|037| Te deseo...

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El sillón crujió bajo mi peso y un toqueteo en la puerta se presenció, al compás del timbre de un teléfono. Cerré los ojos con fuerza e intenté calmarme, lo suficiente para adormilarme, aunque solo fuera unos minutos más. Como si fuese poco, el despertador dio las nueve de la mañana cuando abrí trabajosamente los ojos.

Escuche como tocaron la puerta con insistencia. Rechiste los dientes.

Me levanté de malgenio y caminé hacia la puerta.

—¿Quién es? —pregunté de la forma más directa y dormitada que pude.

Esperé a que alguien hablara, restregué mis ojos y medio acomode el desastre en mi cabello.

—Buenos días, ¿Jeon Jung Kook?

Arrugue la cara al no reconocer, ni hacerme familiar la voz. Abrí la puerta para atender con 'gentileza' a la persona, he invitarle a irse por donde vino. Sin embargo, ni ello pudo salir de mi boca, creo que hasta el sueño y el mal humor se congelo al pillar a la madre de Jeon —la señora Layla—, sonriéndome con tanta dulzura, llevando en sus manos una caja mediana.

Ay, santísimo sacramento.

Y mi persona..., con estas fachas. ¡Dios mío trágame! Ni siquiera había cepillado mis dientes, o enjuagado el rostro.

Qué vergüenza.

—Buenos días, señora Jeon —sonreí súper avergonzada—. Disculpe mis fachas.

La señora después de examinarme con la mirada de punta a punta, se adentró abriendo más la puerta.

—Despreocúpate, querida —dijo al colocar la caja encima de la mesa de mármol en el comedor.

No podía sentirme más apenada en esta vida.

Cerré la puerta y fui por unos pantaloncillos para dedicarme a atenderle. Corrí hacia el baño para mejor mi aspecto y no darle más de que pensar. JungKook seguía profundamente tumbado sobre la cama hecho polvo.

Me acerqué en silencio a acompañarle en la cocina. Se dispuso a preparar café.

—Querida, cambia esa cara. No voy a juzgarte. Lo que sea que tengas con mi hijo, no me incumbe —aclaró con gracia.

—De igual manera la vergüenza no desaparecerá —fui sincera y un tanto directa.

Rasqué mi frente con cierto nerviosismo. Ella se limitó a acceder con la cabeza haciendo un gesto otorgándome la razón.

—De todas formas, sé que mi hijo es un hombre responsable y muy educado... —sonrió como toda madre orgullosa.

Si supiera, señora...

—Santo cielo, Carly —chilló Jeon desde el pasillo, musitando algo inaudible antes de presenciarse en la sala de estar.

No pude evitar cerrar los ojos al imaginarme qué, posiblemente siga en calzoncillos y despeinado. Acertar por la cara de su madre al pillarlo, me produjo un escalofrío hasta en las venas que no pude explicar.

¡Dios! ¿Qué más quieres de mí?

Giré a verle, estaba tal cual y como le imaginé. Como un actor porno entrando en su escena de acción.

Si antes la vergüenza me ahogaba, estaba vez era el triple. Era el colmo de los colmos.

—Buenos días... —dijo la madre.

Con los dedos me llevé el cabello hacia atrás, incomodísima.

—¿Qué... estás... haciendo aquí? —preguntó adormitado aun, rascando su cabellera.

SÉ QUIÉN FUE |Gemelos| JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora