Boytoy

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...

— ¿Por qué no me avisaste que llegarías? Esto es muy aburrido sin tí, literalmente estaba hasta el cuello de trabajo. — Se quejó Tartaglia, hablando con mucha confianza, aquel chico no tenía nada mejor que hacer al parecer.

— Como si te pudieras estar quieto. — Rodaste los ojos apoyando tu codo sobre la mesa de madera, mirabas como por las calles estaban pequeños niños jugando a quien atrapaba a quien.

Tras estar un par de semanas en Snezhnaya habías vuelto finalmente a Liyue, aquella región fría en la que una vez acostumbraste a vivir, hasta que te asignaron a uno de los lugares más lejanos posibles, aquel puerto fresco pero obviamente más cálido que la tundra, y aunque en un principio no te importó realmente, al ver con quien te tendrías que ver la cara a veces pues ese plan ya no parecía tan increíble.

El muchacho que a tan joven edad ya era un Heraldo en la orden, uno que fácilmente podía derrotar a la mayoría de enemigos con los que se encontrara, tal vez siendo un poco molesto al ser tan persistente con demostrar que él es quien es mejor que lo demás, por lo tanto su orgullo era la primera cualidad que no aguantabas de él.
Rogabas porque se fuera en vez de estar buscando la típica charla unilateral.

— ¿Por qué me miras así, pequeña? ¿No piensas que es cool tener a alguien con quien hablar? Los demás fatui piensan que eres una líder poco accesible. — Soltó riéndose también haciendo un ademán con la mano.

— Pequeña tienes tú la verga.

Desde la primera que lo conociste y que habían tenido la oportunidad de entablar una charla había tenido demasiada confianza, si te hubieras enterado de al menos la mitad de su personalidad no te hubieras acostado con él en esa ocasión, porque sí, lo habías hecho con el dichoso Tartaglia.
A veces debías seguir órdenes de él, así que encontrárselo era parte del trabajo, él disfrutando viendo como le dabas miradas molestas cuando soltaba algún chiste del cual solo él se reía. Por eso, ahora debías estar ahí, esperando tu almuerzo con el fatui ahí tranquilo sentado en frente tuyo, pero que ante tu respuesta alzó una ceja.

— Sabes que no es así, ya la viste. — Se refería exactamente a lo de como empezó su relación, parecía esforzarse en que se supiera la verdad detrás de lo que tenía en los pantalones. — y muy de cerca.

— Nah, no la recuerdo. — Te burlaste viendo como se ofendía por esto, te sentías bien ante su cara lastimada por tus palabras, así que le diste el toque para rematarlo. — Eso tal vez significa que no fue tan memorable, mejor suerte la próxima.

La conversación fue interrumpida, pues finalmente una joven se acercó con una bandeja a ustedes, la cual colocó la orden de comida que hace un rato habías pedido en la mesa, lo ibas a devorar rápido, pues tenías tanta hambre que te podías comer prácticamente un dragón entero, además deseabas encerrarte en el lugar que alquilabas y dejar al chico por ahí tirado.
Mientras, el pelinaranja sonreía comúnmente, sosteniendo esa misma sonrisa a la muchacha, no le prestaste atención tomando los cubiertos cuando finalmente estuvieron a tu alcance.
Tartaglia no iba a comer al parecer, si no hace tiempo hubiera pedido algo para acompañarte, y así usarlo de excusa para quedarse un tiempo más, tal vez le había picado un mosco raro que lo quería hacer ahorrar los millones de mora que tiene ocultos.
Después, estaban solos en esa mesa de nuevo, le dabas el primer bocado al platillo, una  papa hervida que había junto a unos tomates.

— ¿Mejor suerte la próxima eh? Se nota que quieres hacerlo conmigo de nuevo, pero te entiendo, rompería tu orgullo el saber que hay alguien tan bueno como para hacerte delirar.

Definitivamente estaba loco pensaste, ni comer tranquila te dejaba, y por algún motivo ahora de enfrascó con verificarse con altanería, tuviste que tragar y bajar la comida con agua antes de responderle.

𝐰𝐚𝐫 𝐚𝐧𝐝 𝐬𝐞𝐱 | 𝐓𝐚𝐫𝐭𝐚𝐠𝐥𝐢𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora