Esto no es Carentan

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—Destello!!
—Trueno
Escuchar la voz del Sargento Bradley fue un alivio para mí, no creía estar lo suficientemente listo para disparar a un alemán después haber caído.
—Sabes donde Diablos estamos?
Junto al sargento, la rubia cabeza de Oliver se encontraba allí, todavía y casi por obra de Dios sobre sus hombros. Ambos parecían estar sanos y salvos, sus dos rifles M1 garand se veían en completas condiciones y las pinturas de guerra parecían no haberse borrado de sus rostros.
—Por que coño no se escucha la artillería?–Me atreví a preguntar mientras me esforzaba para escuchar algo más que no fueran los grillos o los sonidos de las hojas del bosque.
—Parece ser que caímos en el lugar equivocado–Respondió el sargento
—Pero donde?–dijo Oliver mirando a su alrededor–esto no parece Francia
—Y como vas a saberlo? –Respondió el sargento
—Solo tengo ese presentimiento, no les parece algo raro este lugar?
—Oliver, deja de decir chorradas– Respondimos el sargento y yo a coro.
—Hay que movernos, buscar un lugar para ubicarnos
Oliver y yo asentimos a la orden del sargento. Aquél lugar parecía el mismo sin importar cuanto avanzaras, era como andar en círculos, aunque al menos así sabias que habías dado una vuelta.
—Y si marcamos los árboles? Al menos así podríamos saber si pasamos por el lugar–Propuso Oliver sacando de su bota un cuchillo de monte.
—Y si una patrulla alemana los ve? Vamos a dejarle el camino libre– respondió el sargento
—Oigan chicos, me dan una mano?–Se escuchó sobre nuestras cabezas la voz de Sanderson el cual colgaba de las ramas de un árbol.
—Suelta el paracaídas, por el amor de Dios–dije desde mi puesto preocupado por mi entorno.
—No se quiere soltar, el mecanismo está defectuoso.
—Con tu mala suerte no me hubiese extrañado que no se te hubiese abierto el paracaídas al saltar.–Dijo el sargento el cual ayudado por nosotros subió hasta el árbol para poder cortar las cuerdas del paracaídas.
Sanderson cayó al piso, su cara se llenó de hojas y de uno que otro golpe.
—Que coño ha pasado? Y los alemanes?
—Al otro lado del mapa seguramente–Dije dándole una mano al chico de peinado mohicano– Si nos pegaste tu suerte seguramente estemos en Japón.
—Deja de joder Marcos, seguramente estamos a dos pueblos.
—A mi me basta con encontrar uno, así que andando–Habló el sargento dejándonos en silencio una vez más.
Reanudamos la marcha, sin embargo no podíamos bajar la guardia, había algo en aquel lugar que a más de uno le hubiese erizado los pelos de la nuca. En un principio me culpé a mi mismo, era un chico de ciudad, seguramente era mi imaginación jugándome una mala pasada, pero mientras más estaba en ese lugar más aguda era la sensación de estar siendo vigilado.
Entonces mis miedos se confirmaron y antes de que pudiese siquiera moverme a ver aquella bestia salió de las sombras. Caí al piso, mi arma a un par de centímetros de mi mano golpeó el piso y lo único que podía sentir era el fuerte empuje de sus patas en mi espalda. Mis manos me cubrían de las fauces de aquel animal que solo ladraba junto a los gritos de mis compañeros.
—Hey skips, déjalo en paz– dijo la voz del capitán Arthur y enseguida sentí como mi espalda quedaba libre de todo peso.
Una vez en pie pude ver a mi atacante, sus ojos cafés me miraban juguetón y su lengua salía de su boca jadeante. Skips, un labrador blanco con la espalda café se encontraba sentado en el piso. A su alrededor estaban todos con el dedo casi en el gatillo juntos al capitán Arthur con su Springfield y piel morena no hacía más que reír.
—Estas bien muchacho?–Dijo el capitán
—Si, no es nada señor
—Esplendido, ahora quiero un informe.
—Señor, no tenemos munición ni comunicación, tampoco idea de donde coño estamos– comentó Bradley
—Bueno, yo vi humo hacia el este, a una hora a pie aproximadamente. Deberíamos ir a investigar.
—A sus órdenes señor!- respondimos a coro.
Nuevamente de pié, ahora con un objetivo reanudamos el viaje. La carga de andar en el bosque se redujo bastante con skips a nuestro lado. Acostumbrado a este ambiente aquel can no dudaba en ponerse delante, olfateando el camino en frente, si el paraba lo hacíamos nosotros, esperábamos a que terminase de oler y seguíamos la marcha en silencio.
La noche avanzaba aunque parecía interminable con esta calma aterradora. El objetivo no parecía estar ni cerca, las aproximaciones se habían ido al diablo y la moral del grupo comenzaba a flaquear cuando derrepente la ráfaga de una ametralladora browning sonó en la espesura del bosque.
—Que coño fue eso?–Dijo Oliver tirándose al suelo, por instinto ya todos habíamos adoptado una cobertura entre los árboles del lugar.
—Sonaba como la browning de David–Dijo Sanderson desde su parapeto
—Marcos, Bradley, están bien de munición?–Dijo el capitán
—Si señor–respondimos los dos a coro
—Entonces no pierdan tiempo, investiguen y eviten el contacto de ser necesario, cuando lleguemos a un área de reagrupamiento encenderemos una baliza.
El sargento y yo accedimos, salimos juntos en dirección a los disparos que parecían tener un ritmo de ráfagas constantes que hacían que la oscuridad del bosque se pintara de amarillo. Mientras caminábamos pudimos darnos cuenta de algo, al parecer solo se escuchaban disparos de esa arma, no se oía el ruido de las carabinas alemanas o siquiera alguna voz de alarma por lo que nos teníamos que David estuviese disparando a población civil.
—Que coño haces negro de mierda?!–Dijo el sargento saltando de los arbustos con su carabina lista
—Agachese señor!!–Logré decir antes de que una flecha rebotara contra su casco.
—Donde mierda estamos?!–Dijo el operador de la ametralladora disparando desde su parapeto en una roca.
El sargento y yo abrimos fuego contra las pequeñas sombras que se movían de un lado a otro en la espesura de arbustos y troncos medio caídos. Se movían en silencio, como si fuesen niños pequeños, por ello no queríamos darle a ellos, quizás fuera algún chaval de las juventudes Hitlerianas. Aún así, y pese a todo el cuidado que tuvimos en no darles una bala de mi carabina hizo que uno de ellos cayese al suelo y el sonido emitido por esa cosa caló hasta los huesos.
—Que cojones?–Dijo el operador de la ametralladora– eso no era un niño
—Sonó como un cerdo, algo más agudo pero juraría que sonó como un cerdo
—Cancelen el fuego de supresión, disparen a matar si alguna de esas cosas de acercan–Ordenó el sargento cargando la M-1
Las figuras se hicieron más antes de que una lluvia de flechas se rompieran contra la piedra. Luego contestamos, disparando a matar no fue nada difícil que la potencia combinada de nuestras armas arrancasen de esa turba un gran número de chillidos.
El clic del fusil anunció que ya no me quedaba balas en la recámara, ya solo quedaban dos cargadores de 8 balas cuando volví a recargarla. Salimos de la cobertura cuando los gritos de los atacantes se alejaban entre los maderos.
—Que clase de abominación es esta?–Dijo el sargento volteando un cadáver hacia arriba
—Si fueran más altos dirá que alemanes–bromeó el ametrallador.
—Como coño es que puedes hacer un chiste?!–Respondí
—Pues que quieres que haga? Se me ocurrió
—La próxima vez que hagas otro chiste de mierda vas a cavar letrinas hasta que se me olvide
Los dos quedamos nuevamente en silencio, el sargento estaba observando entre los cadáveres de esas criaturas humanoides aquellas vestimentas casi tribales hechas con una que otra pieza de cuero. Parecían vivir en una edad de piedra a juzgar por los arcos y lanzas hechas con madera piedra y tendones. Entre esos seres de piel parduzca y colmillos afilados podían destacarse algunos más grandes quizás de 1.60 metros con ojos más grandes y narices un poco más humanoides en comparación con los puntiagudos órganos de sus camaradas. Estos por su manera de vestir adornadas con brazaletes de metal de una artesanía tosca y una constitución física más musculada seguro constituirían una élite guerrera.
—Deberiamos seguirlos–Dijo David mirando las huellas de los que se retiraban
—Negativo, puede ser una trampa, mejor hay que replegarse–Dijo el sargento
—Pero sargento, y si uno de esos monstruos ha capturado a uno de los muchachos?
–Son suposiciones, nuestra misión ahora es reagruparnos, el Capitán Arthur lanzará una baliza cuando encuentre una zona que se pueda defender, así que andando, si nos apresuramos podremos alcanzarlos.
Y otra vez volvimos a la caminata, en esta ocasión con un ritmo más acelerado para tratar de dar con el grupo del capitán, mas no dimos con el sin que encendieran una baliza verde que iluminaba el cielo nocturno. Entonces bajamos el ritmo, anduvimos más cautos, esa señal podría llamar la atención de otras personas o criaturas más allá de los paracaidistas extraviados y no queríamos quedar atrapados en un fuego cruzado.
—Quien anda ahí?–Preguntó Sanderson desde la lejanía
—Tu que crees idiota?–Dijo el sargento
—Gracias a Dios están bien ¿Que diablos pasó allí afuera?
—Mejor busca a los chicos, tenemos algo de lo que hablar.

Creo que no estamos en Francia- una historia de la 101 AerotransportadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora