Lunes 23

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N. A. : He estado haciendo algunas ediciones. Había algunos errores gramaticales y contradicciones a raíz del capítulo "Harry", que ha sido eliminado.
Si acá o en otro capítulo ven errores o cosas confusas, por favor déjenlo en comentarios.



El lunes 23 de diciembre comenzaron las vacaciones de invierno. Hulderic, tras el fin de semana agitado, había optado por dedicarse a las tareas primeramente. Pero las terminó ese mismo día. Esa misma mañana, de hecho.

Solo en Historia de la magia y Vuelo no les dejaron. Por supuesto, la última era práctica únicamente y la primera era dictada por un fantasma inconsciente sobre el tener alumnos. Por el resto, tenía trabajos pendientes de las otras cinco. El de Defensa Contra Las Artes Oscuras lo hizo en media hora. De Encantamientos un poco más; seguía estando más avanzado, tras estudiar por su cuenta. Pociones le llevó un poco menor de una hora y solo porque era la materia que el trabajo más largo les pidió. Transformaciones y Astronomía doblaron, y un poco más también, la cantidad de tiempo que les tuvo que dedicar. Pero finiquitó todo a tiempo para el almuerzo.

Entonces, su estómago estaba rugiendo ya, para su vergüenza. Harry lo había acostumbrado a comer demasiado y demasiadas veces. Se lo haría saber.

Un bostezo atrás suyo lo sobresaltó.

"Alguien se levantó con hambre...", bromeó Sirius, estirándose y sacando unas sartenes. "Espero que la comida frita te sepa bien; solo sé freír y hervir".

Hulderic no llegó a oír lo segundo, se había puesto a la defensiva. Con los brazos cruzados y la cara sonrojada, por lo bajo, respondió. "No soy tan gordo... Me desperté hace seis horas y me levanté después que Remus le dio la mamadera y cambió a Phoenix".

El llanto del bebé lo despertó, pero eso no lo admitiría porque no quería parecer un delicadito para dormir, como le decía James cuando él se quejaba de los gemidos de su madre. Ellos dos habían dejado de ser discretos cuando le explicaron todo el asunto por haber menstruado antes de tiempo, sin importarles cuán grande fuera el trauma que habían dejado a su inocente mente.

Sirius frunció el ceño, aun de espaldas pero ahora inmóvil. No le gustó cómo sonó ninguna de las dos frases que el menor soltó. Él sabía que era infantil e irresponsable en parte, y no debía, supuestamente, por adulto. Pero aquel a su lado precisamente era poco más grande que un infante, se suponía que sí lo fuera, aunque la edad no impidiese que fuera tan inteligente, comprensivo e ingeniosos como cualquier persona de cualquier edad en la que pudiera la noción de realidad. Igualmente ni siquiera debería preocuparle el peso. Eso eran cosas muggle. O más bien...

"Eso sé que son cosas de los Potter, Hulderic." Dejó las cosas sobre la estufa y se giró, apoyándose en la mesada. "Y sé que costará superarlo. Pero no por eso dejaré que andes con las mentiras que ese par te inculcó. Por eso, para evitar incómodas reiteraciones, espero que me hayas oído en esto y que me escuches en lo siguiente. Atentamente: Ser gordo, en primer lugar, no está mal. En segundo, tener hambre es una necesidad de cualquier persona o animal; no es cosa de vergüenza. En tercero, no estás gordo. Al contrario. Tu memoria no tiene problemas o no te aburrirías en clase, así que no debería hacer falta recordar lo que la enfermera y los resultados de las pruebas del Ministerio dictaron. Y por último, pero lo más importante: ¿qué carajos haces despierto tan temprano? ¡En vacaciones se supone que duerme hasta tarde!" Para borrarle la carita triste, saltó a hacerle cosquillas en las costillas. Acabaron los dos en el suelo y el menor riéndose hasta que se meó. Literalmente.

Su cara se puso roja y sus ojos llorosos de la risa liberaron el agua, pero por otros motivos. Balbuceó tartamudeante algo por lo bajo. De no ser por su oído mejorado por animago, Sirius no hubiera percibido los sollozos o las palabras entre ellos.

"Perdón... En serio perdón... Lo siento... Soy un..." Y se puso a llorar a todo pulmón mientras comenzaba a llamarse inútil.

Sirius tapó su boca y lo incorporó a una posición sentada encima suyo, él mismo en el suelo. Lo abrazó y acomodó contra su pecho. "Sh... Sh... No sos ningún tonto o bobo... Es mi culpa, es mi culpa, bebé... Y los accidentes le pasan a cualquiera" susurró contra su oído. Los temblores del chiquito se calmaron y su pecho se hinchó y desinfló un par de veces más en respiraciones profundas. "¿Mejor, bombón?" Hulderic asintió, inseguro aún en que su voz no lo delatara. "Me alegro, principito. Ve a darte una ducha y deja junto a ella la ropa, te mandaré un elfo".

¿Un elfo? Se preguntó Hulderic. Pero no lo dijo, solo asintió y fue hacia el baño de la habitación que le habían asignado en Black Manor. Estaba tan ensimismado que no se percató de Remus, quien en cuanto fue a la cocina miró acusador a su esposo, con el ceño fruncido. Sirius sonrió y, pretendiendo inocencia, se le acercó para besarlo con un "piquito", sin abrazarlo o rozar sus pechos, eso sí. Y eso lo delató. Bueno, eso y...

"Huele a como cuando Phoenix te meó la entrepierna cuando tuviste la genial idea de ponerlo desnudo sobre tu regazo y hacerle cosquillas, aunque un poco atenuado. Y Eri" como por alguna razón todos le empezaron a llamar en la familia por lo menos, cual consenso tácito "tenía su entrepierna muy mojada".

Con un suspiro, el auror explicó todo. Remus imitó el gesto cuando terminó.

"Hagamos el almuerzo".

Reencarnaciones y mellizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora