𝗄𝗂𝗺 𝘁𝗮𝖾𝗁𝗒𝘂𝗻𝗴 ✧ 𝗸𝗼𝗼𝗄𝗍𝖺𝗲

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“Se dice que algo tan pequeño como
Una mariposa, podría causar
Un terremoto en algún lugar del mundo”
La teoría del Caos.

Kim Taehyung.

Ese era su nombre…

Aquel joven de piel canela…

Aquel con la habilidad de ser tan tierno como sexy…

El nombre de un amigo…

De un amante…

De mi Taehyung…"

Te conocí el primer año que comencé a trabajar en la Universidad Nacional de Seúl como catedrático en el área de literatura. El trabajo no era nuevo pues solía trabajar en la anterior ciudad en la que vivía de lo mismo.

Sin embargo, gané rápidamente la reputación de gruñón y despiadado. Era el nuevo profesor que tus amigos decían, les haría la vida imposible.

No se equivocaron.

Cuando te vi por primera vez, debo admitirlo, no llamaste mi atención, eras solo un alumno más del montón, uno sumamente molesto -cabe decir-. Siempre te sentabas al fondo porque adelante no podías molestar a tus compañeras con papelitos voladores, sin que te regañe. Siempre fuiste así, tratabas de llamar la atención de todos.

Creo que para ti, los escándalos en la cafetería no eran lo suficientemente útiles para saciar tu sed de atención que conseguías con creces y que a pesar de tantos problemas tanto con alumnos como profesores siempre salías libre de una u otra forma.

Como un pequeño e inocente niño siempre salías con las manos limpias de problemas.

El deseo constante de llamar la atención era perturbador. No había día en el que tu nombre no saliera de la boca de algún profesor en las reuniones que teníamos.
Ser reconocido, ese era tu objetivo.

Me avergüenza decirlo, pero también fui parte de tus deseos y también te saliste con la tuya. Kim Taehyung…

La primera vez que fije realmente mi atención en ti fue casi dos meses después de comenzar a las clases.

No fue algo fuera de lo normal, te me acercaste con la intención de preguntar más sobre un proyecto que le di a tu clase. ¿Pero ese no era tu objetivo, verdad? Con una sonrisa más radiante de lo normal, con un pantalón rojo ceñido a esas esbeltas piernas de bailarín que habías cultivado por años, una camisa blanca de botones abierta hasta más debajo de tus clavículas dejando ver lo bellas que eran y lo bien definida que era tu piel, dejando un agrio sabor en la boca por la incertidumbre de saber si era tan suave y dulce como parecía.

¿Pensaste que caería a la primera por un mocoso como tú, cierto?

Te equivocaste. Te habías topado con la peor persona para seducir. Solía querer reírme en tu cara ante los patéticos intentos de coqueteo. Pero no te rendiste ahí porque a ti nunca se te dio bueno el perder. Comenzaste a salir al final de la clase todos los días solo para preguntarme cosas que sabías pero fingias no hacerlo. ¿Qué sí no me daba cuenta? Te equivocabas. Siempre supe lo que buscabas con esa ropa provocativa y brillo labial que hacían que tus bonitos labios se vieran más jugosos de lo normal, pero estaba más que preparado para eso.