Acromático

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Desganado y cabizbajo, camino lento hacia las escaleras de la entrada del instituto, voy casi arrastrando los pies. De repente en el camino encuentro una piedra, no demasiado grande ni pequeña y soltando un suspiro la pateo con todas mis fuerzas, sin fijarme en su trayectoria, me detengo al escuchar un quejido y de inmediato levanto un poco mi vista para buscar de dónde provino.

Alguien sentado en las escaleras, sobaba lento su espalda.

— Lo siento, yo... —Me disculpé, apenado.

— No hay problema, no importa. —Me respondió rápidamente, sin apartar su vista del montón de papeles que tenía sobre su regazo, mientras los ordenaba para introducirlos en un portafolio.

No dije más, terminé de descender por los escalones y me retiré a casa, como todos los días.

~

Casi sin aliento, corro con todas mis fuerzas para salir lo más pronto del instituto, así que me dirijo hacia las escaleras para salir finalmente, pero antes de que pudiera hacerlo, me encuentro tropezando con algo y rodando hasta que mi espalda golpea el suelo; suelto un quejido a la vez que cierro mis ojos por el dolor.

— Disculpa, ¿Te lastimaste? —Escuché a alguien decir tras el sonido de unos papeles cayendo.

No pude responder, abrí mis ojos al sentir que el sol ya no molestaba, y sólo así me encontré de frente con un chico de brillantes ojos azules, el cual me veía con preocupación. Negué con la cabeza y de inmediato me levanté casi sin su ayuda, no dije más y me retiré, retomando la velocidad, dejando a aquel chico desconcertado.

~

Esta vez la clase había terminado antes de lo anticipado, así que con desgano me retiraba del lugar, con pasos lentos y divagando con la mirada, entre suspiros pesados y pocos ánimos, me dirigí hacia las escaleras de salida y entre todas las personas que bajaban, ahí se encontraba alguien de pie, viéndome, esperando por mi.

Aquel chico de brillantes ojos azules con el que tropecé el día anterior. De inmediato se acercó a mi.

— Quería saber si realmente estás bien. —Preguntó con una cálida voz, aferrando sus manos al portafolio que tiene, aquel que siempre lleva.

Asentí, no supe qué más decir; pude haberme retirado en ese instante dejándolo ahí solo, pero parece que tiene algo más que decirme, así que me quedé ahí, sin decir nada y tras unos segundos, él vuelve a hablar.

— Es un alivio saberlo, fue un golpe bastante fuerte... —Intentó sonreír un poco. —Me sorprendió que no notaras que estaba ahí... Dos veces... —Dijo en voz baja, y yo abrí ligeramente la boca en señal de sorpresa.

Cierto, es la misma persona que golpee con la piedra.

— Es que no vi que estabas allí. —Respondí nervioso y negando un poco con la cabeza.

Él se rió un poco, y yo le vi sin entender porqué. —Mi cabello es extremadamente rojo y sobresale por encima de los escalones, por ello fue extraño para mi que sucediera todo esto. —Se encogió de hombros y de nuevo me sonrió.

Rojo...

Sorprendido vi su cabello y de inmediato mi vista se posó cerca de las escaleras, específicamente en aquellas plantas y arbustos que se encontraban al lado y que eran de forma similar a su peinado. Aún sorprendido, quise disculparme de inmediato pero no tuve tiempo.

— No hay problema, sólo me alegra que estés bien. —Mencionó y después vió al cielo durante unos instantes, analizando la luz del día, al terminar devolvió su vista hacia mi. —Me llamo Satsuki, si quieres puedo acompañarte a casa, y así me aseguro que no te vuelvas a tropezar. —De alguna forma sus ojos brillaron al decir esto, y sentí tranquilidad.

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