Capítulo 11

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Marina

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Marina

Despierto algunas horas después, el largo y relajante sueño que se supone debería haber tenido, se convirtió en una horrible pesadilla que me dejó de regalo un insoportable dolor de cabeza.

Me duele todo el cuerpo, y la cabeza me martillea como si hubieran jugado fútbol toda la noche con ella. Intento abrir los ojos, gran error porque de inmediato, la habitación comenzó a darme vueltas.

No tardo demasiado en recordar el motivo por el que aún sigo en esta habitación demasiada iluminada para mi gusto.

El olor a hospital me perfora los sentidos y comienzo a sentir náuseas por la mezcla horrible de recuerdos, olores y el mareo.

La conversación que había tenido con el doctor esta mañana comienza a reproducirse por mi cabeza y un sudor frío empieza a esparcirse por toda mi espina dorsal.

Quiero ponerme de pie e ir al baño, pero al no lograrlo me dejo caer en la cama dramáticamente.

— Si cierras los ojos es peor. Inhala y exhala lentamente y trata de mantener la mente en blanco.— Sí, claro, como si pudiera.

Con un solo ojo abierto, observo al doctor acercarse. Su expresión es serena, aunque no deja de lanzarme algunas miradas cargadas de preocupación mientras ve los papeles que tiene en sus manos.

No lo juzgo, actualmente mi vida roza lo patético y bochornoso.

Llevo casi un año o quién sabe cuánto tiempo, siendo una persona que no soy por culpa de unas estúpidas pastillas.

Debo haber sido la hija de Hitler en mi otra vida, porque esto no debería ocurrirle a chicas normales de dieciocho años que han pasado toda su vida enterradas en un pueblito del Este del país.

Diosa del Refri ¿¡Por qué motivo me odias tanto!?

Quiero decir algo, lo intento, pero mi lengua no es capaz de articular ninguna palabra coherente. Se ahogan, en simples balbuceos todos los pensamientos que tengo atorados en mi mente.

Mi hermoso portador de "buenas noticias" se acerca al monitor que está a mi derecha y comienza a anotar algo en una carpeta que sostiene en su mano izquierda.

— Llevas durmiendo unas cinco horas, tu cerebro necesitaba tiempo para descansar y asimilar todo esto.— Aún siento una pequeña opresión en mi pecho y a pesar de mi inútil intento de mantener la mente en blanco, un horrible sentimiento amenaza con empujarme hacia un lugar oscuro dentro de mí misma.

No es alivio lo que siento, y mucho menos paz, la pesada carga que llevo a mis espaldas desde hace meses, continúa ahí y se incrementa en estos momentos.

—D-doctor. — Mi voz es tan rasposa que no parece mía. Con solo decir eso me agoto y olvido la idea que quería transmitir.

— Marina, tranquila.— Me llama con suavidad, la sonrisa con la que había entrado a mi habitación esta mañana se ha borrado por completo de su cara. — Debería haber hablado de esto en presencia de tu madre. — La sola idea hace que las náuseas incrementen.

Marina: Lie or DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora