Canela

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• Sirius Black & Regulus Black•


Orion escuchó ruido proveniente de la cocina y sin dudarlo tomó su varita, salió de su habitación y bajó decidido a ver que pasaba en el primer piso.

Cuando iba por la mitad de la escalera sintió un ligero aroma a pan y cuando entró a la cocina no creyó lo que sus ojos veían. Sirius con un mandil lleno de harina y el cabello amarrado, se veía bastante entretenido batiendo lo que parecía una crema mientras leía atentamente las instrucciones en el recetario de Walburga.

- ¿Por qué estás cocinando a estas horas? - preguntó Orion sacando un susto a su hijo.

- ¿Qué haces despierto?

- Yo pregunté primero.- Orion sonrió al ver a Sirius haciendo un mohín.

- Quiero hacer unos roles de canela para el desayuno.

- Claro, las 3 de la mañana son una excelente hora para hornear.

- Si, así es y si no vas a ayudarme deberías ir a dormir o dejar de distraerme.

Meditó unos segundos lo que dijo Sirius, le deseó buena suerte, subió otra vez e ignoró por completo el olor a quemado que el horno dejaba salir. Sabía las razones por las que Sirius estaba haciendo eso. El berrinche que hizo Regulus el día anterior había sido insoportable.

- Estaba preocupado por James.

Orion estaba en su despacho cuando escuchó los gritos de Sirius, pero no iba a meterse. Ninguno de sus hijos había llegado a los hechizos aún.

- ¡Eso no es de tu maldita incumbencia!

Walburga se sorprendía de los pulmones que tenía Regulus, no podía creer que lo escuchara hasta la sala de estar.

- ¡Es mi mejor amigo!

- Pues si no te quiere contar qué le pasa es por algo.- Regulus estaba rojo del coraje.- Es mi diario, invadiste mi privacidad.

- ¡Ya te pedí perdón!

- ¡No me importa, muérete Sirius!

- ¡Muérete tú, ya me disculpé!

Y pasó lo que se veía venir, un estruendo se escuchó en todo el 12 de Grimmauld Place. Sirius y Regulus estaban en un duelo, los hechizos estaban bastante parejos, cuando Orión los vio se sintió orgulloso de haberles enseñado bien a tener duelos.

Walburga subió las escaleras en cuanto se dio cuenta que su esposo no ponía un orden. Al llegar al segundo piso se encontró con Orion observando atentamente y esquivando uno que otro hechizo proveniente de sus hijos.

Walburga debió haber petrificado a los dos antes de pegar el grito que provocó que Regulus se distrajera y así que un maleficio de aliento de pimienta diera directo en el menor. Regulus empezó a toser y a agitar sus manos para golpear su pecho, el picor en su garganta era infernal. Sirius se quedó paralizado al ver a su hermano así, después del shock de Orion y Walburga, ambos se acercaron para auxiliar a Regulus y aplicar un contrahechizo.

Nadie dijo nada por unos minutos y Regulus se fue a su habitación dando un portazo, Orion le siguió inmediatamente e ignoró sus reproches cuando entró sin permiso. Walburga miró a Sirius y éste supo que le esperaba un regaño.

Orion le explicaba a Regulus que ser el menor era difícil mientras esquivaba los hechizos de Regulus rompiendo sus cosas, él sabía que debieron enseñarle a manejar mejor su ira cuando niño. Hizo varias comparaciones entre él y Lucretia y como su hermana lo molestaba de sobremanera. Regulus se calmó bastante en cuanto ambos llegaron a la conclusión de que los hermanos mayores no servían para nada.

- Sabes Reg, Lucretia es la persona que más me molestaba cuando era niño, pero no imagino una vida sin ella.

Después de decir eso, Orion salió de la habitación de su hijo y Regulus se quedó meditando, era verdad lo que decía su padre, Sirius podía volverlo loco pero no imaginaba una vida sin sus tonterías diarias.

Walburga y Sirius por su parte tuvieron una enorme platica sobre ser el hermano mayor, todas las responsabilidades que tenían con la familia y lo divertido que era sacar de quicio a sus hermanos. Ella era la mayor en su casa y no había día en que no le dijera a Cygnus o a Alphard algo para molestarlos, muchas veces creía que lo hacía para fingir que aun no crecía y por ende tener que seguir las reglas de su familia por ser la mayor.

Sirius le contó que lo del diario fue algo que no pensó mucho, lo vio en la cama de Regulus y solo lo leyó.

- James no me cuenta mucho lo que pasa entre ellos, solo quería saber si algo malo estaba ocurriendo.

Sirius se veía nostálgico, el año entrante era su último año en el colegio y James pasaba más tiempo con Regulus que con él. Estaba celoso, pero no iba a aceptarlo en voz alta nunca.

- Es normal sentirse excluido.

Walburga le regaló una sonrisa y Sirius se acercó para que le diera un abrazo. Se aferró a su mamá unos minutos y después prometió que iba a disculparse. Ella lo detuvo antes de salir de la habitación y le recordó que no era buena idea acercarse a Regulus aún y que a su hermano le encantaba desayunar roles de canela. Sirius le regaló una sonrisa enorme, ya sabía que tenía que hacer.

Eran las 8:00 de la mañana y todos los miembros del 12 de Grimmauld Place estaban reunidos en la mesa para desayunar. Había caras más molestas que otras, una de ellas era la de Kreacher que no entendía que le había pasado al horno.

Los roles de canela seguían intactos, Orion, Walburga y Sirius sabían que eran para Regulus y él no los tomaba porque sabía que Sirius los había hecho.

- Puedes ya tomar uno por favor.- Dijo Sirius en un tono más alto de lo que quería.

- No.

Orion no iba a negar que le causa gracia la forma en la que Regulus se hace el digno.

- Reg.- Walburga tomó la palabra.- Solo prueba uno, no seas tan orgulloso.

Regulus rodó los ojos y esta vez no fue por el diminutivo de su nombre, tomó un rol y lo comió todo de un bocado. Lo intentó, él sabe que intentó no ser grosero después de aceptar comer la disculpa de Sirius. Pero solo con unos segundos en la boca escupió todo en una servilleta.

- ¿Qué te pasa? - Soltó Sirius molesto.

- Regulus eso fue innecesario, no tienes que ser tan grosero.- Ahora fue Orion el que levantó la voz.

Regulus bebió su té de jalón.

- No fue por ser grosero.- Dijo mientras seguía con cara de asco. - Saben horrible, si esa fue tu disculpa, fue la peor que he recibido en mi vida.

- Pues no sé hornear ¿okay? además la intención es lo que cuenta.

- ¿Cómo se puede sentir el sabor crudo del huevo y al mismo tiempo estar quemados?

- Sabes qué, no es mi culpa que seas tan quisquilloso.

- ¿Quisquilloso por no querer comer algo horrible? pues discúlpame por serlo entonces.

- Pues no te disculpo...

Walburga y Orion dieron un enorme suspiro resignados mientras tomaban su té, después de todo estas peleas eran de todos los días, seguro que cuando ambos se vayan de la casa van a extrañar esos gritos.


•••••

Solo quiero decir que aquí hay una sola víctima... Kreacher.

Si no le saben al horno mejor compren chocolates. Yo diría.

Espero que les haya gustado, nos  leemos mañana.

- Boris.



Regulustober | Fictober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora