𝕌𝕟𝕒 𝕡𝕚𝕟𝕥𝕦𝕣𝕒 𝕖𝕩𝕥𝕣𝕒ñ𝕒 𝕪 𝕘𝕒𝕥𝕚𝕥𝕠𝕤 𝕕𝕖𝕤𝕒𝕡𝕒𝕣𝕖𝕔𝕚𝕕𝕠𝕤

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Al día siguiente de aquel incidente, todos debían volver a sus escuelas, aunque Draken tenía una nueva historia para agregar a la lista de sucesos en aquel bosque -Y después estábamos caminando y ¡Zas! pasó un gran tronco volando por nuestro lado- Pero con más fantasía de lo que realmente pasó, ya que no quería contar que por el crujir de una rama habían escapado del lugar. Todos los demás estudiantes escuchaban con atención la historia del pelirrubio quien contaba con emoción los supuestos detalles de lo que ocurrió -¡debió ser muy peligroso!- Espetó un niño pelinegro que ahí se encontraba escuchando atentamente antes de que empezara la hora de clases -¿Y cómo era la canción que escucharon? Podría ser muy peligroso si es de mal augurio- Dijo la dueña del ya fallecido gatito con algunas lagrimas en sus ojos, no por él, sino por las memorias de su felino favorito -No lo se, Pero cuando la escuche era como si la tocara alguien... ¿Triste? No, esa no es la palabra ¿Solitario?- Pensaba en vos alta mientras se tomaba el mentón cómo si eso lo ayudara a pensar mejor -¿Deprimida?- Los demás de su clase le estaban ayudando a buscar la palabra adecuada para poder saber el "futuro" que podía depararle -No, eso no. Es mas bien algo como si fuera más interno, por así decirlo- Respondió mientras hacía las pequeñas comillas con sus dedos -¿Cohibida?- Cuestionó Mikey, el cual iba a la misma escuela de su mejor amigo -No, no, eso no es- Volvió a negar mientras movía la cabeza de un lado para el otro -¿Cerrada?- Volvió a preguntar uno de sus tantos compañeros -Mh, parecido- Dijo mientras abría los ojos como si ya se supiera que era lo que tanto le estaba costando recordar. Ya tenía las palabras adecuadas -Como si alguien sin vida tocara el piano- Explicó por fin mientras soltaba su barbilla. Había encontrado las palabras adecuadas, eso provocó un tipo de alivio en él. El estar pensando una palabra que tenía en la punta de la lengua lo había fastidiado. Después de volver a tocar el tema de que podía depararles la suerte de la tan nombrada bruja había llegado su maestra de matemáticas a empezar la segunda clase del día.

Las clases de todos habían terminado y ya estaban yendo a sus hogares, menos uno, Baji Keisuke. Se había desviado del camino para poder llevarle unos atunes a unos gatitos que un día encontró en una caja y a otros animales. Lamentablemente su madre no les iba a aceptar mas "mascotas".

Aun podía recordar esa pelea.

-Baji, ya no puedes seguir trayendo animales- Le dijo su madre la cual le estaba llamando la atención por traer un nuevo gato atigrado de colores oscuros -Pero mamá, no los puedo dejar en la calle- Dijo mientras la sobornaba con una mirada triste y soltaba a nuevo felino en un sillón de por ahí. Ella suspiro y le volvió a hablar -Hijo, se que te gustan mucho los animales, pero en este pequeño lugar ya no alcanza ni una aguja, como mínimo espera a que algunos tengan un hogar seguro y después de eso traes más, pero hasta el momento tendremos que esperar ¿Ok?- Comentó mientras se acercaba a él y le tomaba el hombro. El pelinegro por su parte se enojó un poco y se sintió frustrado, pero no podía desobedecer a su mamá. Estaba entre la espada y la pared -Ok- Dijo balbuceando enojado. Su madre se había dado cuenta de esto y sonrió de una manera comprensiva -Para compensarlo ¿Qué te parece si los alimentas? Puedes buscar animales de la calle y alimentarlos diariamente- Explicó a lo que a su hijo le empezaron a brillar los ojos y mantenía una cara de felicidad -¡Si!- Respondió alegre mientras cerraba los puños -Pero sin excederte mucho, se que si fuera por ti les comprarías una casa entera con comida- Contestó para después darle una cantidad considerable de dinero que dejó en su mano -Recuerda, para los animales- Le dijo sonriendo luego ir al sofá a conocer al nuevo "invitado" del día de hoy. Esto dejo aun mas sorprendido al pelinegro, pero de todas maneras le agradeció y empezó, desde ese día, con una sola idea en la mente, comida para los animales.

Ese día llevaba cuatro latas de atún, cinco comidas en sobre para gatos y otras cinco para perros, pienso de perro y gato, varios platos desechables de cartón y cuatro botellas de agua. A veces se reía inconscientemente al recordar la cara de su mamá mientras trataba de regañarlo. Primero fue a visitar a los seis pequeños felinos que encontró en una caja al lado del camino, como no quería que les pasara nada malo los escondió de tras de uno matorrales que habían y los resguardó con una gran hoja que por ahí se encontró. Estaba contentos por verlos otra vez, ya que la ultima vez únicamente los acarició y resguardo dándoles un trozo de carne que le había sobrado de su almuerzo -¡Hola gatitos! Hoy día si les pude traer una comida adecuada- Pero sus palabras se cortaron cuando vio que todo ese lugar estaba hecho un caos; habían ramas desparramadas por todos lados, trozos de césped arrancado e incluso algunas gotas de sangre seca, pero lo que más le llamó la atención fue que en medio de todo había una pequeña tumba con una cruz hecha de varillas. Ante esto buscó a mas no poder la caja con los gatitos, mas no la encontró ni siquiera en los botes de basura, a lo cual se decidió por preguntar a la gente si había visto algo como ultima esperanza -Ah, si. Ayer casi al anochecer habían unos niños jugando en ese lugar y después llegó una mujer vestida completamente de negro y se llevo una caja. Pareciera que le estaba rezando a algo, no lo se, se veía y comportaba de una manera muy extraña- Le contestó por fin una anciana que estaba sentada en una banca. Esto lo desanimo mucho. Ya podía imaginarse lo que había pasado en aquel lugar. Simplemente dio las gracias y se fue a buscar a más animales. La noticia lo dejó muy decaído.

Kazutora había salido de su escuela. Era un día normal como todos los otros, nada interesante, pero algo le dijo que volviera a su hogar por el camino largo, un instinto le habló desde su cabeza. Después de cuestionarse un rato, decidió en hacer caso e ir por el camino largo. Todo estaba realmente tranquilo y calmado por esa calle, nada en particular o fuera de lo común. Es lo mismo que ir por el camino corto, pensó mientras suspiraba de una manera algo tosca, si no lo hubiera hecho caso podría llegar antes para descansar más tiempo. Él siguió caminando, sin embargo no se dio cuenta cuando las calles se habían llenado de gente que lo empezó a empujar y apretar sin cuidado alguno. Mientras trataba de pasar entre tantas personas divisó un sitio más descongestionado y fue directo hacia allá. Cuando finalmente salió de aquel lugar dio un gran y largo respiro para botarlo en un suspiro cansado. Conocía esas calles, por tanto sabía como llegar a su casa sin tener que pasar por la multitud otra vez. Caminaba a un paso lento y tranquilo al mismo tiempo que observaba lo que ahí se encontraba junto a los artículos que se vendían. Él seguía caminando hasta que vio algo que le llamo demasiado la atención; un señor de una ya avanzada edad estaba vendiendo un cuadro, pero no cualquier cuadro, sino que en este estaba pintado el bosque al que se habían aventurado el día anterior. En medio de la vegetación que en ese lugar abundaba se encontraba un piano siendo alumbrado por uno rayos de sol. Aquel piano no era el mismo al que había visto, ya que este era uno en mejores condiciones al no estar cubierto de enredaderas y plantas, más bien era brillante y con un barniz oscuro, pero de un color café muy característico de estos -Veo que te gustó la pintura- La voz del anciano lo hizo despertar de su mundo y reaccionó ante aquel comentario -Si, es un cuadro muy lindo- Dijo mientras lo seguía admirando -¿Te interesa llevártelo?- Cuestionó el de tercera edad con una sonrisa. Kazutora en ese momento solamente llevaba lo que le había sobrado de su mesada y no pensaba que sería suficiente para poder llevárselo, únicamente tenia 10,500 yenes -Esta a ocho mil yenes- Dijo amable mientras achinaba los ojos para extender su sonrisa. Esto dejó atónito al de ojos miel, estaba seguro que costaría como mínimo treinta mil yenes. Sin pensarlo dos veces le entrego el monto justo para que luego el caballero amablemente le entregara la pintura y después se despidiera de él mientras se marchaba a ni sabía donde. Por su parte, kazutora quedó muy contento, tal vez esto le podría ayudar a acercarse a la tal llamada bruja. El tema ahora era cómo lo iba a llevar a su habitación sin que sus padres lo vieran.

Baji ya había llegado a su hogar, pero su estado de animo no cambio mucho, solamente pudo sentirse mejor al alimentar a otros animales que se había encontrado. Entro con la cabeza gacha y dejo su mochila en el sillón mientras que también se sentaba en este. Su madre al sentirlo llegar fue a verlo y a preguntarle como estuvo su día, pero al ver la cara de tristeza decidió hablar con él directamente sobre que pasaba -Baji, cariño ¿Ocurrió algo?- Preguntó mientras se sentaba al lado de su hijo. Él por su parte solamente miró hacia abajo sin responder nada -¿Que pasó?- El instinto de madre le dijo que algo había ocurrido -Nada, solo es que... Había encontrado a seis gatitos en una caja en el camino y los escondí para que no les pasara nada malo, pero hoy día los fui a ver y no estaban ahí, además todo estaba hecho un completo desastre y... había una pequeña tumba. Me enteréque era de alguno de los gatitos, ya que le pregunté a una señora y me dijo que había visto a unos niños jugando y después a una mujer vestida de negro llevarse una caja- Hizo una pausa para suspirar mientras lentamente dejaba caer su cabeza en el respaldo del sofá -Solamente espero que los gatitos estén bien- Dijo mientras se sentaba correctamente. Ante esto su madre lo abrazó para poder consolarlo. Era raro verlo así de afectado, eso quiere decir que realmente le dolió. Él solo se quedo en los brazos de su progenitora.

Luego de cenar, el pelinegro fue directo a su habitación para cambiarse de ropa y poder dormir, si es que podía, ya que ese tema aun lo traía en las nubes y muy distraído. Luego de colocarse su pijama abrió las sabanas y se arropó tratando de conciliar el sueño, pero aun no podía. Trataba de conectar cabos suelto para siquiera saber en donde los podía ver, hasta que una de las ocurrencias mas locas, pero con sentido para él, cruzó por su cabeza. Ayer fueron a buscar a la bruja, al escuchar la canciones te puede traer, ya sean malas o buenas consecuencias, como ellos escucharon el piano puede ser que esto sea obra de su compañero brujo y mandó a la bruja a buscar a los gatos. Pensó para luego sentarse en su cama, según él, todo cuadraba a la perfección. Si esto llegaba a ser obra de ellos no se los perdonaría aunque haya una mujer. Al poder "comprender" lo que pasó su mente finalmente pudo descansar y cayó dormido en la almohada.

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Hace como tres o cuatro días me compré una planta. Se llama noha y es una cama de novia

𝓛𝓪 𝓫𝓻𝓾𝓳𝓪 𝔂 𝓼𝓾 𝓶ú𝓼𝓲𝓬𝓪 [𝓽𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓻𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼] CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora