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Unos segundos después de que la alarma parase, entraron a la habitación dos hombres vestidos de blanco. Uno agarró a Keigo y otro a mi por el brazo, nos arrastraron hasta una habitación igual de blanca que todo lo que había visto hasta ahora. Una luz cegadora, una camilla de metal y múltiples artilugios en una mesa. Solo puedo sentir miedo. 

-¿Qué es esto? - susurré. 

-¡NO! Déjenme, no quiero volver a entrar ahí- escuché gritar al niño alado. 

Intenté zafarme del agarre de aquel hombre para ayudar a Keigo, pero no pude, lo único que conseguí fue que me apretara más fuerte, haciéndome daño. 

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Bip Bip

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Durante los próximos diez años me sometieron a dolorosos experimentos, pruebas que no paraban hasta llevarme casi a la muerte...todo para desarrollar mi don por el bien del mundo. ¿Qué tendría mi don de bueno? En todo este proceso, descubrí que el mío eran "la oscuridad" o así lo denominaron aquellas personas, puedo controlar cualquier sombra que haya a mi al rededor, ocultarme en ellas, ir de una a otra...Pero todo tenía su inconveniente, si usaba mucho mi don me daban ataques de hipotermia debido a que las sombras, la oscuridad, la nada es fría, muy fría. Aunque claro, por eso mismo también me tuve que someter a múltiples pruebas que me hacía soportar hasta el extremo las bajas temperaturas. Había veces que ayudaban a subir mi temperatura, pero otras me dejaban sola en el cuarto con una mísera manta. Al principio, los primeros cinco años, no era tan doloroso porque él estaba conmigo. 

-T/n...oye, t/n...

No podía contestarle debido a lo congelado que tenía mi cuerpo, él solo se acostaba a mi lado, abrazándome y cubriéndome con sus ahora larga alas rojas. Era tan cálido. La única parte que me gustaba de los experimentos era el volver a esa habitación dónde él me esperaba y nos reconfortábamos  el uno al otro y por unos minutos nos olvidábamos de todo. 

-Gracias, Keigo- era lo único que sabía pronunciar entre temblores. 

Mi tiempo con él era corto, pero tranquilo. Nos fuimos conociendo poco a poco, el por qué estábamos ahí, a lo que aspirábamos, nuestros sueños, nuestros miedos...con el paso del tiempo se convirtió en una persona muy importante para mi, tanto como lo fue Touya. ¿Es esta tu señal de que debería seguir? 

Keigo, que llevaba más tiempo que yo ahí, aprendió a controlar su don antes y por ende, salió antes de allí. 

-Keigo, te veo luego- le dije antes de irme a las pruebas del día. 

-Aquí te espero, t/n - me dijo con una sonrisa. 

Pero esa fue la última vez que lo vi allí, ese día cuando llegué, su cama estaba vacía, su ropa no estaba, incluso su olor había desaparecido. ¿Tú también me dejaste? Muerta de frío busqué por la habitación y el baño, pero no estaba allí. 

-Keigo...ya está bien de la broma. Por favor, sal...-sabía que nadie me contestaría. 

Esa noche me sentí como el día que perdí a Touya, me sentí débil, sentí como cada parte de mi cuerpo dolía y no por los experimentos, temblaba y no del frío, todo era por la impotencia de nunca poder hacer nada por ayudar a las personas que más quería, de no poder hacer que se quedaran a mi lado. 

Los siguientes cinco años, los últimos, fueron mejores. No me sometían a tantos experimentos porque ya sabía controlar mi don, pero lo desarrollé tanto que incluso ellos me tenían miedo así que me colocaron unas pulseras que suprimían mis poderes, no me los quitaban pero los dejaban al mínimo para que no pudiese atacarles. Me dejaron estudiar medicina para tener los conocimientos que necesitaba para cuidar de alguien y eso les venía bien porque no muchos de nosotros éramos capaces de ser algo en la vida, bueno siquiera vivir. 

Un día, abrieron la puerta de mi habitación y unas personas, que en estos diez años no había visto, me dijeron que los acompañara, así que eso hice. Subimos en un ascensor hasta pararnos en una habitación en dónde había algunos trajes. 

-Elige el que más te guste y cámbiate- me dijeron al cerrar la puerta. 

Había muchos, de muchos colores pero yo solo pude fijarme en uno. Un conjunto negro de camisa de cuello alto, mangas largas y pantalones bajos pero holgados, con ligeros de cuero, además de unas botas altas estilo militar de igual color. Me lo puse y al verme al espejo quedé impactada...¿Ese traje estaba hecho para mi? Me ate el pelo en una coleta, dejando el fleco suelto. Sentí que quería añadir algo más y buscando en una caja encontré una mascarilla negra, que me puse terminando mi outfit. Con esa mascarilla se resaltaba más el color de mis ojos, el izquierdo azul y el derecho dorado. 

Salí, de la habitación dónde me esperaban aquellos hombres y me dijeron que los siguiera. Recorrimos un largo pasillo, hasta llegar una gran puerta marrón que destacaba por encima del resto, me hicieron señas para que entrase y con un miedo que me llegaba al alma, crucé el lumbral. 

-Oh ya estás aquí - la mujer que estaba detrás del escritorio me miró de arriba a abajo y sonrió- muy buena elección de ropa. 

-Eh...¿gracias? 

- Bueno, t/n, me alegra que llegaras hasta aquí - se sienta- sé que habrán sido unos años un tanto complicados para ti, pero a partir de ahora puedes trabajar y salir de aquí, bueno, seguirás estando bajo nuestro cuidado, aunque al menos podrás vivir fuera de estas cuatro paredes. 

- Disculpe pero no entiendo nada de lo que está pasando, por lo que si pudiese ser más concreta, se lo agradecería- me crucé de brazos y la miré fijamente. 

- T/n a partir de ahora, serás una espía de "La comisión de seguridad pública de héroes". Nosotros te mandamos trabajos, tú los haces, nos informas y todo bien. 

-¿Espía? ¿Espiar a quién? 

-Bueno, hay muchas cosas que vigilar siendo quienes somos, tú trabajo es solo informarnos y nosotros haremos el resto. - se acercó a mi- Mira, t/n. Tú trabajas y nosotros dejamos que salgas de aquí, ¿ no es buena idea? Podrás tener tu vida, la que quieras. Siempre y cuando hagas bien tu trabajo no habrá problema. Todos ganamos, ¿no crees? 

-¿Ya no más experimentos? ¿Ya no más paredes blancas? ¿Ya no más órdenes? 

- Bueno, órdenes te voy a tener que dar, pero no serán las misma que ahí abajo. ¿Qué te parece? ¿Estás dentro? - me extendió su mano. 

- No veo que tenga otra opción - cuando le voy a dar la mano la aparta con una mueca de asco. 

- Bueno, te voy a presentar a tu compañero, no tiene la misma misión que tú, pero puede ser de apoyo el uno del otro. - Hace una seña para que hagan pasar a alguien. 

Los hombres que custodiaban las puertas, abrieron estas y dejaron que alguien entrase. Un chico como de mi estatura, rubio ceniza, una camisa negra con símbolos amarillos, chaqueta y pantalón marrón claro, botas negras, gafas amarillas y unos auriculares negros y amarillos puestos. 

- Sé que tengo que trabajar, pero no entiendo por qué tanta pri...- el que había estado hasta ahora mirando al suelo con el brazo en la cabeza y cara de pocos amigos, me miró y se quedó totalmente quieto y sin quererlo extendió sus grandes alas rojas. 

- T/n, te presento a tu compañero, el pro hero y número 3 en el ranking, Hawks. 


En tu mirada (Hawks x Dabi x TN) FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora