras la contemplaba. Cada detalle era como lo recordaba, y al verlo sintió como si su corazón se disolviera en una neblina de miel. Todos los momentos compartidos con Steven pasaban por su mente, y comenzaron a ponerla triste.

¿Connie tendría razón en verdad? ¿Steven estaba enamorado de ella?

No. No era posible. No podía ser cierto.

- Si de verdad me amara... no se hubiera casado con Connie.

Pero ella había venido a decirle aquello. Que Steven jamás la había olvidado, y que la recordaba a la vez con tristeza y alegría.

¿Y si lo intentara? ¿Y si regresara a la Tierra y siguiera el consejo de Connie?

Se ilusionó por un momento. Su mente construyó una dulce fantasía en la que Steven la recibía con los brazos abiertos; pero pronto regresó a la realidad. No estaba segura de cuánto tiempo había dormido, pero era muy probable que Connie siguiera con vida.

La había visto bastante mal; pero el brillo de su mirada era intenso todavía. Sin duda, ella seguiría luchando por estar con Steven mientras su cuerpo pudiera resistir.

- Demonios - pensó Lapis -. De verdad no tengo esperanza, ¿cierto? Soy una tonta... ¿Por qué me permito tener esperanza y fantasías, si el amor no se hizo para mí?

Sintió que sus lágrimas afloraban otra vez. La visita de Connie no había cambiado nada. ¿Por qué habría de hacerlo? Solamente le había traído un mensaje, una hoja, y un paquete.

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora