-Keisuke, cariño, ¿Podrías pasarme la miel, por favor?- Mencionó un joven de cabellos decolorados.
-Por supuesto.- Respondió su esposo.
En el comedor de una gran mansión se encontraba un feliz matrimonio, que disfrutaba de un agradable desayuno.
-Kazutora, hoy tenemos que pasar a recoger los resultados de los análisis- Comentó un pelinegro de cabello largo y ojos marrones, dandole un sorbo a su cafe.
-Así que por fin sabremos por qué no hemos podido tener un bebé- Sumó su pareja. Cortando en pequeños trozos su panque.
-Solo espero que no sea nada grave, eres un doncel Kazutora, es imposible que no podamos tener hijos- Keisuke comentó en un tono de desesperación. Y con mucho motivo, después de meses de intentar formar su familia, aún no había ni indicios. -Nos vemos en el consultorio a las 6 de la tarde. - Agregó un poco más tranquilo.
Aproximadamente a las 5 de la tarde Keisuke tomó sus cosas y avisó a su secretaria que se retiraría para poder atender unos asuntos. Subió a su auto y condujo hacia la clínica donde les entregarian sus estudios.
Keisuke Baji es un joven millonario de 25 años que trabaja para la empresa familiar, siendo hijo único y el gran heredero a toda la fortuna y negocios de la familia Baji, tuvo que tomar el mando a muy corta edad. Recién se graduó y obtuvo su título en la licenciatura de administración de empresas.
A la edad de 20 años se comprometió con su novio, Kazutora Hanemiya, un atractivo y millonario doncel, con el cual sostenía una relación de 3 años. Ambos jóvenes provienen de una familia de renombre y con gran poder en los negocios. Razón por la cual sus familias decidieron unirse y animarlos a casarse.
Un año después llevaron a cabo su unión en sagrado matrimonio y actualmente viven juntos en uno de los barrios más lujosos de Tokio. Uno de los mayores sueños de Keisuke es formar una gran familia y qué mejor que hacerlo con su amado Kazutora.
Pero muchas veces la vida no es como queremos y Keisuke Baji está a punto de descubrirlo.
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D E S P U E S D E L A T O R M E N T A
Fanfic¡Por favor, tienes que creerme! ¡No te vayas! - gritó con las pocas fuerzas que le quedaban- ... Dolía como nunca había dolido. Tenía miedo, no sabía qué hacer...