Una Mentira En Tus Ojos

3 Conveniente

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Conveniente

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Heike

- Solo déjame ir - sus palabras se escucharon en un susurró, uno muy débil.

- Sabes que fuiste mi vicio, no sé si lo logre.

- Sé que lo entiendes, este juego no lo logramos controlar - me acerque a él y tome su rostro entre mis manos.

- ¿Quién lo inició?

Sentí un golpe ligero y repentino en la parte posterior de mi cabeza ahuyentando cualquier pensamiento; al instante noté el lapicero cayendo por mi hombro.

- Despertaste - se acercó hasta queda justo a mi lado, se apoyó en la mesa revisando los papeles en ella con intriga - estabas dormida con los ojos abiertos, supongo que eso te ayuda a estudiar bastante - comento sarcástico con su mirada fija en los papeles.

- No creo que lo entiendas, eres tan inútil que ni siquiera mi nombre sabes - comente refiriéndome sobre los papeles, Damián frunció el ceño - el director dijo qué investiguemos algo que nos interese, por lo tanto, es oportunidad suficiente para ver un poco sobre nuestras familias.

- Claro que se tu nombre, Kiki. Pero es divertido ver tu estrés cuando lo digo - pasó las páginas sueltas con interés - pero no creo que esto lo quieras presentar como trabajo de fin de año.

- Solo quiero saber en qué se vinculan nuestras familias, si encuentro algo que no nos convenga lo descartó.

- O lo hago yo - se alejó de mi un poco guardando una de las hojas en un libro que tenía - te ayudaré sí me ayudas.

- ¿Escucharon los rumores? - Keisy inoportuna se acercó a nuestra mesa interrumpiendo aquella interesante conversación - es.... Aterrador.

La luz del sol creció traspasando la ventana y resaltando los ojos verdes que se iluminaban de Damián, generando varias miradas a aquellos.

-Por lo menos al fin ocurre algo interesante - el noto las tensas miradas que se generaban a su alrededor y sonrió de la única manera que el podía- es entretenido cuando no eres la víctima.

-Tengo que irme - asegure observando los números que indicaba las manecillas del reloj.

- ¿Vas a ir a la fiesta? - tomo mi brazo antes de que pudiera levantarme.

-¿Cuál fiesta? - ella me miró confundida.

- Ayer te lo dije - encontró la simple respuesta en mi expresión. Normalmente la ignoraba inconscientemente, ignoraba a todos a mi alrededor.

- No me gustan las fiestas, talvez te vea después - sonreí alejándome de ella.

No me interesaba una fiesta, no tenía el tiempo, las ganas o el simple interés. Necesitaba ir a la mansión y no solo a una fiesta escondida en la bodega.

Era difícil imaginar cómo escapar de aquellas paredes tan altas que me rodeaban, pero por suerte muy mal aseguradas.

Nunca había intentado hechizos más que de práctica o diversión, pero para lograr ir a la mansión tenía que pasar un recorrido bastante largó o uno bastante corto con mayor riesgo.

La seguridad en sí sería fácil de ignorar, pero nunca el extenso bosque que nunca acababa.

El extenso bosque interminable en el cual no podía escapar, pero si hacer cosas sin que nadie se enterará.