Capítulo 9

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"Algunos días soy valiente, pero otros casi desaparezco"
—Naomi Shihab Nye, de Habibi

Solía ​​amar la poesía. Todavía lo hago, pero muchas cosas cambiaron desde ese entonces.

He llegado a aceptar que nunca entenderé la vida por completo; como somos una colección de recuerdos y momentos que compartimos con la gente y viceversa. Recuerdos y momentos que nos vuelven más valientes, otros que hacen que queramos desaparecer.

Ojalá pudiera decir que mi pasado se trata de recuerdos que me volvieron más valiente, pero no lo es. Es la historia de una chica que terminó rota. La historia de una chica que cerró las puertas de todo lo que era al mundo para protegerse. Es el pasado del que sigo huyendo.

Él solía ​​ser el "mejor amigo" de mi hermano, ese tipo de chico que la mayoría de las chicas creen que está fuera de su alcance. Ojos azules, cabello castaño, cuerpo tonificado por todo el tiempo que le dedicaba a jugar en el campo.

Pero para mí fue más que eso. Mucho más. Fue el primero. Mi amor, mi beso, mi todo. Se quedaba en mi casa, me hacía reír, me hacía feliz. Pero en la vida real, incluso en los libros; la gente no es perfecta. La gente comete errores, la gente es mala, la gente es egoísta. Y está bien, porque nadie tiene que ser perfecto. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Pero siempre tenemos que mirar el panorama general y aprender de esos errores, aprender de esas cosas desordenadas que hicimos o dijimos. Tenemos que aprender a ser mejores. Primero para nosotros, luego para compartir eso con el resto del mundo.

No me malinterpretes, él no es del todo malo en la historia de mi pasado. Pero al final del día, las decisiones que tomó no fueron las correctas. Es curioso, como nos dejamos llevar por otra persona cuando el terror se desliza por nuestras venas. A veces, la fuente de ese temor es completamente comprensible. Otras veces, es simplemente estúpida.

Su nombre era Malik. Era, es... No importa. Pero ese es el nombre de mi pasado. Cada vez que un recuerdo de él quería entrar, simplemente escapaba de ello con más ganas. Pero ya no puedo hacer eso, no lo haré.

Sé que lo amaba, sé que a su manera retorcida él también devolvía el sentimiento. Sé que me lastimó. Y sé por qué ya no doy segundas oportunidades.

Verás, tenía mi edad. Mi hermano es 2 años mayor que nosotros.

(...)

Bueno, no hay un nosotros. Él y yo.

¿Por qué era el mejor amigo de mi hermano con todo y la pequeña pero notable diferencia de edad? Porque éramos vecinos. Cuando nos mudamos con la abuela Luce, fueron los primeros en aparecer con un pastel para darnos la bienvenida. Ellos. Él y su hermano, también 2 años mayor que Malik y yo. ¿Por qué mi hermano no se convirtió en el "mejor amigo" de su hermano si tenían la misma edad? Fácil. Porque el hermano de Malik era un idiota.

El hermano de Malik era el tipo de persona que se burla de la gente. Hay una historia detrás de todo, lo sé. Al final, todos somos eso; historias. Pero el por qué era así, por qué hizo lo que hizo.. Por qué, por qué, por qué. No estoy en el lugar para contar esa parte.

Hace tres años, yo era estudiante de último año en Malibú. Mi hermano estaba fuera por la universidad. Y Malik era mi novio. Todo parecía estar bien. Extrañaba a mi hermano, pero todo lo demás estaba bien.. O eso pensaba. Y como desearía que las pesadillas de ese tiempo no siguieran persiguiéndome de vez en cuando.

Sólo para olvidarlo por completo.


Subí las escaleras hasta el segundo piso de mi biblioteca favorita, leyendo lo que estaba escrito en un pequeño trozo de pared: "Bienvenido, amante de los libros, estás entre amigos", sonreí. Nunca pasa de moda.

Mis clases habían terminado temprano y como Oliver se encontraba ocupado con una reunión de la que no sabía mucho, decidí venir a leer por unas horas.

Este es mi lugar feliz.

Elegí una silla cómoda cerca de una ventana y volví a sonreír, pensando en él. Habían pasado dos semanas desde que decidí intentarlo. Y me sentía mejor que bien con eso. Mordí mi labio inferior, sus ojos haciéndose presentes en mi mente. Ya los he dibujado, pero no se lo he mostrado. Son tan... familiares. Y son hermosos. Puse los ojos en blanco.

Alinea los chakras, Liv.

Rebusqué dentro de mi bolso, sacando el libro de la semana y empezando a leer, dejándome llevar a otro mundo. Dejé de sentir el tiempo y la biblioteca estaba tan silenciosa que no había manera de distraerme en algo más.

Un ligero cosquilleo inundó mi piel cuando sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja. Cerré los ojos y sonreí como una idiota. Afortunadamente estaba detrás y no podía verme.

—Hola, hermosa. —Dijo, una sonrisa curvando sus labios. Su colonia inundó mis fosas nasales. Huele bien.

—Bueno... —comencé, sin darme la vuelta. —¿A qué debo el placer ya que estabas tan ocupado hace apenas una hora?

—Siempre haré tiempo para ti. —Tomó mi barbilla con gentileza entre sus dedos y finalmente apareció en mi periferia, dándome un rápido beso en los labios.

Sí, me siento mejor que bien.
Pero todavía es extraño.
No de mala manera, sólo... Ya sabes.

Y también me alegro de que no me haya pedido que sea su novia o algo así.
No estoy lista para eso.

—¿Cómo me encontraste?

Se encogió de hombros y se sentó a mi lado. —Dijiste que esta era tu biblioteca favorita.

Mis ojos se distrajeron en su ropa. Llevaba puesto un traje. Se veía tan formal. Sin embargo, su cabello estaba desordenado.

Se ve guapo.

Después de un momento fruncí el ceño, tratando de recordar cuándo fue que le conté de este lugar. Su risa inundó mis oídos y me miró fijamente, con diversión reflejada en esos ojos verde mar suyos.

Apoyó un codo en la mesa y su barbilla en una mano. —Me contaste hace unos días.

Enarqué una ceja. —Ahora sé que prestas atención.

Se rió de nuevo. —No me hagas caso, vine a verte pero estaré bien mirándote leer.

—Interesante. —bromeé, y cuando noté que no decía más, agregué, —Oh, lo dices en serio.

—Por supuesto, me gusta verte; incluso si no me estás mirando.

Dudé por unos momentos.

Oh, al diablo. Él lo pidió.

Volví mi atención a mi libro, sintiendo su mirada en mi perfil. No le hagas caso. Seguí leyendo, de repente relajándome y concentrándome en ello mientras hojeaba las páginas.

Perdí la noción del tiempo, pero sabía que no estaba sola. Se sentía como si lo estuviera, de la mejor manera. Hice un puchero mientras leía, las partes tristes no eran mi fuerte. Froté mi pómulo con mi pulgar y por fin lo miré. No había ningún rastro de humor en su expresión mientras me veía a punto de desbordar lágrimas por mi libro. Sólo.. estaba mirándome como si pudiera alcanzar mi alma con los ojos.

Me gusta.

Le sonreí. —Vamos, podemos comer juntos.

Él me devolvió la sonrisa y enarcó una ceja, la diversión de siempre jugando en sus ojos antes de que su mirada se fijara en mis labios. —Me encantaría.

Querido Valentine: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora