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«Cada uno de nosotros ahora está conectado a través de lazos inquebrantables que solo son vistos por aquellos que tienen el poder de ya no sufrir mas por sus pecados, mientras que ven sufrir a los nuevos pecadores y, sin embargo, nos sentimos completamente solos».

Una tarde mas en la fría y oscura habitación de la joven de cabellos castaños, revueltos y esparcidos uniformemente en la almohada en la que posaba su cabeza mientras veía algún programa aburrido que daban en la televisión esperando a que fuese suficientemente tarde para ir a la realidad Onírica* y esperar en ella a que la mañana siguiente la luz se asomase por el borde de alguna colina, con los rayos penetrantes del sol ardiente mañanero.

No había en su habitación nada mas interesante que hacer a excepción de continuar la lectura Dejada ―forzosamente― por la mitad la noche anterior sin ganas de continuar de aquel tan amado libro de fantasía y romance acerca de Vampiros ''Un beso en la oscuridad '', que amó desde el primer momento pues era acerca de su tema predilecto para hablar ―claro, siempre acompañando la conversación con una pizca de magia― el cual la mantenía constantemente en investigaciones de horas y horas buscando al menos un sitio en internet con pruebas convincentes de la existencia de estos seres, pero jamás hallaba nada parecido o al menos allegado a sus expectativas.

Esa noche se sentía especialmente cansada de aquel tema, como si hubiese llegado al borde de la fina curva entre obsesión y fastidio, o tal vez por que comenzaba a cansarse de ser molestada por aquella ligera ―a su parecer― obsesión que había generado sin previo aviso al leer una saga y luego otra y otra mas de aquellos seres y, es que ese tipo de narrativas eran sus preferidas, aun mas si rozaban en el tema romántico, obscuro, tornándose así mas interesantes y aun mas llamativas para su joven vista.

La melodiosa voz que esa joven tenía resonaba en la habitación mientras murmuraba alguna melodía conocida o que al menos hubiese escuchado alguna vez, de esas tantas que quedaban grabadas en lo profundo de su subconsciente, repitiéndose en ese momento cual grabación antigua de radio.

La universidad solía consumirle la mayor parte de sus energías y ánimos por lo que las noches eran su momento de descanso, aunque esta se sentía diferente, Como si aquella sensación de angustia se hiciese cada vez mas allegada a ella. No había nada realmente bueno en televisión y las ganas de tomar aquel libro dejado a medias no eran lo suficientemente fuertes como para que realmente lo hiciera.

Finalmente su fino y esbelto cuerpo se rindió de buscar programas en tv apagando esta misma desde la lejanía, levantándose solo para colocar algo de música con la idea de poder simplemente pensar y esperar a que los sueños la atrapasen de una vez. Su teléfono celular ahora reproducía en el mayor volumen que tenía alguna canción de su agrado.

La habitación no tardó en llenarse de aquel sentimiento desbordante de melancolía y frustración que acompañaban perfectamente las emociones de preocupación de la joven. Aunque pronto aquella melodía finalizaría dando paso a ❝Maniac ―Conan Gray❞. La cual lograba que aquella joven de cabellos sedosos color chocolate pintara una sonrisa en su rostro mientras que, se levantaba sobre su propia cama para lograr olvidarse un momento de todo el estrés por el que se veía atacada constantemente.

Ella creía estar completamente sola en aquel departamento frío y oscuro, en el que ahora cantaba con gran energía la letra de aquella canción que se reproducía en bucle en su habitación, pero, la soledad que ella juraba poseer le había sido arrebatada hace algunas horas por un ente femenino que la observaba con intriga desde la puerta entreabierta de su habitación mientras la castaña se concentraba lo suficiente en la canción que pronto comenzaría a bailar con la mayor tranquilidad que podría tener ese día.

↳✉ Sangre Prohibida┊LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora