Prólogo & Capítulo 1: Embaucado

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*-Prólogo-

Y entonces, una explosión resonó en todo el lugar. Todas las ventanas estaban cerradas, como decía el plan. Tenían la patente que necesitaban, solo había que eliminar a las personas que estaban involucradas en el problema. Tenía que reunirse con el equipo en la Lexington Avenue, a 37 calles del lugar del crimen que habían montado. Aiden, listo para arrancar su scooter, monta de un salto en la moto, dirección oeste. La misión solo acababa de empezar.*

Día 29 de febrero de 2036, Nueva York. En las afueras de un Hard Rock Café, Aiden se encontraba con su móvil mirando las redes sociales. Estaba pensativo y algo preocupado debido a su amigo. Él tenía un problema intestinal muy grave, y llevaba en el hospital alrededor de 3 meses, haciendo lo que los médicos le pedían para mantener su salud. Aiden se sentía patético. No lograba por más que trabajará el dinero para la última tecnología en restauración de órganos.

Unas horas antes, se hacía paso el sol en el cielo, iluminando la habitación del chico. Este, que era muy madrugador, ya estaba a esa hora despierto. Se entretenía afinando su guitarra mientras esperaba a que la alarma agitara su calma para obligarlo a prepararse.

Cuando ésta le fastidió la paz, Aiden se levantó y se fue a la cocina. El no era muy fan de los desayunos americanos, y menos ahora que acababa de independizarse a los 22. Como era muy amigo del jefe del bar en el que trabajaba, este le regaló una cafetera británica. Desde entonces, el chaval se dedicó a comprar cafés de todo el mundo e ir probando diferentes con cada desayuno.

Tras ello, se fue al espejo y se apartó el pelo rubio de la cara. Aiden era el típico chico popular, amigable, y perfecto en los deportes, alto, pálido, delgado, y que solía llevar camisetas y pantalones de chándal. En este caso se puso una camiseta de una antigua banda de rock, y unos pantalones negros desgastados.

Listo para ir al trabajo, bajó las escaleras y salió de la casa. Tenía en los bolsillos todo lo que tenía que llevar, así que se subió a la moto y le dió con fuerza al acelerador.

Por el camino, empezó a pensar en ver a su pareja, que trabajaba en un laboratorio. Aún era algo que había que desarrollar mucho, pero tenía esperanzas aunque discutieran como aquella noche. Tenía que disculparse por las cosas feas que le dijo por teléfono, de las cuales realmente no pensaba ninguna, pero se calentó tal vez demasiado. A lo mejor aún no era demasiado tarde.

Llegó al trabajo, y como de costumbre estuvo bien con todo el mundo. Su carisma hacía de él un genial camarero, y su habilidad con la gente le ayudaba a tener un buen ambiente con sus compañeros.

Pasaron las horas. Aiden seguía trabajando, esta vez limpiando la barra. Que bien se sentía trabajando allí. Tenía un sueldo decente, pero eso no quitaba que necesitaba ganar algo más de dinero para ayudar a su amigo en coma. Cuando ésta por acabar, aparece su mujer por la puerta. No parecía enfadada, así que Aiden se relajó un poco.

-Hola cariño, ¿que raro verte por aquí no?-preguntó Aiden.

-Jajaja si, es que hoy he salido pronto del curro, y quería ver si te apetecía que te llevara a casa después de un café-.

-¿Un café con mi chica preferida eh? Me parece estupendo, déjame que lo prepare-.

Mientras Aiden prepara el café, Nina, que así se llamaba su pareja, saca de su bolso un par de sobres de azúcar.

-Aquí tienes belleza mía-le decía Aiden a Nina mientras le ofrecía el café.

- Déjame usar el azúcar del té, que en casa no se usan los sobres-.

-Solo te puedo decir que mientras sea tan dulce como tú me sirve. Creo que es es importante ese dato la verdad.

-Si, por supuesto. Será incluso más dulce que yo, ya verás-.

Nina echa en el café de ambos los sobres de azúcar, de marcas diferentes. Ambos se lo toman y Nina frunce el ceño.

-Veo que no te disculpas por lo de ayer...-.

-Te había visto muy bien al entrar, entonces pensaba que lo habías interpretado correctamente-dijo Aiden, un poco cortado.

-¿Interpretar correctamente?-respondió sin entenderle.

-Fue un subidón, sin más. No pensaba nada de lo que dije realmente. Sé que actúe mal, lo siento por ello, pero no sabía que aún estabas enfadada-.

-Ya... Bien, entonces hablémoslo por el camino del coche-dijo levantandose del asiento y ofreciéndole la mano con una sonrisa.

Aiden le dió la mano, y avanzó de camino al coche junto a ella. Se abrochó el cinturón de seguridad y se acomodó el collar que llevaba, listo para que su pareja la llevara a casa... Si es que ese era el destino. Aiden quedó profundamente dormido y de camino al trabajo de su mujer. La droga funcionó perfectamente.

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