KINKTOBER JOHNDO

Indirect Kiss -soft-

Tenía siete años cuando tuve mi primer amor, estaba completamente enamorado de un niño de cabello negro ondulado, piel blanquecina y ojos grandotes, tenía pecas en las mejillas y dientes de conejos. Pensaba todo el tiempo en él y había aprendido a escribir, así que escribía su nombre en la última hoja de mi cuaderno todo el tiempo, pensé que me iba a casar con él, soñaba despierto y más de una vez mientras jugábamos al balón, la pelota me golpeó en la cabeza por estar viéndolo en el arco. 

Pero todo se arruinó cuando mi hermano mayor revisó mis cuadernos, fue el peor día de mi vida, lloré toda la semana en mi habitación, escuchando como golpeaba la puerta para burlarse de mi primer amor. 

Ese día prometí que no volvería a enamorarse jamás en la vida, que no quería ser avergonzado nunca más. 

Sin embargo, era tan difícil no enamorarse, todo el mundo le parecía de algún modo lindo, imaginaba historias de amor con cualquier chico que le dijera "hola, Doyoung". 

Tenía quince años y se había enamorado de un heladero, de un universitario que tomaba el mismo autobús, del vecino que vivía a tres cuadras, del cajero del supermercado ¡hasta había alucinado con chicos al azar que veía por la calle! ¡demonios! ¡las hormonas estaban tan alboradas que a veces ni siquiera las aguantaba! a menudo se preguntaba "dios mio ¿esto algún día terminará? ¿existirá un día en el que ya no me sienta atraído por la más mínima cosa?" 

Deseaba que sí, porque estaba volviendo a sentir mariposas en su vientre, el año recién había comenzado y él estaba en una nueva clase, por suerte estaba con sus mismos compañeros, pero había algunos nuevos también y se sentía inquieto por el chico alto de volley, se sentía a su lado y tenía el cabello negro y los ojos marrones claros, un lunar hermoso en su mejilla y una sonrisa que podría iluminar una ciudad entera, justo como Taylor Swift cantaba en You belong With me. 

Cada vez que Johnny le hablaba, su cerebro entraba en corto circuito, pero Johnny no era malo, él era amable y dulce, todo lo que estaba bien en el universo—no puede ser, olvidé mi libro de cálculo, Doyoung ¿puedes compartir el tuyo conmigo?—él preguntó, acercando su silla sin previo aviso. 

Doyoung asintió repetidas veces, en su mente resonando You belong with me, sus sillas estaban una junto a la otra, sus hombros se chocaban, podía oír su respiración cerca de su oreja, las mejillas de Doyoung se tiñeron de rosas mientras veía el lápiz de Johnny marcar los ejercicios que tenían que hacer. 

Aunque Johnny pudo haberse alejado una vez que anotó los ejercicios en su hoja, él todavía se quedó a su lado y Doyoung en vez de concentrarse en resolver las cuentas, se quedó mirando el perfil de Johnny, era tan hermoso ¿cómo alguien tan guapo podía sentarse todos los días a su lado? definitivamente era afortunado. 

—¿no sabes cómo hacerlo?—Johnny le preguntó, mirándolo curioso—Doyoung, siempre eres tan tímido, déjame ayudarte. 

En realidad, Doyoung sabía hacerlo, pero escuchar a Johnny susurrarle qué formula utilizar era mejor que hacerlo por su propia cuenta, así que disfrutó el poder compartir otro momento. 

Si pudiera, escribiría un diario en donde anotaría cada pequeña cosa que hizo junto a Johnny, una vez se tomaron de las manos para una actividad en gimnasia, fue el mejor día de su vida, a pesar de que se quedó sin pulmones por correr. 

—¿qué trajiste para desayunar hoy?—Johnny sacó de su mochila una bolsa llena de panecitos rellenos, crossaints y sándwiches de migas, sus padres tenían una panadería y Johnny siempre le regalaba algunos panes. 

—granola—susurró, sacando su lonchera, su madre siempre le daba granola y yogurt. 

Johnny a menudo lo miraba con pena, entregándole un panecillo relleno, el cual Doyoung comía fascinado, porque siempre sabían demasiado bien.