-Papi, papi, es hora de despertar.- Una pequeña criatura brincoteaba sobre su aún dormido padre.
Chifuyu se quejó un poco ante la no tan agradable forma de despertarlo, y unos segundos después despertó y se abalanzó sobre su hijo, comenzando una guerra de cosquillas para así vengarse.
-Buenos días papi .- Dijo con una gran sonrisa el pequeño cuando su papá dejó de torturarlo.
-Buenos días amor.- Respondió el mayor, que de igual forma tenía una gran sonrisa en su rostro.
Cada pequeño momento que pasaba junto a su hijo le hacía olvidar cada uno de los problemas que estuviera cargando. Añoraba pasar tiempo con él, pero no podía hacerlo mucho, debido a que tenía que trabajar turnos bastante largos para poder mantenerlo.
No le alegraba saber que en esos momentos no tenía que ir a trabajar, sin embargo tampoco desaprovecharia la oportunidad que tenía ahora de poder estar más tiempo con su hijo, al menos hasta que pudiera encontrar otro empleo.
-Ven, vayamos a desayunar antes de llevarte a la escuela.- Dijo el adulto mientras cargaba a Haruki.
Chifiyu dejó a Haru en la sala para que viera caricaturas mientras él se dirigió a la cocina en busca de lo que sería su desayuno. Fuyu comenzó a buscar en la alacena algo que pudiera preparar, sin embargo se estaba comenzando a desesperar, pues no encontraba nada que pudiera servir. No había tenido tiempo de hacer las compras.
Como por arte de magia se escuchó como golpearon la puerta del apartamento, Chifuyu le pidió a su hijo que fuera a ver quien era, puesto que él estaba más cerca.
Haru abrió la puerta y al ver quien era soltó un grito de felicidad.
-¡Tio Michi! .- Dijo el pequeño muy alegre.
Ante esto Chifuyu no tardó en aparecer y divisó a su amigo acariciando con una mano la cabecita del pequeño Haru, mientras que con la otra sostenía lo que parecía ser un recipiente con pancakes.
-Hina cocinó pancakes para el desayuno y como sabía que no aceptarías bajar a desayunar con nosotros, decidí traerlos yo mismo. -Confesó Takemichi entregando el recipiente.
-Gracias Take, de verdad no se que haría sin ustedes.- Respondió Chifuyu con un poco de angustia en su voz.
-No agradezcas, mejor desayunen o se les hará tarde. Hoy tú te encargas de Haru, me imagino. - Afirmó Take.-
-Si, lo llevare a la escuela y de ahi ire a buscar empleo, espero regresar antes de que salga, pero si no le llamare a Hina para que me haga el favor de pasar por él.- Dijo Fuyu, entregando el desayuno a su hijo para que lo llevara a la mesa.
-Por supuesto, bien nos vemos más tarde.- Dijo Takemichi como despedida.
La hora de entrada al jardín de niños era a las 9 y afortunadamente quedaba bastante cerca de su casa, por lo que pudieron desayunar en paz y arreglarse con calma antes de tener que partir.
8:40 am y se podía ver a una hermosa pareja de un joven rubio y un pequeño pelinegro caminando de la mano hacia el jardín de niños, mientras reían y conversaban alegremente.
Una vez que estuvieron frente a la puerta de la escuela, Chifuyu le dio un gran beso en la mejilla a su hijo y le pidió que le deseara toda la suerte del mundo.
-Mucha suerte papi, ya no te preocupes tanto, te amo.- Soltó Haru mientras abrazaba con todas sus fuerzas a el rubio.
Después de eso Fuyu se quedó observando como la pequeña figura de su hijo se perdía entre los otros niños mientras ingresaba a su aula de clases.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad un apuesto pelinegro colocaba el saco de su elegante traje, dispuesto a comenzar su jornada laboral.
Después del incidente en la cafetería, Baji pasó a dejar a Mikey a su casa, para después dirigirse a la suya. Cuando llegó pudo observar a su adorable esposo dormir plácidamente, lo cual agradecia, porque aún seguía bastante molesto y no quería verse en la necesidad de tener que desquitarse con el.
Admitía que le molestaba mucho la actitud que tomó luego de que les dieron la noticia, sin embargo lo comprendía, Kazutora no tenía ni una pizca de culpa de que no pudieran tener hijos y tal vez solo fue su reacción ante la magnitud de la sorpresa.
Ahora estaba más tranquilo, aun estaba un poco frustrado, sin embargo sus nervios estaban disminuyendo y la ira ya había desaparecido por completo. No permitiría que algo así arruinara su bello matrimonio, ya pensaría en la forma de poder formar una familia.
Aunque para ser sinceros, aún había algo que lo hacía sentir incómodo y no tenía nada que ver con Tora y la noticia.
Mientras acomodaba su corbata recordó lo que pasó la noche anterior, y... Mierda, él insultando e hiriendo físicamente al mesero que los atendía. Inmediatamente el rostro asustado del chico cruzó por su mente, después la imagen de él sangrando y luego lo inevitable, recordó a su jefe despidiendolo de una forma no muy gentil.
La culpa lo invadió inmediatamente, había desquitado su frustración con alguien completamente inocente. Se maldijo a sí mismo y tomó sus cosas para bajar a tomar el desayuno, más tarde analizaría la situación con detenimiento.
-Se te hizo un poco tarde cariño.- Mencionó Kazutora, quien ya se encontraba en la mesa bebiendo tranquilamente una taza de té.
-Lo siento.- Respondió Kei mientras besaba dulcemente sus labios. Luego se sentó frente a él y a los pocos segundos una de las sirvientas que los ayudaban con los quehaceres y la cocina se acercó a él para entregarle su plato.
-Gracias.- Musitó Baji y la mujer se retiró ofreciendo una reverencia.
-Saldré de compras hoy.- Soltó sin más Kazutora.
-Está bien, supongo, ¿Con quien iras? .- Cuestionó Keisuke mientras metía un bocado de su comida en su boca.
-Ay amor, pues con mis amigos, obviamente.- Respondió Tora sin dar más detalles.
-Bien, ¿Tu tarjeta está al corriente verdad? De igual forma si necesitas algo, llama a mi secretaria.- Comentó el pelinegro sin indagar más.
-Por eso te amo, ten un buen día, iré a arreglarme.- Dijo Kazutora mientras se ponía de pie, le dio un beso rápido a Kei y corrió escaleras arriba.
-Parece que ya se le olvidó lo que pasó ayer. - Susurró Baji para él mismo y de igual forma se puso de pie, dispuesto a partir hacia su trabajo.
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D E S P U E S D E L A T O R M E N T A
Fiksi Penggemar¡Por favor, tienes que creerme! ¡No te vayas! - gritó con las pocas fuerzas que le quedaban- ... Dolía como nunca había dolido. Tenía miedo, no sabía qué hacer...