Sí, caminaba solo por las calles de una tarde fría de diciembre: en mi cuidad, nunca pasa nada nuevo; los mismos bares, los mismos tragos, los mismos boleros para atraer culturas impropias, divisas negadas a una sociedad en decadencia, tan común como el polvo que ahora pisan mis zapatos. Ya se va otro año, se marcha otro frío diciembre y le digo adiós a tantas cosas: una vieja herida mal cerrada, un montón de planes sin cumplir, aquella canción que siempre me hace pensar en ti (sí, ya sé que soy un tonto por escucharla una y otra vez, pero me gusta) y esta vieja prosa, tan cursi como su escritor, que te dedico.
Hoy quiero transportarte a un lugar diferente, uno más frío; siempre me diste esa impresión de una chica amante del peligro y la adrenalina por eso decidí traerte hasta aquí. Como ves... es un sitio tranquilo, uno que pocos visitan, solo tiene un banco donde sentarse y una vieja farola para alumbrar, hace un poco de frío así que permíteme el atrevimiento de sentarme cerca de ti y tomarte al menos de las manos, me hace sentir más seguro. Perdona el desorden, las últimas personas que estuvieron aquí no dejaron esto en buen estado, quizás te tropieces con unos calcetines regados de nostalgia, algunas playeras sucias de mentiras y una bufanda deshilada, cansada de esperar.
He traído un mechero, permíteme encender ese cigarro: sabes, no me gusta fumar, pero me quedo como lelo viéndote hacerlo, como si fueras arte... no sé... yo me entiendo. Sólo me gustaría compartir unos momentos de tranquilidad contigo, esos donde te cuento muchas cosas y claro, muero por oír las tuyas, las buenas, pero presto más atención a las malas, a las que te causaron dolor, esas las llevo por insignia y lo sabes, aunque a veces no lo digas.
Momentos como estos son los que siempre quise, recuerdas cuantas veces lo intenté verdad, pero nunca lo conseguí; ahora los construyo mediante caracteres y signos de puntuación, pero no importa, no me iba a quedar de brazos cruzados viéndote ir y venir, libre...
Ahora que ya estás sentada, has fumado y la temperatura se ha vuelto un poco más agradable me gustaría contarte la historia, mi historia y la de un pájaro de hielo. Sí, un pájaro de hielo: uno hermoso, de dimensiones perfectas y un canto poco común, muchos dirían que su belleza no concuerda con su canto, pero al menos para mí, es perfecto... ¡Nunca te enamores de un pájaro!... y menos, de uno de hielo; eso me decía desde el tejado más alto, pero no lo escuché y subí, claro que subí a ese tejado, me costó muchísimo hacerlo, pero siempre pensé que mi pájaro estaría feliz de verme allí intentándolo. Por el camino encontré a muchos, atraídos por las leyendas de aquel pájaro mágico traían consigo todo tipo de jaulas: unas lujosas envueltas en pierdas preciosas y oro puro, otras rústicas y de madera, pero todos anhelaban atraparlo y hacerlo... ¿cómo decían?... "El pájaro de su jaula".
Unos eran fuertes, dignos de respeto, aunque también los había que daban muchísima pena; vi a cientos caer, me desanimaron un montón diciendo que yo no cumplía los requisitos para llegar hasta el último piso, que solo estaba perdiendo el tiempo, pero sabes qué... yo no me rendí.
Las noches se me hacían largas y a pesar de saber que cada día que pasaba contaba por uno menos para alcanzar a mi pájaro, me levantaba el primero y me acostaba el último oyéndolo cantar. Muchos alardeaban: sin escalar un cuarto de los pisos ya le gritaban su nombre, envueltos en locura. Yo permanecí en silencio, quizás fue un error, hoy no lo sé, pero me contentaba verla así: mirándome fría y libre...
Pero una noche llegué, hacía frío como hoy y yo estaba en el último piso a unos metros de mi pájaro, inmóvil y asustado... si hubiera sido otro, me hubiera lanzado a por él, pero es tanto el respeto que le tengo que decidí mantener la distancia y explicarle la razón por la que estaba allí. A mi alrededor, cientos de jaulas rotas adornaban el santuario y aunque ella no hablaba, yo entendía con su mirada que era un ave imposible de atrapar...
—Yo sólo deseo escucharte cantar... —le dije.
Lo creas o no, no tengo una jaula para ese pájaro; no tengo forma de cortar su libertad, esa que lo hace único entre todos y de la que me enamoré, como los libros, a primera vista. Solamente quería escucharlo una vez más de cerca, muy cerca y tal vez cantar a su lado, esa melodía que hace tiempo no se le escucha, porque quizás está tan ocupada que se le ha olvidado que los pequeños detalles, son los mejores; sólo quería enseñarle un mundo nuevo y que tal vez deje de ser de hielo, pero si he de ser yo quien me congele entre sus plumas lo haré encantado, quiero respirar a contragolpe con ella y lo sé, no soy el único que lo quiere, pero deseo hacerlo de una forma diferente, una que ella no conoce o que tal vez, olvidó hace unos años.
¿Qué como terminó mi historia? Mi pájaro de hielo se acercó un poco, me puso los pelos de punta por instantes y sin decir nada, golpeó con su pico mis manos, las manos que ahora sostienes... y sin más, salió volando hacia un tejado aún más difícil de alcanzar.
No creas que soy tonto, no pienses que te he traído hasta acá por casualidad. Ya lo notaste verdad: la farola, este banco para pensar y todo el desorden... seguro te diste cuenta que el lugar donde estamos es mi corazón... un mundo que no siempre fue tan frío, tan de hielo... un mundo que cambiaste y, comenzando por mis manos, congelaste en segundos.
Sé que no te queda mucho tiempo conmigo, sé que debes emprender el vuelo otra vez pero quería decirte aquí, en privado, en mi corazón; donde nadie de esos que intenta cazarte pueda oírme: que voy rumbo a ese tejado más alto, sí, no te rías ni te burles, voy a por ti: voy despacio y a mi paso y de seguro nunca lo notas ni me extrañas, yo sé que quizás soy uno más, pero no sé de qué forma, ni que día, tampoco a qué hora... quizá nunca llegue... pero quiero encontrarte de nuevo, en primavera, cuando todo ese hielo se haya derretido y devolverte esos tres picotazos que me diste, esta vez en los labios, para que comprendas que mi corazón, no ha sido el mismo, desde que te escuchó cantar.
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Pájaro de Hielo
Storie d'amoreMuchos quieren atraparla, yo, solo quiero verla volar...