El ser humano es una figura imperfecta, llena de caos. Las personas, vamos por la vida descuidando a cada paso las consecuencias de lo que hacemos, se llama vivir, y en muchas ocasiones pensamos, y pensamos más; pero hay cosas, que cuando llegan, desordenan nuestro mundo y solo nos cabe la pregunta ¿Qué he hecho...? Cuando todo ha terminado. Lloramos sobre las cenizas, vivimos entre las cadenas, hacemos daño y estamos expuestos al dolor, y qué... el tiempo, el maldito tiempo... termina poniendo a todos, en su lugar.
Para un ser que conoce todas estas cosas y trata de huir de ellas, estar solo siempre fue una opción muy placentera. Y es que, al mirar los matices del mundo, cada vez percibo más de ellos, y ellos a su vez, menos de mí: no comprenden que, en el fondo, las cosas no son tan complicadas y que no hay peores demonios, que aquellos que nosotros mismos creamos. Es por eso que el tiempo para mí, nunca fue un enemigo; y aunque tampoco un aliado, se ubicaban perfectamente los espacios entre nosotros para aprender un día a la vez: el pasado entonces se convertía en historia, el futuro en un reto, y el presente en una llama que arde junto a toda la yesca de una sociedad muy escasa de fuego: fría como témpanos de hielo se acercaba, para observar unas brasas que arden por voluntad propia.
Es un ecosistema que toma lo que necesita, devuelve el resultado y se hace más fuerte.
Cuando llegaste a mi vida, ya el destino me dijo que no te iba a poder olvidar: llegaste pisando fuerte, irrumpiendo en zonas tan aseguradas por mí que me asustaba ese paso lento y la vez, imparable. Tenías todas las características para atraer a mis ojos, y también para que mi corazón, se esforzara por bombear sangre a altas velocidades hacia diferentes partes de mi cuerpo; descubriendo sensaciones, haciéndome sentir... de todo. Desnivelas el equilibrio de mis fuegos y escupiendo ardor en medio de un pequeño mundo que nos creaste: me hiciste entrar y... vaya que lo hiciste.
Pero como toda magia, el hechizo de esta bruja venía con un precio... y a cada segundo que me enredaba en más de tu perfume, olvidaba cada unas de las maneras que podría usar para escapar. ¡No es posible que esté sola!, pensé: mis ojos me enseñaban un mundo carente de la adrenalina de vivir, de sentir, de amar, de no gastar las horas como hojas en un calendario y, aun así, perfectamente incompleto. Y yo... yo solo lo seguí.
Atada a mil hilos invisibles te encontré al fondo de este nuestro universo. Me bajaste la mirada, no te sentías orgullosa de todo lo que estaba pasando y me fui dando cuenta como de a poco me abrías una salida de emergencias, ¡era tan tierno eso de tu parte!; no sabías ni siquiera qué hacer contigo misma y te preocupabas tanto por mí. Para mí fue un impacto... sí que lo fue, nunca esperé encontrarte en esa situación tan peligrosa cuando yo, parecía ser ante el mundo, el menos indicado para ti.
¿Qué sabe este mundo de nosotros? ¿De lo que sentimos? ¿De lo que nos hacemos sentir el uno al otro? Era un cóctel de preguntas que me bebía cada noche antes de dormir, embriagado entre tus recuerdos, y el sabor de un beso lleno de riesgo yo, yo no iba a dejarte ir así.
Y entonces comenzó todo lo que hoy para mí, significa un proyecto de mi vida, significa algo grande en mi corazón y de qué manera podía hacértelo saber cuando tras cada trago de pasión, quedaban en tu garganta el sabor de mil dudas. ¿Era yo realmente para ti?
Nunca quise que me vieras como el fuego que limpia tu alma y no es capaz de hacer una hoguera en ella, y quedarse a vivir por siempre. Amas el presente, y sé que te vuelves loca con todas estas emociones que tu mente había olvidado, adoro cuando me dices entrecortada que no quieres que me vaya de tu vida y sufro, viendo esa batalla a muerte que libras en tu interior y te consume esas horas, que no volverán atrás.
A veces me pregunto: ¿Qué es lo que quieres para el resto de tu vida?
¿Acaso será un sentimiento que te pueda ignorar cada vez que quiere, que haga que te odies por perdonar tantas veces lo mismo, te haga sentir idiota y haga de tu vida un caos de dudas y sospechas?
Y perdóname a veces si, perdóname cuando pienso que mereces a alguien que sea capaz de arriesgarlo todo por ti; alguien para bailar, para soñar, para reír; alguien que te entienda en tus peores días y que en vez de reprocharte, te abrace fuerte y te bese lento; alguien que te haga sentir como la mujer más preciosa de este mundo, sin importar tus prejuicios o tus defectos; alguien que valga la pena no solo para la cama, sino también para la vida. Alguien que entienda que eres una oportunidad única, que la posibilidad de perderte le quite el sueño, que sienta que contigo se sacó la lotería, que te presuma con todo el mundo y que sepa que no eres ninguna puta opción. Alguien, además, estable, con quien puedas irte a dormir sin preguntarte si mañana te va a seguir queriendo o no. Alguien que opte por perder su orgullo antes que a perderte a ti. De quien seas prioridad y no esa opción que siempre está disponible porque el paso de los años lo ha hecho ser así, más cómoda que viva. Alguien que, en vez de ponerle años a tu vida, les ponga vida a tus años.
Ahora las lágrimas en mis ojos cortan el ángulo de visión con la pantalla cuando pienso que sacrificaría con gusto esos siete años que nos separan solamente para encontrarte libre de miedos y para hacer juntos, algo que a ambos nos cambie la vida. Pero también comprendo que somos nosotros los que llevamos el control de nuestra historia, una que tiene que valer la pena haberla vivido para no terminar mirando con decepción hacia atrás, los últimos años que nos queden sobre la Tierra.
Este, es nuestro regalo del hoy: el tiempo, las fuerzas que como tú dices van siendo cada vez menos y las personas, que en el día de hoy están. Debemos parte de nuestra vida a ellas, pero no cierran la tapa del libro sin antes contar con nuestra pluma.
Es difícil.
Para mí también lo es, y trago en seco cuando me dices cosas como esa de que yo, tengo mucho menos que perder. Y es que a veces miro dentro de tus ojos, y sé que no comprendes todo lo que está en juego en mi vida cada vez que te elijo a ti, por encima de las demás cosas, y aunque a veces no lo sepa, aunque a veces no lo sepas: eres tú, todos los malditos días, eres tú.
Por eso te brindo lo que creo es necesario y suficiente, para además de vivir el presente, construir un futuro contigo... que lo veas, o no... que te importe, o no... ya es algo que se escapa de mis manos. Y si por medio de estas letras no acabas de entender que, en el centro del caos, YO ME QUEDO CONTIGO, entonces solamente hunde ese puñal que tienes contra mi pecho; yo siempre te di ese poder, como también el de confiarme tu vida para cuidarla.
Ese día va a llegar, y no sé donde estaremos, pero llegará la hora en la que comprendas que la forma de besarte, de sentirte, de hacerte sentir, de QUERERTE: es única y no va a repetirse dos veces en mi vida.
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En el Centro del Caos
RomanceA veces, el problema es que tu mente no quiere admitir lo que tu corazón ya sabe....