Capítulo 15 - En busca de un nombre

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Siempre que nace un descendiente, según el lugar de origen o la diferencia social de sus padres, conviene que o el padre o la madre sea el primero en tomar en brazos al recién llegado al mundo para darle la bienvenida y reconocerle como hijo. En Grecia no era diferente, solía llegar una matrona que ayudaba a nacer al bebé, y después le entregaba el recién nacido a su padre en lo que limpiaban a su madre y la ayudaban a estabilizarse. Esto funcionaba, siempre y cuando, ambos fueran de la misma clase social y él quisiera hacerse cargo del recién nacido.

Otras veces no era así, y era cuando, por ejemplo, la madre era una diosa, y el padre un simple mortal. La diosa daba a luz, y era ella quien decidía si el padre debía conocer al hijo o no. O en el caso contrario, si una humana daba luz al hijo de un dios, este no solía presentarse a reconocerlos hasta un tiempo después, cuando el hijo demostraba el poder que tenía en sus venas. Al igual de esta forma, también se sabía quién tenía más autoridad en ponerle el nombre al recién nacido.

Era más sencillo de lo que parecía, pero aquella noche, tras un largo día de parto donde 49 nereidas esperaban en un salón escuchando las maldiciones deslenguadas de su hermana mayor, se peleaban en voz baja para ir a conocer a su sobrino por orden, aunque sabían que debían hacerlo después de que Poseidón tomase a su niño.

Dentro de un paritorio, una matrona abrió la puerta, con las manos manchadas de un poco de sangre gelatinosa, bajando la cabeza al ver que el Dios de los Mares se acercaba, sin darle importancia a los llantos de dentro del lugar. Las 49 tías del recién nacido asomaron la cabeza en la puerta del salón, viendo a Poseidón entrar, yendo después rápidamente a quedarse al lado de la puerta para ser las siguientes.

Dentro, una joven nereida de largos cabellos azulados descansaba, con el rostro blanquecino pero con una sonrisa, mirando orgullosas a dos matronas a su lado, sosteniendo cada una a un recién nacido y ofreciéndolos al dios.

El primero lloraba irritantemente, con los puños apretados y sacudiéndose en la toalla que le recogía, enseñando bajo esta que sus miembros inferiores habían sido cambiados por una larga cola de tiburón, a medida del pequeño.

El segundo permanecía callado, impasible ante los llantos de su hermano, mirando fijamente a un punto, moviendo sus ojos sólo al ver al dios que tenía enfrente, mostrando entre la toalla ocho pequeños tentáculos que se movían tranquilamente, enrollándose entre ellos.

 - Dios Poseidón... - dijo la primera matrona - Tome a este niño antes, ya que ha sido el primero en llegar al mundo.

Así debía ser, y el dios tomó al bebé por los costados, levantándolo y con los brazos lo más separados de su cuerpo para ver con desidia al que ahora sería su primer hijo, sin mostrar nada nuevo a lo que todos esperaban.

 - Quedaste en llamarle Tritón, ¿verdad? - Anfítrite sonrió, mirando orgullosa a su hijo desde la cama, con una mano en su vientre, extrañada de ya no tener su gran barriga - Tritón... ese nombre elegiste.

Sólo un movimiento lateral de la cabeza de Poseidón le dio a entender a su esposa que estaba en lo cierto y así sería. El primer hijo varón de Poseidón se llamaría Tritón. Luego tendió sus brazos con el bebé hacia la puerta, mirando a otro lado, donde la segunda hermana nereida Tetis (futura madre de Aquiles) recogió al niño de sus brazos, tomándolo felizmente, mientras salía con sus hermanas.

 - Ahora, dios Poseidón... - la segunda matrona se acercó a él con el segundo bebé - Este no tiene nombre ya que no era esperado, así que...

No le dejó terminar, pues el dios parece que cerró sus orejas a cualquier palabra, dirigiéndose a la puerta del paritorio, saliendo de este sin mirar atrás. Anfítrite abrió los ojos, incorporándose a duras penas en la camilla, clavándole sus ojos en la nuca al dios.

Shuumatsu no Valkyrie - New EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora