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Yusuf dobló la carta que hizo para sus tíos tal como le habían enseñado en la escuela. Quería darles una sorpresa y mostrarles que él solo había podido escribirla. Puso el papel bajo su almohada y se metió en las cobijas. Mañana se despertaría temprano e iría a la habitación de ellos a entregárselas personalmente.
……………………………..Era extraño ver a Yusuf deambular por los pasillos de la mansión un sábado por la mañana. Neslihan se dirigía a ventilar la habitación de invitados, cuando lo vio en la puerta del cuarto de sus jefes.
- ¿Qué haces despierto tan temprano? – preguntó, mirando al niño quien aún tenía los ojos adormilados y el cabello revuelto.
- Quiero entregar esto a mis tíos – respondió, mostrándole la carta. – Pero la puerta está cerrada con llave. ¿Tú puedes abrirla? – preguntó ilusionado.
Neslihan miró la puerta con suspicacia, un poco nerviosa. No había que pensarlo mucho para sacar conclusiones al respecto.
- No puedo abrirla, no tengo la llave – respondió – Mejor vamos a la cocina a que comas algo – sugirió, para distraerlo.
- Entonces tocaré muy fuerte para que me abran – respondió Yusuf, ignorando la propuesta de Neslihan.
La muchacha sabía que esa no era una buena idea, aunque bien podría dejar al niño hacerlo y desentenderse de la situación. Para su fortuna una idea vino a su mente.
- ¿Qué tal si mejor vamos a la cocina y me ayudas a preparar un gran desayuno para tus tíos?
El niño la miró, no muy convencido. Neslihan titubeó un poco.
- Quizá tu tío está muy cansado por el trabajo y cerró la puerta para que nadie entrara… Es mejor que lo dejemos dormir, ¿No crees?
Yusuf lo pensó un poco, pero finalmente aceptó y la acompañó.
………………………….
Alí y compañía habían sido invitados a comer. La mesa del jardín estaba preparada exquisitamente y la convivencia era, dentro de lo que cabía, normal y amena. Todo lo “normal” que pudiera ser luego de algunos meses de que la “bomba” del parentesco explotara. Era por eso que Seher ideaba una y mil formas de propiciar algún acercamiento y que el hielo se fuera derritiendo, sobre todo por Yaman pues Ziya había tomado la noticia con mucha naturalidad. Uno de los más contentos con todo esto era Yusuf y le encantaba la idea de tener un tío más.
- Yo tengo un regalo para mis tíos – dijo el niño de pronto y sacó del bolsillo de su pantalón un papel doblado un poco arrugado.
Los adultos pusieron toda su atención en él. Seher recibió la carta e intercambió miradas con Yaman. Ninguno de los dos tenía idea de qué pudiera tratar. Yusuf los observaba un poco impaciente.
- Ábrela – pidió el niño.
Seher desdobló la hoja y se acercó más a Yaman para que pudiese verla también. Eran solo cinco líneas con letras apenas legibles pero que tuvieron el efecto que Yusuf había deseado.
- Muchas felicidades, Pequeño fuego- dijo Yaman, revolviendo su cabello. –
- ¡Lo lograste! – exclamó Seher, dándole un beso en la mejilla.
- Estamos muy orgullosos de ti – agregó Yaman. La sonrisa del niño no tenía comparación - Yusuf está aprendiendo a escribir y esta es la primera vez que lo hace sin ayuda – explicó a los demás, quienes de inmediato comenzaron a halagar y animar al pequeño.
- Creo que alguien merece doble ración de postre – opinó Ali, guiñando el ojo a su sobrino, quien asintió entusiasmado.
- Quería entregárselas en la mañana, pero no pude – comenzó a hablar Yusuf – Luego le ayudé a Neslihan a hacer el desayuno y se me olvidó.
- ¿Por qué no pudiste? – preguntó Yaman, sin haber puesto mucha atención a lo que el niño había comentado.
- Porque estabas dormido – respondió Yusuf como si nada - ¿Pudiste descansar bien tío? – preguntó, con genuino interés y consternación. – Dijo Neslihan que el trabajo te cansa mucho y por eso ponen la llave a la puerta, para que nadie entre y puedas dormir. Yo intenté abrir y no pude, luego iba a tocar pero Neslihan dijo que mejor hiciéramos el desayuno. – Explicó el niño, indiferente de la reacción de los adultos ante estas palabras.
Yaman apretaba los labios, tratando de no ver a los otros y el rostro de Seher se pintó de mil colores y casi se ahoga con el bocado de comida. Los demás, solo se miraron entre ellos tratando de contener la risa.
- ¿Es muy cansado tu trabajo, tío? – preguntó el niño con inocencia, ajeno a todo.
Yaman sabía que cualquier respuesta podía ser usada en su contra.
Al no obtener respuesta, Yusuf se dirigió a Ali. - ¿Tú también te cansas mucho en tu trabajo? – cuestionó.
- A veces… – respondió él, divertido y sin poder ocultar una sonrisa. – Pero seguramente tu tío descansó muy bien, no te preocupes – dijo con sarcasmo, mirando de reojo a Yaman – ¿No es así?
Yaman asintió incómodo y dio un gran sorbo de agua, tenía la garganta seca.- ¡Llegó el postre! – anunció Neslihan, distrayendo a todos, mientras se acercaba con una charola repleta.
- ¡Yo quiero doble! – exclamó Yusuf, olvidando el tema.
La muchacha comenzó a repartir las raciones sin percatarse que sus jefes apenas la miraban y los demás observaban entretenidos el bochorno de ambos, mientras Yusuf disfrutaba su doble porción de postre.