único

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"En una noche tranquila y helada, con un cielo iluminado por la brillante luna y decorado por millones de estrellas, se conocieron dos chicos.

—Ehm, hola... —hablé asustado al ver otra presencia a mitad de la madrugada en esta vacía playa.

El contrario volteo a verlo.

—¡Oh!—exclamó sorprendido—Hola...

—¿Me puedo sentar? —apunte el suelo, al lado de él.

—Supongo. —respondió levantando un poco los hombros.

Una vez que se sentó a su lado todo se consumió en un silencio incomodo, lo único que se escuchaba era el hermoso sonido de las olas.

De pronto una ráfaga de viento pasó por el lugar, provocando que uno de los chicos temblará del frío, el contrario se dio cuenta y decidió sacar su polerón para ofrecérselo.

Mire extrañado el polerón y luego al extraño.

—¿Qué haces? —pregunte confundido.

Recibió como respuesta un movimiento en la mano derecha que era la que sostenía el polerón para que lo tomara pero aun así no entendía.

Al ver que no lo recibía, decidió hablar.

—¿Puedes levantar los brazos? —dijo.

—¿¿Qué??¿¿Para qué?? —seguía sin entender.

—Solo levantalos, es para que no te resfries —dijo un poco fastidiado.

Decidí hacerle caso.

Mientras levantaba los brazos, el otro chico preparaba el polerón para poder ponérselo ya que parece que el contrario no captaba su intento de bondad.

Me sentía extraño tener a una persona preocupándose por mi salud sobre todo viniendo de un extraño, no es incomodidad, creo que es felicidad.

Me sentía querido después de mucho tiempo..., eso me hace feliz.

Cuando terminó de abrigar al chico todo volvió al silencio de antes, con la diferencia que este ya no era incomodo.
Y uno de los dos tenía una sonrisa que expresaba felicidad.

—Y... ¿qué te trae por aquí? —intento sacar un tema de conversación, sin poder quitar la vista del chico alegre.

Me quede pensando si responder o no a la pregunta.

El contrario no sabia si seguir hablando y evitar su pregunta o quedarme callado, pero lo que si sabia es que los ojos del chico eran encantadores, tenian un brillo que nunca antes había visto y que se incrementaba cuando las estrellas y la luna se reflejaban en ellos, era como ver el universo..., eran himnotizantes.

—Cuando no puedo dormir vengo aquí a mirar la luna para intentar tranquilizarme y conciliar el sueño. —respondí después de un largo rato. —¿Y tú...? —pregunte interesado.

—A esta hora no tengo nada que hacer y decidí venir aquí. —respondió.

—¿Y acaso no duermes? — pregunte con una sonrisa divertida.

—Sí pero siempre me despierto a esta hora y me cuesta volver a dormir, así que decidí venir aquí. —respondió jugando con la arena.

—¿Te gusta la arena? — él asintió.

Nuestra hora《Yeongyu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora