La Diosa y el Caballero.

『 Underworld 』

『 En algún lugar de la Capital.... 』

Asuna estaba muy ansiosa. Se había dejado convencer por su pareja de escapar de sus obligaciones por un rato y ahora ambos estaban en medio de una gran multitud caminando por la plaza. Aunque tenía una capucha ocultando su rostro como aquella época en su inicio en Aincrad, sentía que la gente sabía que era ella. Tal vez estaba destacando más de lo que pensó en un principio.

«Tal vez lo estoy pensando demasiado», pensó Asuna

Muy a diferencia de ella, Kirito caminaba despreocupadamente. Nadie había hecho un alboroto, por lo que podía relajarse.

—No puedo creer que me hayas convencido... —habló Asuna con pesadez.

—Hemos estado ocupados por mucho tiempo, merecemos un descanso —dijo Kirito tomando de la mano a su pareja—. Merecemos un tiempo libre, lejos de responsabilidades y títulos... Solos tú y yo.

—Y ese pan —agregó Asuna mirando la bolsa en brazos del azabache. De inmediato, el espadachín trató de ocultarla con su cuerpo.

Kirito comenzó a sentirse nervioso y desvió la mirada. En parte quería pasar tiempo con su pareja, pero también necesitaba probar la nueva creación de esa panadería, motivo por el cual se había escapado.

Asuna no dijo más, pero su intensa mirada sin emoción incomodaba al azabache.

—N-No es así... —susurró el espadachín—. Bueno, en parte sí... No, bueno, lo que trato de decir es... Por supuesto no están en igualdad de importancia para mí, pero... Quiero decir, por supuesto tú eres mi prioridad, pero... No, no hay pero.... Ta-Tampoco hay que olvidarnos de Yui y... ¿Qué demonios estoy diciendo? —Había llegado el momento en que ni él mismo se entendía.

—Hmmmm.

Sin decir más, ella comenzó a avanzar dejando atrás a su pareja.

—Asuna, ¡en serio no es así! ¡Asuna!

Rápidamente Kirito se apresuró a seguirla.

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—¿Me vas a ignorar todo el camino? —Kirito habló moviéndose de un lado a otro para ver sí de esa forma captaba la atención de Asuna.

—No te estoy ignorando —dijo ella sin dejar de mirar al frente—, simplemente no hay tema del que platicar.

Kirito asintió comprensivo.

—En ese caso, ¿qué tal si...?

Asuna giró una esquina y el azabache se quedó con las palabras en la boca. Rápidamente se apresuró a seguirla, pero chocó con ella.

—¿Qué pasa? —Le preguntó preocupado.

—No, nada... Es solo que... Hay muchos niños ahí y me llamó la atención —explicó mirando la fuente que estaba a unos metros de dónde estaban ellos.

Como había mencionado, en ese lugar estaba una joven de largo cabello de un tono rubio pálido. Por la distancia, no podía definir el color de su ojos, pero seguramente eran de un azul celeste. Vestía un ligero vestido blanco y un sombrero de paja con girasoles. A su alrededor, un grupo de niños estaban sentados en el suelo escuchándola con atención.

—Es cierto... ¿Qué estarán haciendo?

—¿Vamos a ver? —Kirito miró a su pareja y ella asintió.