Broma

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Las mañanas en Gusu son mágicas, con cientos de perfectos rayos del sol golpeando por todas partes inspirando a los artistas, con los bellos cantos de los pájaros provocando el alma y la promesa de días perfectos, por siempre.

Justo esa mañana un joven cultivador de blancas ropas escondido dentro de su elegante residencia se encontraba confundido.

Lan Wangji quien no se ha despertado tarde en toda su vida hoy lo ha hecho.

Lan Wangji de quien se dice siempre ha mantenido una conducta intachable ahora está teniendo problemas con una horrible resaca producto de una simple copa de vino que apenas recordaba haber tomado en compañía de su querido Wei Ying con quien se había encontrado antes.

¿Qué había sucedido?

El joven de blancas túnicas no podía recordar nada y el dolor punzante que sentía en su cabeza no ayudaba en su concentración, se sentía mal, quería vomitar, tenía escalofríos, estaba sudando y su boca estaba reseca al punto de sentirse adolorida, una sensación tan terrible ¿Cómo Wei Ying soportaba estas secuelas por la mañana?

Se estaba cuestionando cuando a su lado un leve gemido provino golpeando fuertemente el corazón de Lan Wangji que en pánico miró a su lado.

Cubierto con las blancas sábanas de su cama se encontraba escondida una persona la cual se oía muy incómoda.

Asomándose apenas unos delicados cabellos color ébano mandaron un escalofrío por toda la espalda del llamado joven puro, el cual tragando fuertemente hizo amago de valor llevando su temblorosa mano al gran bulto sintiendo un miedo jamás experimentado.

Lentamente comenzó a quitar las sábanas las cuales de pronto se agitaron revelando unos sonrientes ojos color plata que chocaron con el oro de los propios, asustándolo y de paso haciéndolo caer fuera de la cama por el shock.

La enorme sonrisa de Wei Ying estaba bailando en sus ojos ante la broma y su escandalosa carcajada sonaba amortiguada pues su boca estaba amordazada por la cinta roja que debería estar sosteniendo el suave cabello del joven cultivador demoníaco, en cambio sus negros cabellos caían desparramados caóticamente por todos lados, sus túnicas negras estaban abiertas más de lo habitual haciendo que cayeran de sus hombros revelando la suave piel ligeramente bronceada y que además ahora estaba adornada por unos cuantos cardenales recién hechos que en conjunto le daban una apariencia encantadoramente salvaje que hizo al segundo jade tragar aún más grueso que antes, mientras su corazón golpeaba fuerte en su pecho, los lóbulos de sus orejas y cuello tomaban un color carmín acompañado de un calor intenso que coloreo suavemente las esquinas de sus ojos "¿Wei.. Ying? ... ¿Cómo..."

Por su parte Wei Ying viendo la cara sorprendida del jade intentó llevar sus manos a su cabeza para desatar su boca, sin embargo, no podía, sus vanos intentos le dieron una apariencia lamentable mientras gemía con fingida frustración, aunque para el jade sonó tan real provocando una profunda vergüenza.

Wei Wuxian quien era conocido por ser bastante descarado miró al jade que seguía en el suelo y continuaba con su acto lamentable, un frágil hombre en apuros que necesitaba ser rescatado de nada pero que se estaba divirtiendo demasiado a costillas del inocente segundo jade de la familia Lan.

Lan Wangji entonces se dio cuenta que el estado lamentable del cultivador de túnicas negras era su culpa por lo que poniéndose de pie rápidamente se subió a la cama para comenzar a deshacer los aparatosos nudos de las cintas que lo tenían cautivo "Wei Ying, yo... no quería..."

En cuanto el nudo se desató Wei Ying soltó una carcajada tan fuerte que sorprendió al joven de blanco de una manera distinta.

Aquel rostro sonriente despertó en Lan Wangji los viejos recuerdos de años atrás, de un Wei Ying travieso e inquieto, de ese joven brillante que le tenía robado el corazón y que ahora estaba desparramado en su cama tomando aire debido a lo fuerte que se estaba riendo "Lan Zhan, ¿Sabías que tu tío podía gritar tan fuerte? Estoy seguro que Jiang Cheng pudo escucharlo en Muelle de Loto" Y Lan Wangji abrió los ojos ligeramente ante aquella revelación.

Culpa a la copa y no a Wei YingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora