꧁Cap. 9꧂

269 30 34
                                    

La nieve caía sin cesar desde cielo pintado de gris ocultó en nubes borrarndo a su paso las pisadas de Momo en medio de aquel ambiente gelido. El frío aumentaba considerablemente haciendo dudar a Momo que si fue una buena idea haberse bañado en esta tormenta helada, pero, incapaz de dejar sus habituales baños calientes, no tuvo más remedio que tocar el agua en plena tormenta de nieve si quería soportar otro día en aquel lugar extraño.

Momo caminaba casi congelada devuelta al santuario de hielo y fuego mientras trataba de conservar la maxima cantidad de calor corporar posible para lograr completar aquella tarea que cada vez se hacía más imposible para ella. No podía esperar para refugiarse del frío extremo del exterior y beber una de esas tazas de té que tanto ansiaba en ese momento para calentar un poco su cuerpo helado.

Por suerte, Shoto siempre le dejaba suficiente comida y bebidas calientes como para sobrevivir hasta su regreso que sería seguramente horas después de que ella finalmente se durmiera.

No había visto a Shoto desde hace un tiempo -desde que sus labios se tocaron por primera vez-, pero sabía que él siempre estaba pendiente de ella ya que siempre encontraba comida y agua al despertar en las mañanas y en sus ausencias, al llegar de regreso al santuario, encontraba todo de nuevo arreglado como si alguién se hubiera tomado el tiempo para limpiar el pequeño desastre que siempre solía tener que consistía en un par de platos y tazas sucias y algo de ropa amontonada en una esquina de la habitación. Shoto siempre terminaba por lavar los cuencos y colocarle ropa limpia para su siguiente baño a la mañana siguiente, algo que ella realmente apreciaba. Pero aún con todos aquellos gestos por parte del bicolor, ella aún no podía superar el rechazo por parte de este y, simplemente, aquellos gestos que al principio terminaban siendo encantadores, ahora eran simples acciones que eran realizadas por la culpa que, seguramente, Shoto sentía por ella. O al menos eso pensaba Momo.

Finalmente, para dispersar sus pensamientos, Momo llego al santuario agradeciendo a los dioses que aquel martirio por fin pudiera concluir.

Abrió la puerta del santuario y entró en él sintiéndose aliviada de por fin sentir un poco de calor en su cuerpo. Se quitó los zapatos y los colocó alado de la puerta, se sirvió un poco de té y comenzó a beberlo sintiendo un placer inmenso al saborear el dulce sabor de las hiervas que Shoto le había regalado.

Pero, para dispersar sus pensamientos de aquellas simples acciones, oyó un par de balbuceos salir de la boca de Jirou que rapidamente se perdían en el soplo del viento de la tormenta que hacia presencia en el exterior y al voltear su vista hacia ella, vio como la pelimorada comenzaba a moverse intentando despertar de su sueño llenando de emoción a la pelinegra que de inmediato se acercó a ella para intentar despertarla.

—Jirou, Jirou despierta— decia Momo esperanzada mientras sacudia levemente a su amiga intentando despertarla hasta que finalmente la joven abrió los ojos y observó con confusión a la pelinegra frente a ella.

—¿Yaoyo... rozu?— preguntó Jirou confundida.

—Si, soy yo— dijo Momo con una gran alegría en su corazón de por fin ver a Jirou despierta.

—¿Qué... paso? ¿Donde estamos?— dijo Jirou comenzando a notar que se encontraba en un lugar el cual no recordaba haber estado.

—No te asustes Jirou, pero... tú fuiste atacada por Shoto y en este momento ambas nos encontramos en su santuario— dijo Momo de la forma más calmada posible para no alterar a su amiga apenas consiente.

De pronto, el recuerdo de su cuerpo siendo congelado y el dolor infernal provocado por el hielo de Shoto terminó por agruparse en la mente de Jirou y pensando que Momo debió a ver sido hecha prisionera por Shoto después que ella perdió la consiencia, rápidamente se incorporó y miró a Momo asustada.

"轟" (Shoto) La Bestia de Hielo y Fuego (Todomomo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora